LUNES Ť 26 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Provocan siniestro para exigir la renuncia de la directora

Motín en centro tutelar para varones, en Tlalpan

Ť Internos se quejan de malos tratos Ť La protesta, por impedir tráfico de drogas, aducen funcionarios Ť Las instalaciones, bajo control de PFP

SUSANA GONZALEZ G. Y JOSE ANTONIO ROMAN

Un grupo de al menos 40 internos del Centro de Tratamiento para Varones San Fernando, en la delegación Tlalpan, se amotinó ayer durante más de tres horas para exigir la destitución de la directora Magdalena Wong Bermúdez y, para terminar con la revuelta, un pelotón de 40 elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) ingresó al inmueble sin que se registrara ningún herido.

Sin embargo, un policía preventivo del Distrito Federal resultó descalabrado horas antes cuando los jóvenes arrojaban objetos a través de la alambrada de la azotea, mientras otro uniformado sufrió un rozón de bala durante un tiroteo ajeno a la rebelión pero suscitado afuera del tutelar.

motin_jovenes_vhnAl cierre de esta edición, trascendió que varios de los líderes del movimiento serían trasladados a otros centros de readaptación mientras la PFP mantenía el control de la institución.

Con colchones, madera, cartón y ropa vieja, los inconformes provocaron un incendio en la azotea de la sección uno del centro, localizada en el área frontal del edificio, cuando estaba a punto de terminar el horario de visita, alrededor de las 15:30 horas.

De inmediato, arribaron al lugar diez carros bombas del Cuerpo de Bomberos de las estaciones de Tlalpan, Alvaro Obregón y la Central, así como seis ambulancias de la Cruz Roja y el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) de la Secretaría de Seguridad pero a nadie se le permitió ingresar.

Aunque el fuego era controlado por los propios internos, quienes lo avivaron varias veces cuando patrullas de la policía capitalina se aproximaban a la fachada, sólo pudo ser extinguido por completo después que de las siete de la noche con el ingreso de una cuadrilla de bomberos, posterior a la entrada de la PFP.

A las siete de la noche, cuando las autoridades buscaban recuperar el control del centro y negociaban con los insurrectos, en presencia de una comisión de padres de familia, afuera se suscitó una balacera cuando el conductor de una vieja camioneta Ford, matrícula KM82400, rompió el cerco policiaco y se inició una persecución que terminó calles más adelante con un policía herido y los cinco ocupantes de la camioneta detenidos.

Algunos policías manifestaron que los detenidos acababan de cometer un robo y huían a gran velocidad sin percatarse del operativo montado fuera del centro tutelar. En cuestión de segundos la camioneta burló los dos extremos del cerco sobre Avenida San Fernando, a pesar de que la policía disparó y ponchó las dos llantas del lado derecho, en respuesta a "la agresión, también a balazos" de los presuntos asaltantes.

La persecución terminó cuando el conductor de la camioneta perdió el control y se impactó contra un Topaz negro al llegar a la Calzada de Tlalpan. Y mientras un elemento del Agrupamiento Fuerza de Tarea de la policía capitalina era atendido en una ambulancia y trasladado al Hospital Mocel por haber sufrido un rozón de bala en el hombro, a un costado de su chaleco antibalas, sus compañeros de agrupamiento detuvieron a los cinco sospechosos para remitirlos, junto con la camioneta, al Ministerio Público.

Aun cuando este hecho fue considerado totalmente ajeno al amotinamiento de los internos, provocó alarma y confusión entre las decenas de padres de familia, cuerpos de emergencia, reporteros y curiosos que se encontraban a unos cuantos metros del enfrentamiento.

Disciplina o venta de droga

Dos versiones corren sobre el motivo del amotinamiento. Una, la de los internos y algunos de los padres de familia que acusan a la directora Magdalena Wong de establecer rígidas medidas de disciplina, malos tratos, no poner remedio a las precarias condiciones del añejo inmueble e impedir que las visitas introduzcan algunos alimentos a los jóvenes.

La segunda, vertida de manera extraoficial por algunos funcionarios, señala que la inconformidad surgió por las nuevas medidas de seguridad tendientes a impedir la venta y consumo de droga.

Sin embargo, ningún funcionario federal se presentó en el Centro de Tratamiento para Varones, institución que depende de la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo de Alejandro Gertz Manero. A su vez, Francisco Garduño secretario de Gobierno del Distrito Federal así como Gilberto López y Rivas, jefe delegacional en Tlalpan se mantuvieron en el lugar durante algunas horas pero sin poder intervenir ya que, dijeron, era un problema de competencia federal.

No obstante el delegado se ofreció en un primer momento a servir como intermediario entre los amotinados y las autoridades. Incluso dijo que habló con Gertz Manero para pedirle que no se recurriera a la fuerza ni a la violencia para resolver la rebelión.

Pero, alrededor de las 18:20 horas, cuando ingresaron los elementos de la PFP al inmueble, López y Rivas se alejó unas cuadras y se deslindó de lo que aconteciera.

Francisco Garduño, quien se mantuvo alejado de la entrada principal del tutelar, dijo por su parte que nada le habían comunicado las autoridades federales competentes y que la policía preventiva del DF sólo se mantendría a la expectativa. Pero para ello más de cien elementos de agrupamientos y policía sectorial se encargaron de cercar las inmediaciones.

Hasta las seis de la tarde, todavía un grupo de jóvenes permanecía en la azotea pero una vez que los uniformados de la PFP se aproximaron en doble formación al centro echaron a correr y sólo ruidos e insultos pudieron escucharse desde el interior.

"¡Ya entró la policía!" "¡Nos están pegando!" "¡Hijos de pinche madre! ¡Váyanse!", se escuchaba a momentos, hasta que poco a poco imperó el silencio.

Preocupados por lo que ocurría adentro, los padres de familia crearon una reducida comisión que ingresó al inmueble a fin de verificar la integridad de los internos y momentos después les fue permitido el paso a los bomberos para extinguir totalmente el fuego y remover los escombros.

Ninguno de los internos fue golpeado ni resultó lesionado durante el motín o con el ingreso de la PFP, según versiones de los padres de familia que integraron la comisión y que salieron del lugar al filo de las ocho de la noche, pero la policía se quedó adentro. En cuanto a los daños materiales, las autoridades aún no los habían cuantificado.