LUNES Ť 3 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Paco Ignacio Taibo II

Fox, año 1

Ƒ Se ríe uno? ƑNos ponemos todos a llorar? En justa venganza, dan ganas de tomar las listas de los promotores del ''voto útil'' en las pasadas elecciones y cantarles el ''lero-lero-candelero''; decirles, si votaste por él te lo mereces. Te mereces esta transición aguachirlosa, descafeínada, plagada de ridículos y promesas incumplidas.

Y sin embargo de una transición hacia la democracia se trata, y sin embargo este país avanza.

ƑQué tanto de este avance debe ponerse en la cuenta del foxismo y el primer gobierno nacional del PAN? No lo sé. En cambio, Ƒqué tantos desatinos se han producido en estos meses, de los que son plenamente responsables?

Reviso las notas que poco a poco he reunido en el cuaderno donde de vez en cuando reseño los desastres del Presidente y de los hombres del Presidente.

Fox convirtió su promesa de lograr la paz en Chiapas en 15 minutos o 24 horas, según las versiones, en un pantano del que no acaba de salir. Su partido promovió una ley indígena que no deja satisfecho a nadie. Ha pasado un año, el Ejército aún ocupa las comunidades y los zapatistas aún están en armas.

Trajo consigo al poder lo que llamó un supergabinete, y que resultó un coctel de mediocres profesionales y aún más mediocres administradores, que van desde aquel que confiesa su amor sin límites a la virgen de Guadalupe, y no tiene el mismo cariño por los derechos laborales de las mujeres, hasta los tránsfugas de la izquierda que piensan que la política exterior no se hace con principios, pasando por el secretario de Educación, que prefiere el Nikko al despacho de Vasconcelos, incluyendo al subse que se jetea en las mesas redondas y que dice que los libros son como zapatos, y la que escribe libros de autosuperación. Matacuaces y matacuazas que tienen en común el desconocimiento del país real y sus subterráneos, llevan lo pirrurris en las venas y el desatino en el verbo.

Fox prometió 7 por ciento de crecimiento económico y no fue capaz de ofrecer al final del año más que un rotundo cero, no un punto dos o un menos punto tres, sino un cero, cero bongocero, que además de peligroso resulta ridículo.

En política exterior, Fox dejó suelto a Castañeda, que a más de pelearse con los cubanos y con todos los reporteros posibles, desplegó un proyecto de sumisión a los gringos nunca visto en México (ni los más abyectos momentos del salinismo), como si la debilidad manifiesta fuera el lema de nuestras nuevas relaciones vecinales.

Fox inventó a un escritor llamado José Luis Borguez (o Borgue, hay dudas sobre la ortografía), que debe ser argentino, aunque radicado en Guanajuato y que escribe libros de esoterismo.

Fox envió 2 mil guardias presidenciales a privatizar el bosque de Chapultepec por 24 horas para proteger de las hordas ciudadanas una fiesta de beneficencia privada con música de Elton Jones organizada por su esposa.

Fox estimuló sin querer y no fue capaz de detener una marea de fondo de pensamiento conservador y retro que a lo largo y ancho del país emergió buscando la condena a la cárcel de una adolescente violada que quería abortar, la destrucción de los pokemones, la quema de dibujos de Helguera, la desaparición de bustos de Juárez, la expulsión de maestras que hacen leer Aura a sus alumnas, la mutilación de cuadros que hacen referencia a un Xipe bien dotado sexualmente, la persecución de adolescentes peludos y adolescentes minifalderas, la satanización de los matrimonios de hecho entre homosexuales, la colocación de estatuas de conquistadores asesinos de indios, la persecución de anuncios de brasieres, la reaparición de la censura cinematográfica, el retorno de los huesos de don Porfirio, el abandono de la educación sexual en las escuelas y la condena de los malhablados.

Puede ser que por razones de "modernidad", los promotores de estas hazañas no le gusten demasiado al señor Fox, pero no hay duda que son suyos, son sus monstruos en el clóset y no supo detenerlos ni deslindarse de ellos.

El candidato Vicente Fox ofreció vochos invisibles, porque la VW no sólo se fue a la huelga, sino que amenazó con reducir su planta en México; ofreció changarros metafísicos, y por ahí corre el rumor de que lo que quería decir es que si antes la clase media tenía un Datsun, ahora sólo le dará el gasto para el vocho, y si tenía un despacho de arquitecto, ahora sólo le dará la vida para un changarro familiar donde se vendan cervezas y pan Bimbo.

En lugar de darle la salida simple de la tercera pista en el aeropuerto del DF, el presidente Fox acordó el proyecto del nuevo aeropuerto de Texcoco, abriendo la puerta a los especuladores financieros, a los negocios turbios, al enfrentamiento con los campesinos.

Inventó el neologismo "apanicarse", que tendría que ver con perder el miedo, y lo inventó mal al andar repitiendo que "no hay que apanicarse", con lo cual parecía decir que no-no hay que tener miedo, o sea, que el pánico estaba más que justificado ante su gestión.

Y hablando de inventos en materia de lenguaje, se lució con lo de "lapsus bilingüe".

Fox y su ministro de Hacienda promovieron una ley fiscal que intentó ponerle IVA a los alimentos, los libros, el transporte público y las medicinas, y que, sin embargo, no grava las transacciones interbancarias. De prosperar, los mexicanos que vendan una bicicleta pagarían impuestos, y quienes vendan un banco a los gringos, no.

Fox hizo osos con Martita en el Vaticano, estrenó botas de charol en España, metió la pata en Praga, llevó a su gabinetazo a jugar a las estatuas de marfil en China y recorrió medio planeta en busca de inversiones que nunca llegaron.

En materia de política cultural, Fox dejó suelto al triángulo de la Bermúdez y no pudo proponer en un año un solo proyecto, quedándose en una supuesta campaña de promoción de la lectura, que lo único que muestra es que no tiene ni idea de quién lee en este país y por qué los que pudieran leer no lo hacen.

Fox quiso hacer política de amnistía a los saqueadores y asesinos de pasados sexenios, introducir en la letra no escrita una amnistía, el famoso cuenta nueva y borrón, y le reventaron en la cara los casos de banqueros detenidos y amparados por un sistema judicial que parece una broma macabra, y en estos últimos días el asesinato de Digna Ochoa y el informe de los desaparecidos, logrando una percepción pública de que en materia de derechos humanos el país estaba retrocediendo. Quizá no sea su responsabilidad, pero sin duda es responsable de su timidez y su voluntad de "empezar de cero", ignorando que la herida sigue allí, el agravio es mucho para olvidarlo y el saqueo de la nación no tiene por qué perdonarse.

Ni una sola de las grandes fortunas que descansan en bancos extranjeros, producto de la corrupción y el abuso del poder del priísmo, ha retornado, ni su ilegal propietario ha sido encarcelado.

En materia electoral, el gobierno foxista prefirió, en nombre del respeto a la autonomía estatal, dejar hacer a los delincuentes electorales priístas, y no optó por endurecer la represión a los compradores de votos, a los que utilizan recursos gubernamentales en las campañas, a los que negocian con la miseria para mantenerse en el poder.

Fox se colocó por encima de su partido, del partido que lo había llevado al poder (Ƒo es a la inversa?), y se enfrentó con el PAN reiteradamente en las cámaras; no supo definir una política ante el PRI, que a ratos renace de sus corruptas cenizas demostrando que los zombis de Sahuayo y las momias de Guanajuato son un activo en política mexicana, y consiguió un bono gratuito, sin hacer nada para lograrlo, de la dirección nacional del PRD, que con frecuencia buscó ponerse a su cola, y de López Obrador, quien le regaló un pacto de no agresión.

Fox se enfrentó a los medios informativos porque le parecían hipercríticos, denunció a los "timoratos" y a los que no creían en su proyecto de cambio, entre los que me incluyo, y llevó a la silla presidencial la frescura del inconsciente, la burrez del inculto (un neologismo que le propongo), la teoría del gatopardo de que todo tiene que cambiar para que todo siga igual, y finalmente, el desparpajo y la definitiva desacralización de la imagen presidencial, cosa que sin duda hay que agradecerle.

No esta mal para un primer año

En un primer año pasó de 75 a 60 por ciento de confianza en su proyecto de cambio entre los mexicanos, lo cual demuestra que el traje inexistente del emperador persiste, que los mexicanos son generosos en depositar esperanzas, que los globos repletos de aire tardan en desinflarse, que la nada programática que llegó tomada del brazo de la mercadotecnia a la silla presidencial todavía tiene aliento.

ƑCuánto?

Jaime Goded decía en 1968 que en política había que personalizarlo todo, que no valía la abstracción de "enfrentados con el sistema", que no valían los manuales ni los análisis teóricos, que aquello había que verlo como una guerra personal y permanente, eterna, sin duda, entre él y la silla presidencial. Tenía razón.

Cuando termino este artículo y me releo, pienso que no soy ecuánime ni imparcial, este asunto es personal, tengo mi lista de afrentas: sus guaruras no me dejaron ir a ver el carruaje de Juárez, sus ministros corrompieron a algunos de mis ex amigos dándoles huesos en el extranjero, su proyecto quiere ponerle IVA a mis libros, a las medicinas de mi suegra y a los alimentos de mis vecinos del taller mecánico, su idea de nación pasa por el neoliberalismo rampante fabricante de millonarios y de pobres; me ofende su oferta de profesionalizar jardineros para mandárselos a los gringos; sus hordas agreden las cosas en las que creo y que he defendido durante tantos años, y hasta me han obligado a interesarme en los pokemones, que me valían sombrilla antes de que un cura de Pachuca quisiera quemarlos en la hoguera.