MARTES Ť 27 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Es el escritor que yo soñé ser, señala José de la Colina
A la salud de Juan, un tributo más en honor de García Ponce en la FIL
CESAR GÜEMES ENVIADO
Guadalajara, Jal., 26 de noviembre. García Ponce sube, García Ponce baja. Tan sólo seguir su trayectoria por la numerosa cantidad de actos en que está presente implicaría al menos 10 horas diarias. Recibió, en menos de 12 horas, las palabras de los participantes en el reconocimiento A la salud de Juan, con Elena Poniatowska, Manuel Felguérez, José Luis Rivas, Raquel Serur, Magda Díaz y Morales y Rafael H. Moreno Durán. Ahí estuvo García Ponce. Se presentó su más reciente libro, Entre las líneas, entre las vidas (Océano) y ahí estuvo García Ponce a fin de escuchar los comentarios de José de la Colina y Emmanuel Carballo.
Primero, Poniatowska dibujó así al autor de El gato: ''Cuando Juan no hace el amor, se dedica a leer Contrapunto, de Huxley, Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, y claro, a Musil. Las historias de amor de Bataille palidecen al lado de las de Juan, ese gran amante, legado de los dioses a la literatura mexicana. Ese D.H. Lawrence por quien todas quisiéramos convertirnos en Lady Chatterley''.
En un segundo momento, ya en la presentación de Entre las líneas..., Carballo resucitó un texto de hace décadas en el cual caracteriza al autor de De Anima: ''Al abandonar el teatro, García Ponce, uno de los escritores más firmes y trabajadores de la joven literatura, además de dedicarse a la prosa, en un camino que va del cuento a la novela, empieza a publicar ensayos literarios y frecuentes reseñas bibliográficas. Durante esos años, el contacto directo y casi continuo con Octavio Paz, Juan Soriano, Jaime García Terrés, Ramón Xirau y Tomás Segovia, le permitió adquirir una cultura más amplia, una manera de expresarse más acorde con su nueva circunstancia y, por supuesto, una nueva terminología: la mirada, la revelación, el misterio y la ambigüedad. A partir de ese momento, García Ponce se convierte en el director espiritual de sus compañeros de equipo, el que comprende escritores nacidos en los años treinta, rezagados o hipotéticos''.
De la Colina, tan ubicuo como García Ponce, se dedicó a la broma dicha en serio y cerró así la noche de un largo día: ''La FIL nos está explotando en hablar de Juan García Ponce, tanto que a mí ya me dan más ganas de insultarlo que de elogiarlo. Lo conozco desde hace 46 años. Sé que yo soñé a Juan García Ponce: él es el escritor que yo soñé que iba a ser. El, traidoramente, ha usurpado esas funciones del escritor soñado por mí. Siempre creí que iba a escribir más que Juan, pero él en otra de sus astucias malignas, se enfermó. O finge que está enfermo porque en cualquier momento puede echar a andar y a bailar como bailaba en nuestras fiestas inmorales de los edificios Condesa. Siempre he pensado que él me roba los libros que yo iba a escribir. Siempre creí que este fantasma que yo inventé en compañía de Elena Poniatowska, de Juan Vicente Melo, Huberto Batis, Inés Arredondo, Tomás Segovia y hasta de Gastón García Cantú'' en México se piensa mucho en tu Entre todos lo hemos inventado''.