LUNES Ť 26 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Con Georges Duby preparó una colección de cinco volúmenes acerca del tema

La mujer, marginada en la Historia: Perrot

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Las mujeres hacen y escriben su historia. Dentro de la globalización tienen amenazas, pero sobre todo oportunidades, y en el siglo XXI aún enfrentan problemas relacionados con la religión, la violencia y el sida, afirma la historiadora francesa Michelle Perrot, quien junto con Georges Duby dirigió los cinco volúmenes de La historia de las mujeres (Taurus).

Para poder hablar de la historia de las mujeres, precisa, en primer lugar es necesario ponerse de acuerdo con la palabra historia, porque puede definirse de dos maneras: "como aquello que sucede, y como el relato que se da de las cosas". En este caso "el silencio más violento, más fuerte, es el silencio del relato histórico que, hasta nuestros días, habla muy poco de la mujer".

Esto se debe a que se dice que la historia "es la de los acontecimientos públicos, y por lo general las mujeres no forman parte de la esfera pública", situación que sí ha cambiado con el paso del tiempo pero antes "se consideraba que las mujeres no son las que hacen la historia" y, peor aún, se señalaba que la mujer "no debería ser vista en público. Un filósofo griego decía que la mujer en público estaba fuera de lugar".

Si hablamos de la historia como lo que sucede "entonces es obvio que las mujeres sí están dentro de ella. Las mujeres hicieron la cotidianidad e incluso están presentes en los grandes acontecimientos, como las guerras, pero simplemente no las hemos buscado y ese es el sentido de escribir una historia de la mujer".

Sin embargo, advierte que sería un error afirmar que sólo las mujeres pueden relatar la historia de las mujeres, "porque sería lo mismo que decir que la mujeres no pueden escribir la historia de los hombres".

El problema de las fuentes

Para hacer el relato de las mujeres, existen varios problemas, entre ellos las fuentes de información, por lo que es necesario leer entre líneas, sobre todo en los periodos de la Antigüedad y la Edad Media; eso cambia un poco a partir del Renacimiento cuando ya intentan apoderarse de la escritura y "conforme pasa el tiempo, aparecen escritos sobre las mujeres, por ejemplo en el siglo XIX, como diarios íntimos".

Otra fuente para saber de las mujeres en siglos pasados son los tribunales, ya que con frecuencia eran acusadas aunque no siempre condenadas. En la época contemporánea el reto es recuperar la historia de las mujeres campesinas y obreras, porque es obvio que escriben menos que las de otras clases sociales.

En este siglo, añade, uno de los principales problemas que enfrenta la mujer es el de la religión "podemos pensar en las afganas, ya que el poder masculino se da a través de la religión, pero no en todas las religiones" y este es un espacio de lucha, al igual que el de la salud, especialmente con el Sida: "por ejemplo, las mujeres africanas son el sector más afectado por esta enfermedad". Además, evidentemente, la violencia y opresión que enfrenta la mujer en distintas partes del planeta.

Perrot señala que los problemas ligados a la globalización también crean problemas particulares para las mujeres, y en este punto subraya: "en lo que a mi respecta no me opongo para nada a la globalización, porque de todos modos es inevitable, pero como a menudo la mujer está en un nivel más débil, con mayor frecuencia está amenazada", principalmente en cuestiones laborales y de capitales.

En el primer aspecto "las mujeres siempre tienen empleos menos calificados", y del lado del capital "muy pocas se ocupan de las finanzas, incluso a nivel doméstico ya que prefieren relegar esa responsabilidad al hombre".

Pero la globalización también da oportunidades "porque cada vez hay más mujeres instruidas, que adoptan roles importantes y la democracia sigue avanzando a pesar de todo y de todos. Considero que un hombre y una mujer valen lo mismo" y para llevar esta igualdad a la práctica "hay que hacerlo a nivel de la ley y de la práctica cotidiana. Es una lucha constante".

A final de cuentas, dice, "hacer la historia de la mujer es hacer la historia de la relación hombre-mujer, porque esta relación no es definitiva, es como una frontera que se desplaza a través del tiempo, con cambios en los roles femenino y masculino. Hay que convertir las limitaciones de la feminidad en libertad y en posibilidades de elección. En esta época hay fronteras abiertas para las mujeres".