MIERCOLES Ť 28 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť El escritor presentó su obra más reciente en la feria del libro de Guadalajara
La frontera del ensayo con la ficción es delgada y a veces no existe: Celorio
Ť El titular del FCE reúne en el volumen su labor en el género durante dos décadas
Ť Una editorial no se debe someter al capricho de un autor, advierte el académico
CESAR GÜEMES ENVIADO
Guadalajara, Jal., 27 de noviembre. Escritor que escribe sobre escritores, catedrático universitario, narrador, titular del Fondo de Cultura Económica (FCE), Gonzalo Celorio no se ha tomado descanso alguno durante esta primera parte de la Feria Internacional del Libro: ''Me han ocurrido tantas cosas en estos cuatro días que siento que llegué aquí a mediados del siglo XIX", expresa. El motivo de la entrevista es doble: su labor ensayística de 20 años, reunida en el volumen Ensayo de contraconquista (Tusquets), que da a conocer aquí, y al final pero no al último, su postura para dejar en claro el ''caso Cobo Borda".
La enseñanza de Julio Cortázar
-Como podemos constatar en tu bibliografía, has publicado más libros de ensayo que de ficción. ƑIrá ganando más tu veta de pedagogo que la de narrador?
-Sinceramente, creo que hay una vinculación más estrecha entre el ensayo y la narrativa que entre aquél y un estudio académico ortodoxo. Un ensayo, por ejemplo, no suele tener muchas notas a pie de página, y aquí recuerdo lo que decía al respecto Eliseo Diego: una nota a pie de página es como una llamada telefónica en la noche de bodas. Pienso que en el género hay una parte que implica conocimiento y ejercicio reflexivo, pero también una gran vitalidad imaginativa y, por lo menos en el ensayo que me gusta hacer, la frontera con la ficción es muy delgada y a veces inexistente. No en vano, y esto es un lugar común, Alfonso Reyes definió a este tipo de trabajo como al centauro de los géneros, por su hibridez entre lo reflexivo y lo imaginativo. El propio Montaigne decía que al hacer un ensayo realmente el objeto de estudio era él mismo.
-Uno de los ejemplos más amables de esto que dices es el texto que dedicas al ''no encuentro" con Julio Cortázar.
-Ese ensayo es poliédrico, tiene cuatro o cinco partes, donde hay asuntos desde reflexivos hasta personales y alguno muy cercano a la ficción.
''Ciertamente Cortázar nos enseñó a diluir estas fronteras de compartimentos estancos que prevalecían en los géneros. No en vano Rayuela fue considerada una contranovela y en sus propias obras ensayísticas, como La vuelta al día en ochenta mundos, uno no sabe si está frente a un texto de reflexión o ficcional. Ambas realidades se entreveran de forma muy estrecha.
''Y creo, toda proporción guardada, que algo similar pasa en este libro mío: hay textos que son casi autobiográficos y de ahí se parte a una reflexión de una temática que pudiera ser académica en principio, como el estudio sobre el barroco. Pero después de todo creo que el volumen se parece mucho a mí por las inquietudes de carácter reflexivo y vívido que lo conforman.''
Demonios de carácter cultural
-Debe ser poco usual, como ocurre en el caso de Rubén Bonifaz Nuño, que escribas sobre él y alcance a leerlo. Podría no estar de acuerdo o al contrario.
-El texto sobre Bonifaz no es tanto un trabajo ensayístico sino más bien un cumplido. Ese texto lo leí precisamente en un homenaje a Bonifaz y me consta que le gustó porque me lo dijo. La verdad es que esa última parte del libro que titulé El alumno, habla de cuatro maestros míos en términos muy apologéticos. Son personas extraordinarias, tuve el privilegio de estar cerca de ellos y tengo con cada uno de los cuatro, Luis Rius, Sergio Fernández, Edmundo O' Gorman y el propio Rubén, una deuda enorme.
-ƑQué piensas de los textos escritos sobre tu obra? ƑCómo es cuando alguien te devuelve la moneda de la escritura?
-No son demasiados, aclaro, por eso no podría decir que hay una obra más o menos consistente por la suma de muchas intervenciones o comentarios que pueden hablar de la crítica a mi obra. Hay algunos textos más o menos excepcionales, en efecto una tesis de maestría que se hizo sobre Amor propio y una de doctorado, que me pareció muy impresionante, por parte de la Benemérita Universidad de Puebla, que fue sobre Y retiemble en sus centros la tierra. Frente a esas obras críticas uno se siente sobrerrevelado. Esas revelaciones se presentan en los trabajos académicos de forma sistemática, consistente y quizá hasta convincente, y a mí me resulta novedosa. Pero, como decía Vargas Llosa, hay demonios de carácter cultural que se filtran entre la pluma y el papel y de los cuales uno no es del todo consciente.
Bipartita, el proceso editorial
-Con ánimo de poner punto final al "caso Cobo Borda", Ƒcuál es tu opinión sobre lo dicho por él respecto de la antología del Premio Juan Rulfo?
-No quiero hacer más grande este asunto, lo digo como inicio. No merece la pena. El FCE es una institución muy grande que publica dos títulos diariamente, lo cual nos da 730 libros al año. No me gustaría que el fondo se viera como irresponsable por no publicar un libro específicamente. El proceso editorial es bipartita entre el editor y el autor. Una editorial no se puede someter al capricho de un autor cuando se trata de un proyecto ideado por la casa que va a publicarlo. En ese caso la idea no era hacer una antología de los acreedores al premio, sino un libro en torno del galardón mismo que cubría cuatro áreas: la antología, los discursos de recepción, las semblanzas de los premiados y por último las actas de los jurados. Además de eso, el libro iba a estar animado por una iconografía. Era un proyecto conjunto entre la Universidad de Guadalajara y el Fondo. Nuestra empresa se responsabilizaría de la edición del libro y del encargo de la antología, que hizo muy bien y muy rápidamente Cobo Borda. Pero no pudimos obtener por parte de la U de G el material completo de los discursos, tampoco tenemos todas las semblanzas ni las diez actas. Como el libro habría quedado cojo de haber aparecido ahora, tomé la decisión de esperar al año siguiente a fin de reunir todos los materiales para hacerlo bien o, en su caso, repensar la idea y proponer otro libro.