MIERCOLES Ť 28 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Alejandro Nadal
Simulación en las finanzas públicas
El proyecto de Presupuesto de Egresos para el año 2002 incluye un extraño apartado sobre la reforma fiscal. Algunos en el Congreso lo interpretaron como chantaje o presión, pero es algo peor. Se trata de una simulación.
Hace ocho meses el presidente Fox envió una iniciativa de reforma fiscal que preveía una recaudación adicional equivalente a 2.2 por ciento del PIB tan sólo por la eliminación de la tasa cero del IVA sobre alimentos y bebidas.
La propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) señalaba con candor que esos recursos servirían para cubrir los crecientes "requerimientos financieros del sector público" (RFSP), añadiendo que también permitiría aumentar el gasto en rubros clave del gasto programable como educación, salud, combate a la pobreza e inversión en infraestructura. Los RFSP provienen del servicio íntegro de la deuda del IPAB por el ilegal rescate bancario, los Pidiregas, el rescate por las autopistas concesionadas y otros rubros.
Sin embargo, la SHCP nunca aclaró la parte de los nuevos ingresos tributarios que sería destinada a pagar los RFSP ni cuánto se aplicaría a los rubros del gasto programable ya mencionados.
Ahora, en el paquete económico presentado para 2002 la SHCP señala que los recursos que aportaría la iniciativa de reforma hacendaria permitirían que el gasto programable para el siguiente año aumente de 980 a mil 62 mil millones de pesos (mmdp).
De ser cierto esto, el aumento en el ingreso tributario generado por la reforma fiscal (eliminación de la tasa cero del IVA) sería aplicado en su totalidad al gasto programable. Eso quiere decir que ni un centavo de la nueva recaudación iría para pagar el costo financiero de la deuda o los requerimientos financieros del sector público (IPAB, Pidiregas, etcétera). Eso es difícil de creer.
La razón es que la misma SHCP ha afirmado hasta la saciedad que es indispensable comenzar a cubrir los RFSP porque de lo contrario el sector público tiene que recurrir más al sistema financiero, reduciendo las posibilidades de financiamiento para la inversión productiva y presionando al alza la tasa de interés. Este es el razonamiento medular de la SHCP.
Además, Hacienda considera indispensable cubrir los RFSP para atraer nuevas inversiones. Por ejemplo, los banqueros que tienen en sus activos pagarés emitidos por el Fobaproa ya están cansados de estar recibiendo sólo una parte de los intereses que generan esos instrumentos. Desde que se inventó la treta de sólo liquidar efectivamente el componente real de esos intereses, y apuntar en la cuenta a favor de los banqueros el componente inflacionario, los banqueros han pedido con insistencia que se les liquiden los intereses totales. Difícilmente vendrán nuevas inversiones si no se cumplen los compromisos adquiridos, piensa la SHCP. Por eso, en marzo de este año, fue muy clara: la reforma hacendaria permitiría hacer frente a esa demanda.
En cuanto a los Pidiregas, figura aplaudida por Fox en repetidas ocasiones, los datos revelan que se trata de una verdadera bomba de tiempo. Si la reforma fiscal no estuviera destinada a cubrir los RFSP, la SHCP no propondría aumentar los Pidiregas hasta el 1.54 por ciento del PIB para 2002.
En síntesis, es difícil suponer que ni un centavo de los ingresos tributarios adicionales sería destinado a cubrir los RFSP. De ser cierto lo anterior, el gasto programable aumentaría 7 por ciento en términos reales, y el costo financiero de la deuda y los RFSP se quedaría sin una rebanada de estos nuevos recursos. Y las finanzas públicas permanecerían en el quebranto en que las dejó la administración anterior.
A lo largo de los últimos 15 años, nunca hemos visto un presupuesto de egresos en el que el gasto programable tenga tal preminencia sobre el gasto no programable (que corresponde en gran medida al costo financiero de la deuda). El gobierno actual, que ha ofrecido cubrir íntegramente los requerimientos financieros del sector público, no va a ir en contra de esa corriente.
La mercadotecnia oficial es sencilla. Si me aprueban la reforma fiscal, aumentaremos el gasto programable. De lo contrario, el rezago en educación, salud, infraestructura y vivienda continuará empeorando. Buena parte de la opinión pública ya acabó por comprar erróneamente esta campaña de publicidad. El presupuesto federal enviado al Congreso induce al error. Eso se llama simulación.
La propaganda oficial no puede ocultar que la prioridad de la administración está en el gasto no programable y, en especial, en la urgencia por cubrir el costo financiero de la deuda y los requerimientos financieros del sector público. Para eso es la reforma fiscal.