Descubren astrónomos mexicanos y españoles vapor de agua en una estrella agonizante
MIRNA SERVIN ESPECIAL PARA LA JORNADA
El trabajo de los astrónomos mexicanos vuelve a
estar, literalmente, por los cielos. Esta vez la doctora Yolanda Gómez
Castellanos, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM,
campus Morelia, y un equipo de científicos españoles descubrieron
vapor de agua en un cuerpo celeste que nunca había sido observado:
una estrella agonizante.
En teoría, en esta nebulosa planetaria denominada
K3-35, localizada a 16 mil años luz de la Tierra, no se debería
observar vapor de agua, ya que cuando la estrella entra en fase de muerte
la intensa radiación estelar destruye progresivamente las moléculas,
mientras que en otra etapa previa (conocida como envolvente) la presencia
del líquido es un hecho conocido.
Las observaciones no sólo han demostrado por primera vez la presencia de agua en una estrella agonizante, sino que han puesto de manifiesto la existencia de dos fenómenos novedosos: hay agua a grandes distancias y la presencia de un campo magnético en un disco, de acuerdo con los resultados publicados en el número más reciente de la prestigiada revista internacional Nature.
El hecho de que exista agua en otros cuerpos del espacio, además de la Tierra, se asocia casi inevitablemente a la posibilidad de que exista vida. Sin embargo, explica Yolanda Gómez, encontrar el líquido en las estrellas que están naciendo o que van a morir es común, pero no en la vida normal de una estrella, como por ejemplo el Sol.
Cuando una estrella como el Sol agota su hidrógeno se dice que comienza a morir. El Sol, por ejemplo, ha vivido alrededor de 4 mil 500 millones de años y le queda de vida otra cantidad igual.
En el proceso de muerte de una estrella ésta aumenta su tamaño cientos de veces, transformándose en una estrella gigante roja. Entonces queda cubierta por una envolvente opaca, que con las altas temperaturas del núcleo se ioniza (se separan los electrones de sus núcleos) y se expande, dejando el núcleo descubierto pero rodeado por esta envolvente brillante. Así, el objeto está en la fase de nebulosa planetaria.
La presencia de agua puede indicar, agrega la especialista, que K3-35 es una nebulosa planetaria tan joven que la radiación de la estrella central aún no ha tenido tiempo de destruir todas las moléculas a su alrededor o que tal vez exista algún otro mecanismo en ésta que protege de la destrucción a las moléculas de agua.
El proceso de investigación
Pero, ¿cómo pueden los astrónomos
descubrir moléculas de agua a una distancia tan grande? La doctora
Gómez refiere que las moléculas de agua emiten una radiación
detectable en ondas de radio. "En general, esta radiación es emitida
cuando la molécula se desexcita, perdiendo energía en forma
de fotones, la cual tiene una frecuencia muy específica (22 gigahertz)
que puede ser detectada por un radiotelescopio".
En este caso, Yolanda Gómez; Luis F. Miranda, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC-IAA); José María Torrelles, del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, y Guillem Anglada, investigador del CSIC-IAA, utilizaron el radiotelescopio VLA, que es un interferómetro que se encuentra en Socorro, Nuevo México, Estados Unidos, y que consta de 27 antenas de radio, cada una de 25 metros de diámetro, que pueden apuntar al mismo tiempo hacia el objeto en estudio.
El análisis de la transición de gigante
roja hacia nebulosa planetaria es muy
importante para el entendimiento de la evolución
de estrellas como el Sol, apunta Yolanda Gómez, quien inició
este proyecto conjunto en enero de 1999 en un viaje realizado a Granada,
España. Y aunque ?agrega? los resultados de la K3-35 han sido publicados
en varios artículos previos, los presentes son los más importantes.