Ť Es un fenómeno comercial disfrazado de hecho cultural, alerta Andreu Martín
La mercadotecnia es el ingrediente principal de la pócima para el éxito de Harry Potter
Ť Promotores de la saga literaria y el filme piensan que es único en su género
Ť Le Guin, Tolkien y Ende, entre otros, precedieron a la escritora J.K. Rowling
MONICA MATEOS-VEGA
La pócima que ha dado a las aventuras de Harry Potter un éxito avasallador contiene un ingrediente que no debe perderse de vista: la mercadotecnia. De lo contrario, se creería ?como pretenden los promotores de la saga literaria y de la película producida por la Warner? que Harry Potter es único en su género: el pequeño hechicero que ha transformado a millones de niños en todo el mundo, por primera vez, en ávidos lectores.
Hay que ser ''consumidores racionales'' ante modas como la pottermanía, advierten diversos críticos literarios en España, y tampoco se debe olvidar las palabras del escritor catalán Andreu Martín, quien asegura que Harry Potter ''es un fenómeno comercial disfrazado de fenómeno cultural''.
Porque no serán pocas las personas que después de ver la película Harry Potter y la piedra filosofal (que se estrenará el viernes 30 de noviembre en México) sentirán ganas de leer los libros de la inglesa J.K. Rowling, creadora del personaje.
Si estos lectores no se dejan abatir por el bombardeo mediático de Harry Potter, después de leer los cuatro títulos que se han publicado hasta el momento, encontrarán que en el reino de los libros abundan, desde hace décadas, cientos de autores que han narrado con más pasión que suerte para los negocios los aconteceres en ese mundo llamado Fantasía.
Existe desde hace más de 30 años un niño mago que bien podría ser el alter ego de Potter. Se trata de Ged, protagonista de los libros de Terramar (Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuan, La costa más lejana y Tehanu), novelas escritas a finales de los años sesenta por la californiana Ursula Kroeber Le Guin, en las que también hay ''dragones y espectros, talismanes y poderes, y las leyes de la magia son tan inevitables y exactas como las leyes naturales''.
Le Guin, ganadora de varios premios literarios en su país, es considerada un clásico de la ciencia-ficción.
Los críticos señalan que su narrativa en algunos momentos roza la poesía, sin duda más compleja que la escritura de Rowling, y más rica en metáforas y mensajes filosóficos.
Si alguien se ha leído ''de un tirón'', como dicen los publicistas, los cuatro libros de Harry Potter, las novelas de Le Guin son un bocado de gourmet, para saborearse, que permite conocer a Ged, joven hechicero que no contó en su época con el apoyo mercadotécnico del mago hoy de moda.
Ged, otro pequeño con poder mágico
Como Harry, Ged es un niño bendecido desde el nacimiento con poder mágico, asiste a una escuela de hechiceros donde aprende las artes de la transfiguración y la preparación de brebajes, lucha contra fuerzas oscuras y se convierte en el héroe de cuatro episodios.
Pese a su apariencia de cuento infantil, en Un mago de Terramar y sus secuelas subyacen novelas más adultas, que develan a una autora más interesada en cuidar la forma del lenguaje, la poética y la épica de sus personajes que en vender millones de ejemplares. Los libros de Terramar se consiguen en México bajo el sello de Ediciones Minotauro.
Tanto las novelas de Le Guin como las de Rowling están escritas en la estela de El señor de los anillos, historia del sudafricano John Ronald Ruelen Tolkien (1892-1973), genio de la lingüística que a los ocho años se entretenía inventando lenguas.
Graduado en filología, en la Universidad de Oxford, Tolkien es también un clásico de la literatura fantástica, además de uno de los más populares, y sentó las bases para conformar las convenciones del género de aventuras fantásticas, aunque en un tono muy sombrío.
Si bien El señor de los anillos irrumpirá en diciembre en la pantalla grande para completar la ''temporada mágica'' iniciada por Potter, cualquier filme palidece ante las creaciones literarias de Tolkien, filigrana pura: El hobbit, El Silmarilion, Las aventuras de Tom Bombadil, El herrero de Wootton Mayor, Las cartas de Papá Noel, El regreso de Beorhtnoth, entre otras (también se encuentran en Ediciones Minotauro).
Ende para niños, jóvenes y adultos
Si la moda a partir de hoy va a ser la fantasía, tampoco hay que dejar fuera de la mira a narradores como el alemán Michael Ende, autor del libro que fue la gran sorpresa literaria del género en 1982: La historia interminable, también llevada al cine en dos episodios, sin éxito millonario pero que causó regocijo entre los fanáticos del género.
Hijo del pintor surrealista Edgar Ende, Michael no sólo ha sido reconocido en el terreno de la literatura infantil, sino también en el de la literatura a secas, por su habilidad para escribir relatos que seducen a jóvenes y adultos. Entre sus obras no pueden dejar de leerse Momo, Jim Botón y Lucas el maquinista, Jojo, historia de un saltimbanqui y La prisión de la libertad.
Más historias de magos y poderes esotéricos se encuentran en la obra de Katherine Kurtz, historiadora estadunidense interesada en las religiones, creadora de un país medieval donde los hechiceros deben combatir a la represora religión cristiana. Sus relatos se encuentran en las trilogías Las crónicas de los deryni (1970, 1972 y 1973), Las leyendas de Camber de Culdi (1976, 1978 y 1981) y Las historias del rey Kelson (1984, 1985 y 1986). También tiene una interesante novela, Lammas night (1983), en la que que presenta a un grupo de hechiceros y brujos relacionados con el servicio de inteligencia británico y su enfrentamiento con los magos hitlerianos en 1940.
Nombres de escritores de historias fantásticas, dadas a conocer durante todo el siglo XX, como el Nobel John Steinbeck (Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros, 1976), H.P. Lovecraft, Julian May, Michael Moorcock, Andre Norton, Terry Pratchett y Marion Zimmer Bradley, por mencionar unos cuantos, demuestran que Harry Potter es un pálido pero hábil heredero de un fascinante mundo que, merced a la ''magia'' de la mercadotecnia, se convertirá en estos días en la gallina de los huevos de oro de Hollywood.