lunes Ť 26 Ť noviembre Ť 2001
Javier Oliva Posada
La estrategia política
Desde hace varios años, gradualmente han sido incorporados algunos términos propios del léxico militar: campaña, conquista del voto, posicionamiento o vanguardia en diversas actividades como son la mercadotecnia, la administración en general y, desde luego, la política.
Destaca el concepto de estrategia no sólo porque denota la intención para el manejo a gran escala de las variables que intervienen en la conducción de los asuntos públicos, sino porque se ha convertido en referencia obligada para conocer la percepción y relevancia de los factores para quien toma las decisiones. Por eso resulta muy útil considerar las características principales de lo que usualmente conocemos como estrategia política.
La estrategia general de la nación representa la serie de condiciones, recursos, características y posibilidades del gobierno de la República para la conducción del país. Así, tenemos que el objetivo fundamental se enfoca a la preservación de las opciones de convivencia en general, al mismo tiempo que el desarrollo de las mismas. Una estrategia no se limita a considerar los recursos disponibles, sino a su aplicación y ampliación.
Dentro de la actividad política, sobre todo en un país como el nuestro, con un calendario electoral tan intenso, competencia por el voto, en ocasiones enconada, se ha ido recurriendo a una visión más pragmática con tal de alcanzar sus objetivos. Para obtener el triunfo, prácticamente no hay límite en cuanto a la utilización de todo tipo de recursos. Pero también la referencia a la estrategia política se hace desde el gobierno federal.
En ese caso, la estrategia política tiende a referirse a las fórmulas de comunicación pública y con los medios de comunicación. También se limita a considerar en la imagen del Presidente de la República, el principal patrimonio de legitimidad. Sin embargo, desde esa perspectiva no se considera la gran cantidad de factores que gravitan sobre el diseño tanto de las políticas públicas como en su aplicación. Grupos de interés, condiciones internacionales, reconocimiento de la dinámica en organizaciones y de la sociedad son factores que están y actúan, sean o no considerados.
De esta manera, la estrategia política es un término cuya finalidad es la estructuración de un proyecto fincado en un máximo de cinco prioridades, mismas que se apoyan entre sí mediante la aplicación de los recursos disponibles para ampliar el horizonte en la acción de gobierno. Bien, pero Ƒpor qué no diez o tres prioridades? La explicación es que ese número permite dos opciones: una, establece la necesidad de la precisión de quien las formula, y dos, demanda una vinculación efectiva entre las mismas prioridades de gobierno.
La estrategia política, por lo tanto, exige una amplia consideración de los elementos que componen e inciden en el desarrollo del presente. Debe en consecuencia, para el caso de los partidos políticos, establecerse cuáles serán o pueden ser los efectos de las decisiones aplicadas a las campañas, básicamente las promesas y los ataques a los adversarios. Por cuanto al gobierno federal, el reconocimiento con exactitud de las precisiones, permite la articulación de una política de alianzas consistente y no sujeta a las dificultades de la coyuntura.
En la actividad política, y desde luego en la personal, nunca hay sólo una opción. Construirlas para el acto de gobierno, es aplicar los principios de una estrategia política. En razón de esto, a los ciudadanos la exactitud en las prioridades nos permite la visibilidad en las intenciones (Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio).