MARTES Ť 27 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť El poeta recibió el reconocimiento al mérito editorial, en Guadalajara

Día tras día, año tras año he sido un humilde pastor de la palabra ajena, dice Alí Chumacero

Ť A sus 80 años bailó a ritmo de samba, con singular vigor, en el encuentro libresco

Ť Se reconoce su oficio en la tipografía y el amor por los libros, señala José Luis Martínez

CESAR GÜEMES ENVIADO

Guadalajara, Jal., 26 de noviembre. Sólo faltó calificar a Alí Chumacero de lo que realmente es: longevo en vías de la inmortalidad. El reconocimiento al mérito editorial que entrega la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, fue para el poeta y editor Chumacero quien lo recibió con buen humor, acompañado de personajes de la edición como José Luis Martínez, Felipe Garrido y el escritor José Hernández. Alí es hasta ahora el único mexicano en la FIL, mayor de 80 años, que públicamente ha ejercitado la samba con singular vigor.

chumacero-ali-jpgLa titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sara Bermúdez, hizo la entrega luego de que Martínez diera lectura a su texto Marca del 18 en el cual explica a su generación: ''En la juventud y en algún caso en la infancia, nos hicimos amigos y luego descubrimos que teníamos la misma edad porque habíamos nacido en 1918, el año en que en Europa terminaba la Primera Guerra Mundial y en México gobernaba Venustiano Carranza''. Se refirió, entre otros, a Jorge González Durán, Luis Calzada, Joaquín Diez Canedo y al propio Chumacero: ''De esas personas sólo sobrevivimos Juanito Arreola, agobiado por sus males, y más o menos activos algunos como Alí y su servidor. Después de su muerte, en 1986, nos enteramos que debíamos a Juan Rulfo un singular homenaje: para asociarse con nosotros decía que era del 18 cuando había nacido un año antes y además se empeñaba en confundir el lugar de su nacimiento para ocultar que era de Sayula, Jalisco, coterráneo del ánima de Sayula''. Cerró Martínez: ''No fuimos geniales, ni nos sentimos superiores a los demás, pero nos empeñamos en hacer nuestras tareas con entusiasmo y con la fuerza de nuestra capacidad. Y Alí Chumacero es poeta y es editor. Con su poesía ha recibido todos los premios pertinentes y merecidos, pero ahora no se premia al autor de Responso del peregrino, sino su oficio de editor que implica la tipografía, el diseño, la ortografía, toda la cultura posible y además de ello el amor por los libros''.

Vocación ratificada

Garrido recordó que al ser invitado para dirigir la parte técnica de la serie Sepsetentas, le dijo Alí, su jefe entonces: ''Mira, llevamos siete u ocho meses haciendo libros y haz visto cómo los hacemos; ahora te voy a decir cómo deberíamos hacerlos. Toma un cuaderno y vente conmigo''. Lo acompañé y pasamos cuatro horas mientras él me dictaba un tratado de edición. Después, de vez en cuando, lo consulté, pero continuamos haciendo los libros tal como se hacen y no como deberían hacerse''.

Faltaba el esperado Alí Chumacero, quien inició, jocoso: ''Después de tanta grosería que se ha dicho de mí en este lugar, y que yo perdono, tendré que ser obligatoriamente breve. Agradezco que se haya considerado sorpresivamente a mi modesta persona merecedora del reconocimiento al mérito editorial, presea otorgada a otros ilustrados profesionales de la elaboración de libros. Es evidente que al decidirlo, el jurado tomó en cuenta la indeclinable vocación de quien durante toda la vida, junto a la íntima amistad con la literatura, ha intervenido en las diversas etapas por las que transita la página impresa. Hoy más que nunca, ratifico esa vocación. Es doble el comportamiento frente al uso de la palabra: soy un escritor preocupado particularmente más que por escribir, porque los demás escriban''.

Sin perder jamás el buen humor que en él es manejado siempre desde la solemnidad, concluyó Alí: ''Como simple aficionado a las letras y tipógrafo consistente, me agrada jactarme de que nunca he cejado de colaborar corrigiendo y aun rehaciendo renglones y párrafos de otros escritores. Ya lo dije en alguna ocasión, el interés por la obra ajena no es desinterés por la propia. Todo fluye hacia un destino común: tipógrafo más que literato. Haber concurrido en estos menesteres me ha procurado la satisfacción sólo percibida por quienes sospechan que servir a los demás es tan respetable como servirse a sí mismo. Por eso aseguro que este premio viene a manos de quien ha hecho un constante e invariable esfuerzo por permanecer, durante más de medio siglo, fiel a una ocupación imprescindible para que la cultura ilumine la condición humana. Gracias, pues, muchas gracias por tan alta distinción a este seguro servidor que sin dudas ni flaquezas ha sido siempre, día tras día, año tras año, un humilde pastor de la palabra ajena''.

Chumacero, en un singular auditorio decorado a la usanza de las plazas de toros, cortó orejas, dio vuelta al ruedo, salió casi en hombros de la sala y se llevó merecidamente los aplausos de su público que lo quiere tanto como editor, poeta, longevo y consumado bailarín.