MARTES Ť 27 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Las afganas "ni siquiera la paz" esperan de la Alianza

Soraya, sonriente tras la derrota de los talibanes que ella detestaba, ya está decepcionada y afirma que las mujeres no esperan nada de la Alianza del Norte, "ni siquiera la paz".

afghan_girl_xc6"Nuestra única victoria es que puedo recibirlos en mi casa", dice con amplia sonrisa ya que, bajo el reinado de los integristas, los extranjeros y sobre todo los periodistas no podían entrar en un domicilio privado.

Tampoco tenían derecho a hablar a una mujer aunque fuera en el exterior, ni siquiera si ella estaba acompañada de marido o padre.

Soraya reconoce algunos progresos, como la reaparición de la televisión y la radio, en las que algunas afganas son presentadoras de los programas.

Pero no está satisfecha porque -dice- las únicas mujeres que se benefician son las que vienen del extranjero o de las zonas ocupadas anteriormente por la Alianza del Norte, y no las que vivieron bajo el talibán.

Se rebela contra el hecho de que durante las negociaciones que comienzan en Bonn este martes, la alianza contará con la presencia de una sola mujer, que vivió en Irán hasta hace pocos días.

En la caída de los talibanes, Soraya Perlinka ha recibido a cientos de personas, sobre todo mujeres, en su austero departamento de un viejo inmueble construido por los soviéticos poco antes de invadir Afganistán en 1979.

Ni adornos ni libros. Tampoco televisión; sólo su padre, un viejo barbudo medio sordo que trata de recuperar el calor de un pequeño radiador eléctrico, único lujo de esta vivienda junto con una mesa para planchar.

"Como mujer no tengo derecho a trabajar, soy soltera y vivo de lo poco que tiene mi padre", dice Soraya.

Sonríe, sus ojos chispean, visibles porque se sacó la burka, ese tejido que cubre a la mujer afgana de pies a cabeza, sin dejar ver siquiera los ojos, ocultos tras una rejilla.

Ex secretaria general de la Media Luna Roja de Afganistán bajo el régimen comunista, recuerda: "En la época del rey, en los 60 y después durante el de los comunistas, en los 70, las mujeres teníamos algunas ventajas, pedíamos más todavía y jamás habríamos podido imaginar que íbamos a caer tan bajo".

Si recibe hoy tantos visitantes es porque a sus 50 años de edad dirige el "único, dice, sindicato de mujeres del interior del país", creado en 1992 en la clandestinidad.

Soraya organizó la primera manifestación de afganas el 20 de noviembre pasado en Kabul, una semana después de la derrota del talibán, cuando cientos de mujeres disfrutaron del tímido placer de levantar algunos instantes la burka para mostrar sus rostros a fotógrafos y camarógrafos.

No espera nada -expresa- de la Alianza del Norte, "ni siquiera la paz", y su única esperanza de que se celebre una gran asamblea tradicional afgana bajo la égida del viejo rey Zaher Shah, exiliado en Roma después de ser derrocado en 1973.

Afirma que espera mucho de Occidente, sobre todo después de las tomas de posición de las esposas de George W. Bush y de Tony Blair, que prometieron ocuparse del destino de las afganas.

(AFP)