Ť Exigían ver a los detenidos y trataron de impedir el ingreso de más policías
Rebelión de familiares de internos en el centro tutelar San Fernando
Ť Derriban una puerta al forcejear con efectivos de la PFP Ť Varias mujeres fueron agredidas con toletes Ť Temían represión a jóvenes que se amotinaron Ť Segundo día de disturbios
SUSANA GONZALEZ G.
La presencia de 150 efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP) en el interior del Centro de Tratamiento para Varones San Fernando, luego del motín que el domingo pasado protagonizaron unos 50 internos, no impidió que la violencia volviera a presentarse tanto adentro como afuera de la institución.
Con la intención de ingresar al tutelar para ver a sus hijos y al mismo tiempo protegerlos de posibles represalias, un centenar de padres de familia forcejearon al mediodía con los uniformados de la PFP en los dos accesos del inmueble.
Varias personas resultaron lesionadas con golpes leves. El caso más grave fue el de una señora, cuya mano quedó prensada momentáneamente en la puerta del estacionamiento, la cual fue derribada durante los disturbios.
La protesta se originó inicialmente ante la tardanza de las autoridades del centro para permitir la entrada de los parientes, ya que a pesar de que desde antes de las ocho de la mañana había una fila de espera de señoras cargadas con comida para los menores infractores fue hasta las once que, en grupos de cinco, comenzó el ingreso luego de una exhaustiva revisión de pertenencias y hasta de ropa interior, según dijeron algunas señoras.
Quienes lograron ver a sus hijos -pero que se negaron a proporcionar sus nombres "para evitarles más problemas"- manifestaron que éstos tenían moretones en la cara y el cuerpo, pero que se negaban a decirles qué les había pasado. No lo podían hacer, dijo una de ellas, "porque nos impidieron hablar a solas con ellos. Todo el tiempo que duró la visita estuvimos con una trabajadora social enfrente y con al menos un policía cerca. Yo quise levantarle la camisa a mi hijo para revisarlo, pero cuando iba a hacerlo me dijeron: "ya se terminó su entrevista", y me sacaron".
No obstante, por la tarde un grupo de médicos del Hospital Manuel Gea González ingresó al lugar e informó que al menos diez jóvenes presentaban contusiones, además de que algunas personas hicieron denuncias similares por escrito al Frente Mexicano de Derechos Humanos.
La llegada de más elementos de la PFP al lugar,
a bordo de una camioneta, detonó el principal enfrentamiento del
día, pues las mujeres formaron vallas para bloquear la puerta principal
e impedirles el paso.
El
vehículo rodeó entonces el edificio pero la gente lo siguió
al darse cuenta que lo hizo para meterse por la entrada del estacionamiento.
Y ahí, entre patadas y empujones, derribaron una de las puertas
metálicas del estacionamiento, de más de tres metros de altura.
Magdalena Wong y Celina Oceguera, responsable del centro y directora de Previsión y Readaptación Social de la SSP federal, respectivamente, realizaron un restringido recorrido con la prensa por las instalaciones para constatar la situación que prevalecía.
A más de doce horas del motín, permanecían huellas de los destrozos del día anterior: vidrios, lámparas y mobiliario rotos, restos de fogata en un patio, un dormitorio colectivo en desorden y con restos de colchones quemados, decenas de policías distribuidos en todo el penal y metros adelante, donde las autoridades no permitieron que los reporteros se aproximaran, varios jóvenes colgados de las rejas de las ventanas de una habitación en un segundo nivel (uno de ellos con un palo en la mano y otros que abiertamente pedían droga: "quiero mi mona", decían). Poco después apareció otro joven semidesnudo y descalabrado.
No obstante, Celina Oceguera fue insistente en declarar que la institución se mantenía "en calma" y que todo había sido controlado. A su vez, Magdalena Wong aseguró que los mismos internos habían causado las lesiones al muchacho que tenía sangre en la cabeza.
Sin embargo, durante varias veces a partir de las tres de la tarde, los padres de familia bloquearon la circulación de la avenida San Fernando. La primera vez lo hicieron para impedir el ingreso de una camioneta donde, aseguraban, llevaban más granaderos para golpear a los jóvenes, a pesar de que Raúl Tovar, director adjunto de Comunicación Social de la Secretaría de Seguridad Pública federal, afirmó que se trataba de relevar a algunos de los custodios.
La gente sólo permitió, luego de revisarlas, el ingreso de dos camionetas con comida pues la cocina del lugar también había sufrido daños. A las seis de la tarde, los padres exigieron que ninguno de los internos fuera trasladado a otro centro de reclusión, pero ante la falta de respuesta de las autoridades volvieron a impedir la vialidad varias veces hasta el anochecer.