MIERCOLES Ť 28 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Sólo así podrá revertir las altas tasas de desnutrición infantil, advierte académica

Necesario, que participe el Gobierno del DF en abasto y comercialización de productos básicos

Ť La globalización propicia hábitos nocivos para la salud de los mexicanos, señala

LAURA GOMEZ FLORES

El Gobierno del Distrito Federal difícilmente revertirá las altas tasas de desnutrición que se presentan en niños menores de 12 años, reflejadas en bajos peso y talla, si no interviene de manera directa en el abasto y la comercialización de productos de primera necesidad, que en 80 por ciento se encuentran en manos de empresas privadas, advirtió la profesora de la División de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, Yolanda Trápaga Delfín.

Explicó que actualmente el patrón de consumo tiende a homogeneizarse a consecuencia de la inserción del país en el mercado mundial, a partir de las necesidades de las empresas privadas de elevar sus ganancias y no de criterios nutricionales, de salud pública o de seguridad nacional a los que está obligado el Estado, lo cual también ha afectado las cadenas productivas locales.

Agregó que falta información accesible y veraz que permita saber al consumidor qué es exactamente lo que adquiere en el mercado, al mismo tiempo que le falta educación para entender la información existente sobre el contenido de los alimentos, lo cual se refleja en mayor incidencia de enfermedades como la obesidad y la diabetes, e infartos cardiacos.

Sobre las tasas de desnutrición, reiteró que no se revertirán si las autoridades capitalinas y federales no participan en el abasto y comercialización de alimentos. Hoy en día, dijo, "sólo se puede comprar la canasta básica alimentaria si se ganan más de cuatro salarios mínimos, pero 50 millones de personas ganan menos de ese monto en el país, y en la ciudad de México 2.9 millones.

La catedrática universitaria criticó en entrevista el aprovechamiento que ha hecho Estados Unidos de esta situación para modelar un patrón occidental de consumo, que actualmente domina y organiza la estructura productiva y de comercialización de gran parte del planeta y ha modificado las formas de alimentación en las economías atrasadas, sin poder adquisitivo para adoptarlo en su totalidad.

Los problemas de autosuficiencia y seguridad alimentarias, sin embargo, están cada vez más alejados de una solución, dada la debilidad de la economía y las políticas de fomento a la producción interna, el marco de los acuerdos internacionales sobre comercio y la precariedad de los ingresos de la población, que en las últimas décadas ha perdido más de 50 por ciento de su poder adquisitivo, indicó.

Lo anterior, mencionó, se refleja en la incapacidad para fijar precios, calidades de los bienes agropecuarios que se compran, así como en una vulnerabilidad evidente frente a las fluctuaciones y la disponibilidad de mercancías en los mercados internacionales, así como en el establecimiento de patrones de consumo a partir de las necesidades de empresas privadas de elevar sus ingresos.

Así, el patrón alimentario generalizado en México tiende a homogeneizarse con el modelo industrializado estadunidense, en virtud de su condición de importador neto de alimentos, pero, paradójicamente, se defiende por los bajos ingresos, que le impiden adoptarlo plenamente. Los sectores que pueden adquirirlo, empero, se enfrentarán a diversas enfermedades por el alto consumo de grasas, aceites, sal, azúcar y aditivos.

Por ello, advirtió, el consumidor en la globalización tiene que participar con un alto nivel de conciencia sobre el tipo de decisiones a tomar en el campo de la alimentación, pues "hoy más que nunca, por la ley inexorable del mercado, importa el incremento de la producción, del comercio y de la ganancia, y no el bienestar humano, que podría mantenerse con una dieta a base de frijoles y tortillas, como lo hacían nuestros abuelos".