LUNES Ť 3 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Ť Durante su Informe, buscó quitarse el calificativo de populista

Fustiga López Obrador a sus detractores de derecha

Ť Recomienda a tecnócratas no aumentar impuestos cuando no hay crecimiento Ť Rechaza la fórmula de privatizar ganancias y socializar pérdidas Ť Congrega a miles de personas en el Zócalo Ť No hubo arenga

MARIA ESTHER IBARRA Y RICARDO OLAYO GUADARRAMA

Contrario a las expectativas de propios y extraños, el Zócalo lució lleno. Miles de personas escucharon por vez primera, de manera directa, a un gobernante local en la presentación de su Informe de labores. Desde ahí, Andrés Manuel López Obrador instó a los tecnócratas a "tomar nota" de que sin crecimiento económico no es recomendable aumentar los impuestos ni reducir el gasto social, porque "puede resultar más caro y contraproducente".

Desde el inicio quiso zarandearse el calificativo de populista que le aplican sus detractores, y por ello rechazó la "democracia de élite", la "fórmula de la derecha de privatizar ganancias y socializar pérdidas", y cuestionó usar el "truco de llamar populismo o paternalismo a lo poco que se destina a los pobres, y calificar de fomento o rescate a lo mucho que se entrega a los privilegiados".

Tampoco, contra lo que se esperaba, llamó a los miles de presentes a protestar en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal si este órgano no aprueba el gasto social contenido en el presupuesto que le envió el viernes. Pero sí pidió mantenerse a la expectativa en este asunto.

A los adversarios --que no identificó por nombres, aunque fue clara su referencia a "la derecha"-- les manifestó: "Tenemos un ideal: aspiramos a una ciudad sin excluidos, donde los débiles y los pobres encuentren protección ante las incertidumbres económicas, las desventajas sociales y otras calamidades, y donde se pueda vivir con felicidad, sin angustias ni temores".

Su frase "a mí que me den por muerto", en relación a la contienda por la Presidencia de la República en 2006, la remarcó: "Ni antes ni ahora he anhelado el poder por el poder. No es mi objetivo principal ocupar puestos, ni mucho menos detentar el poder para triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole".

Sin embargo, López Obrador fue el eje de un evento diseñado para tenerlo como único orador. Rigió su estilo de plaza pública y contacto directo con la gente. El tabasqueño fue dueño de la escena en el Zócalo sin el presidente Vicente Fox, que no ha hecho grandes concentraciones y sin priístas que están fuera de los puestos de gobierno en la ciudad.

Tras dar lectura a su primer informe anual -cuarto trimestral-, caminó a los cuatro puntos del amplio templete para sentir el calor de la gente que le aplaudía, y aún después de que llegó a su oficina, salió al balcón para saludar a los asistentes.obrador_informe1

El inusual estilo de informar a la ciudadanía desde la plancha del Zócalo, fuera de recintos, congregó a 5 mil personas que escucharon sentadas en sillas azules colocadas ex profeso.

El discurso del mandatario capitalino inició casi a la once de la mañana. Aquel auditorio que lo escuchaba consumó lo que se puede llamar la concentración más grande de bastones, sillas de ruedas, muletas y andaderas que se ha visto en el centro de la ciudad, por la amplia participación de adultos mayores que llegaron con dificultad, pero destacaron por su enjundia. "Los viejos salieron a la calle", decían unos, "con sus cabezas blancas", acompletaban otros.

Un par de manos desgastadas por la edad mantuvieron, de principio a fin, una manta en el Zócalo: "López Obrador, tú si cumples, no como otros".

Expectación

Desde que el tabasqueño llegó por avenida 20 de Noviembre, la gente coreó "Obrador-Obrador", algunas mujeres de más de 60 años que no lo vieron preguntaban cómo iba vestido, y al enterarse, sin dudarlo remataban: "que elegante el muchacho, que vino con traje gris".

El escenario de López Obrador, un Zócalo lleno con las fotografías monumentales de temas revolucionarios que el GDF había colocado para celebrar el 20 de Noviembre. En color sepia, las imágenes del México histórico fueron la antítesis de los coloridos espectaculares.

Además del gabinete ampliado y algunos jefes delegacionales -no asistieron los de filiación panista y faltaron algunos perredistas-, en esencia fue un acto con ciudadanos. No hubo invitados "especiales", salvo el dirigente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, Joel Ayala, quien estuvo en el templete.

Ni un panista. Tampoco los ex jefes de gobierno Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles. Aparentemente dispersos, acudieron los militantes del sol azteca, quienes aprovecharon para instalar módulos de afiliación.

Compromisos cumplidos

Informe breve -apenas ocupó 35 minutos en su lectura- donde resumió 12 meses de gobierno: logros, proyectos y pendientes. Cifras de lo alcanzado en 34 de los 40 compromisos básicos ofrecidos cuando fue candidato al cargo. Los seis compromisos restantes, dijo, "están pendientes por diversas razones".

Estos son: construcción de obras viales; desmantelamiento total de los poderes informales; abatir la inseguridad pública; el corredor Catedral-Basílica; construcción del primer parque industrial de alta tecnología en Ferrería.

El mandatario también refrendó posiciones: "El gobernante debe convocar a la esperanza. Pero no debe hacerlo con falsas promesas, porque termina enredado en su propia demagogia".

Por eso, no pasó por alto el problema de la inseguridad: "Aun cuando se progresó, aún es alto el índice delictivo", asumió. Más adelante, por igual reconoció que faltaba avanzar en el desmantelamiento de los poderes informales. "Todavía hay muchas mafias en la ciudad y continúa operando la delincuencia organizada y la de cuello blanco".

De igual modo dijo que no todo ha sido fácil y es mucho lo que falta por hacer -"mal haríamos en apostar a la autocomplacencia y la vanagloria"-, como construir más obra pública, sobre todo obras viales. Ante esto, se comprometió a emplearse a fondo y a que se vean los resultados el año próximo.

Del tema económico López Obrador señaló: "El gasto social siempre se justifica y es indispensable en épocas de crisis. Dejar de tomar medidas para frenar el empobrecimiento de la gente no sólo es injusto, sino irresponsable, porque se alienta la intranquilidad y se socava la cohesión social".

Por eso, precisó el jefe de Gobierno del Distrito Federal, el presupuesto del año 2002 (solicitó 77 mil 936 millones de pesos, 10 por ciento más que el actual) "considera los recursos que se requieren para continuar y mejorar los programas sociales".