Ť Fracasó el neoliberalismo en América Latina, afirma el analista Angel Guerra
Buscará Estados Unidos acelerar la creación del ALCA, para enfrentar la recesión económica
Ť Dependencia intelectual impide analizar de manera crítica el conflicto bélico en Asia central, expresa José Steinsleger en foro organizado por Casa Lamm y La Jornada
GEORGINA SALDIERNA
Para enfrentar las consecuencias económicas de la recesión Estados Unidos buscará acelerar la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), afirmó el analista Angel Guerra.
Al participar en el foro de análisis México después del 2 de julio y el mundo actual, dijo que el ALCA parte del libre comercio y de la libre competencia, si es que puede haber alguna "entre un elefante y una hormiga".
En la mesa en la que se abordó el tema La nueva guerra y su impacto en América Latina, refirió que el neoliberalismo no ha tenido éxito en la región, y destacó, por ejemplo, que 57 por ciento de los niños menores de cinco años viven en condiciones de pobreza.
Quienes están por la paz y la democracia, dijo, tienen cuatro tareas: luchar por parar la guerra; abrir un debate internacional para erradicar el terrorismo; frenar el Area de Libre Comercio de las Américas, con la solidaridad de los trabajadores, entre ellos los de Estados Unidos, Canadá y México, quienes ya tiene experiencia sobre las consecuencias del libre comercio, y crear alternativas a dicho tratado comercial.
Las triquiñuelas de la filosofía burguesa
En el evento, organizado por Casa Lamm y La Jornada, estuvo también el articulista José Steinsleger, quien consideró que la dependencia intelectual y la ausencia de una conciencia sólida sobre las causas de la guerra impiden analizar con criterios propios y críticamente la escalada militar iniciada por Estados Unidos en contra de los pueblos de Asia central.
De manera particular, señaló que la dependencia intelectual ha conducido al cretinismo pacifista que dice no a la guerra, en tanto le guiña el ojo a sus justificaciones filosóficas.
Otra triquiñuela de la filosofía burguesa de la guerra es, dijo, considerar metafísicamente y no históricamente el problema. "Oímos por ahí que quienes no conocen la historia se ven obligados a repetirla. Eso es cierto, y más todavía: quienes asesinan la historia se condenan a su propia destrucción, porque la historia es el gran enemigo del pensamiento único y esta certidumbre nos ha llevado a comprender por qué el neoliberalismo necesita decretar el fin de la historia."
De acuerdo con el analista, en América Latina el capítulo operativo del fin de la historia está en marcha, cuando "vemos un pequeño ejército de intelectuales" que haciendo mofa de las enseñanzas de la historia se han empeñado en confundir o desacreditar los hechos. Estos intelectuales han hecho de la historia un ejercicio entretenido, redactando historias vendibles en las que tienen igual trascendencia la Constitución de 1917 y las inclinaciones místicas de Francisco I Madero.
Según José Steinsleger, a estos intelectuales sólo les importa hablar de la esencia, silenciando que "la historia ofrece guerras y guerras y que un mismo conflicto suele tener dos sentidos opuestos. Nosotros entendemos que así como una guerra de dominio y destrucción de un pueblo por otro es injusta y bárbara, la de un país oprimido contra sus opresores es entrañablemente humana y justa".
El articulista manifestó que lo esencial es pensar esta guerra como lo hicieron los luchadores sociales del siglo 20 que participaron en las revoluciones sociales de Nicaragua, México y Cuba, entre otras. Es decir, entendiendo que las guerras no son originadas por la histeria patriótica ni por los intereses encontrados de dos pueblos, sino por la rivalidad de los grandes grupos capitalistas en su búsqueda de materias primas y mercados consumidores.
Por su parte, Angel Guerra recordó que en Estados Unidos la economía sigue en picada; cayó la bolsa, el producto interno bruto y la confianza de los consumidores. Frente a estas circunstancias y la paralización de la economía mundial, consideró que a ese país sólo le queda hacerse fuerte en América Latina, acelerar el acuerdo comercial en la región y con los bajos salarios compensar el decrecimiento de la cuota empresarial.