MIERCOLES Ť 28 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť El cuerpo del guerrilero fue sepultado de inmediato por "órdenes de arriba", aseguran
Los restos de Lucio Cabañas permanecen en Atoyac, pero su familia no los ha identificado
Ť Pablo Cabañas espera la exhumación para tener la certeza de que se trata de su hermano
MISAEL HABANA DE LOS SANTOS/ I CORRESPONSAL
Atoyac de Alvarez, Gro. Pablo Cabañas, el único hermano que sobrevive al dirigente del Partido de los Pobres (PDLP), Lucio Cabañas Barrientos, durante 27 años ha buscado junto con otras personas el cuerpo del combatiente. Asegura que el propósito de la exhumación y el análisis de los restos que están sepultados en el panteón municipal de Atoyac es saber si en realidad pertenecen al guerrillero guerrerense.
En caso contrario, lo pertinente sería realizar gestiones "para que el Ejército Mexicano entregue los restos verdaderos y se tenga certeza que se le visita a él en un lugar, de acuerdo con las tradiciones y creencias", afirma. Este 2 de septiembre se cumplen 27 años de la muerte de su hermano.
En entrevista, manifiesta: "Venimos por la verdad, no venimos por organizaciones ni partidos, es un sentimiento del núcleo familiar de Lucio."
Testimonios de testigos presenciales y documentos oficiales permiten reconstruir las últimas horas del dirigente del PDLP.
Tirso López Mesino, el alias que utilizaba Lucio Cabañas, murió en combate contra tropas del Ejército el 2 de diciembre de 1974 en la comunidad El Otatal, en la sierra de Tecpan de Galeana.
La Patrulla Martín del Ejército Mexicano, que comandaba el entonces mayor José Domingo Ramírez Garrido Abreu, alcanzó a la pequeña columna del guerrillero. Luego de muerto, a Cabañas le dieron el tiro de gracia, de acuerdo con diversos testimonios y un certificado de defunción.
Hace 26 años, el fundador del Partido de los Pobres "hizo frente a tropas de la 27a. Zona Militar" y falleció a las 9:10 horas. De acuerdo con documentos oficiales, fue sepultado a las 2:30 del 3 de diciembre en el panteón municipal de Atoyac, donde se encuentran sus restos. Pero hasta la fecha no los han reconocido familiares, contemporáneos ni ex compañeros de Cabañas.
Una versión señala que la inhumación del guerrillero se realizó en forma apresurada por órdenes del secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, en razón de que el gobierno de Luis Echeverría Alvarez temía que se repitieran las concentraciones populares que dos años antes, en San Luis Acatlán, habían acompañado el sepelio de otro legendario guerrillero guerrerense: Genaro Vázquez Rojas, dirigente de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).
El médico alcalde y el general
El certificado de defunción fue expedido por el médico militar Rodolfo Guillén del Valle, con cédula profesional número 270851. En el documento firma como testigo el entonces mayor Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite, que dio como domicilio el cuartel del 27 Batallón de Infantería ubicado en Atoyac, que comandaba el general Alfredo Cassani Mariña.
También confirma la muerte de Lucio Cabañas y la inhumación de sus restos en el panteón municipal el médico Silvestre Hernández Sierra, que fue alcalde de Atoyac de 1972 a 1975 (los años de mayor actividad guerrillera en la región, que dejó numerosos desaparecidos) y actualmente presta sus servicios en un consultorio privado.
Hernández Sierra es el médico más antiguo de esta población. Recuerda que antes del mediodía del 2 de diciembre "me llamó el comandante del batallón, Cassani Mariña, sin decirme para qué o por qué. Me preguntó si conocía a Lucio y yo le decía que sí, antes de que se lanzara a la sierra. También me preguntó si había otras personas que lo conocieran. Yo le dije que sí, por ejemplo el señor Donaciano Luna, quien había sido secuestrado. Después le hablamos por teléfono y le pregunté si se acordaba de Lucio Cabañas, pero se negó a responder. Explicó que cuando estuvo secuestrado siempre lo tuvieron vendado y no pudo verle la cara. Yo le dije, bueno, pero él hacía mítines frente a tu casa todos los días, y Donaciano sólo respondió: 'pero estaba siempre de espaldas'".
El ex alcalde asegura que cuando lo convocó el general hablaron con otras personas, pero siempre con el mismo resultado. Todos negaban conocer a quien fuera maestro de una primaria atoyaquense. Por fin, Cassani Mariña le dijo al médico que Lucio Cabañas estaba muerto: "Queremos que alguien lo identifique". Y le informó que el cuerpo del guerrillero se encontraba en el cuartel.
"Recordé a la profesora Genarita Reséndiz, directora de la escuela Modesto Alarcón, donde Lucio realizó su servicio social como profesor, y le dije al general: 'no creo que ella se niegue a identificarlo'", rememora el ex alcalde.
"Luego nos fuimos al cuartel. Me acompañó el agente del Ministerio Público, el licenciado Angel Custodio Serrano. En un salón estaba el cuerpo completamente desnudo del guerrillero. Cuando lo vi confirmé que era Lucio, y frente a su cadáver había otro cuerpo, más delgado y con garrapatas entre los dedos de los pies. La maestra Genarita, por los nervios, por miedo, nunca dijo un sí o un no ante las preguntas de los militares. Se negó a responder", recuerda quien fue el doctor de Lucio Cabañas cuando éste trabajaba de profesor.
Ahí, junto al cadáver, estaban el comandante de la 27 Zona Militar, Eliseo Jiménez Ruiz, posteriormente gobernador de Oaxaca; el jefe del Estado Mayor de la 27 Zona Militar, Enrique Cervantes Aguirre, secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Ernesto Zedillo; el mayor Mario Arturo Acosta Chaparro y el mayor Francisco Quirós Hermosillo -en la actualidad generales presos en el Campo Militar Número 1 acusados de narcotráfico-; el mayor Juan Domingo Ramírez Garrido Abreu, a quien se mencionó como posible titular de la Sedena en el gobierno de Vicente Fox, y el capitán Jaime López Ortiz.
El comandante Cassani pidió al presidente municipal que buscara un lugar en el panteón para cavar una tumba. "Me dijeron ya en la tarde que contratara una gente de confianza para que hicieran una tumba que tuviera 2 metros de largo por uno de profundidad, y lo hicieron al revés, cavaron 2 metros de profundidad por uno de largo. El mayor Mario Arturo Acosta Chaparro se enojó y tuvieron que modificarla."
La tropa impidió que velaran el cuerpo
El alcalde dio instrucciones al tesorero del ayuntamiento para que se cumplieran las órdenes de Cassani Mariña. Se trataba del actual cronista de Atoyac, Régulo Fierro Adame, quien a la vez era responsable de panteones. Fierro recuerda que personas de Atoyac, como la madre de la maestra Hilda Flores Solís, amiga de Lucio arrestada después por Acosta Chaparro, fueron a pedir el cuerpo para velarlo y los militares dijeron que no era posible, que "había órdenes de arriba, desde el secretario de Gobernación Moya Palencia, de que no se velara porque podía suceder lo que ocurrió cuando murió Genaro Vázquez y se realizaron caravanas para ir al velorio. Dijeron que iban a prohibir eso para evitar esa situación."
Silvestre Hernández Sierra asegura que por la tarde de ese 2 de diciembre llegó a la población el gobernador de Guerrero, Israel Nogueda Otero, "y fuimos a ver el cuerpo. Lo acompañé al cuartel, todavía lo tenían ahí. Al otro día, cuando fuimos en la mañana, ya lo habían enterrado. Los periodistas estaban esperando ver el cuerpo pero nunca lo vieron. Le pidieron al gobernador que les enseñara dónde estaba la tumba, y alegaban que habían presentado todo consumado. Les dijeron que el 3 de diciembre se incineraría el cuerpo, pero ese día ya lo habían enterrado".
A su vez, el ex tesorero, mientras talla figurillas teotihuacanas sobre huesos de cayaco, reconstruye los hechos de aquellos días violentos. Recuerda que en un salón del cuartel, quizá de unos 50 o 70 metros, se improvisó un anfiteatro en el que había una cama tubular con forros de plástico verde. Había en total como 25 personas, entre civiles y militares.
Régulo Fierro Adame indica que conoce bien la historia que está escribiendo para un libro que aún no tiene editor. "Cuando entré, de lejos reconocí inmediatamente el cadáver de Lucio y me pareció un hombre de mucha prestancia, mucha condición física, aunque delgado, escueto, pero se veía que era de mucha capacidad física."
Agrega: "Fui la persona que estuvo más tiempo revisando varias cosas de él. Le abrí las palmas de las manos, le busqué una cicatriz que muy pocos sabían que tenía, consecuencia de un accidente que tuvo de chamaco: tiró una piedra, y por una posibilidad en un millón, le cayó en el cráneo, casi al borde de la frente. El pelo ocultaba esa cicatriz".
La última mañana
El fundador del Partido de los Pobres, Lucio Cabañas Barrientos, nació el 15 de diciembre de 1938 en la comunidad El Porvenir, municipio Atoyac de Alvarez. Sus padres: Cesáreo Cabañas Iturio y Rafaela Gervacio Barrientos. Cuando murió en combate tenía 36 años.
El 28 de noviembre de 1974 Cabañas fue cercado a 27 kilómetros de El Otatal. El Ejército lo había detectado cerca de la comunidad Santa María y escapó. Lo siguieron por medio de un helicóptero por una zona no boscosa y desde el aire abrieron fuego contra él y otros dos hombres. Uno murió en aquel paraje y Lucio emprendió la fuga hasta el sitio donde finalmente murió.
Los hombres que conocen esa sierra aseguran que es una de las partes más intransitables, con cañadas profundas y acantilados. El guerrillero que acompañaba a Lucio murió en el tiroteo y su cadáver fue expuesto en el ayuntamiento de Tecpan. El hombre, flaco hasta los huesos, tenía toda la vestidura rota, los tenis destruidos, y entre los dedos de los pies, garrapatas. Así lo recuerdan las personas que observaron el cadáver.
Treinta y cinco patrullas con 35 soldados cada una, del 27 Batallón de Infantería, le tendieron un cerco que se prolongó hasta el 2 de diciembre. Lucio sólo se alimentaba con maíz asado, fue lo único que hallaron en su estómago al morir. La tropa también tenía tres días sin recibir abastecimiento, estaba hambrienta y deseaba bajar de la sierra.
El 2 de diciembre, casi al amanecer, Cabañas salió a un claro del monte acompañado por cinco homres. Llevaba una carabina 30/2 en la espalda y un AR-15 en las manos. Eran las siete de la mañana. Los guerrilleros no tuvieron tiempo de disparar, pues cayeron ante las balas de los soldados de la Patrulla Martín, que comandaba el ahora general de división Juan Domingo Ramírez Garrido Abreu. Dos rebeldes quedaron heridos y fueron trasladados al Campo Militar Número 1.