LUNES Ť 26 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Luis T. Díaz Müller

ƑNuevos códigos para una "idea eterna"?*

Arthur Miller escribió sobre los vientos de incertidumbre que caracterizan la época actual. En medio de esta incertidumbre, la democracia continúa siendo una "idea eterna": es el poder del pueblo, no del mercado.

Ciertamente, estamos en presencia de una crisis estructural que puede ser de renovación, si reorientamos los caminos de la democracia, el desarrollo y la inserción regional en el mundo de la globalización.

Por principio de cuentas, los sucesos del pasado 11 de septiembre provocaron un cambio fundamental del orden mundial. Asimismo, la guerra imperial en Afganistán demuestra la decadencia de los imperios occidentales. En cambio, Kant en La paz perpetua abogaba por un mundo pacífico basado en el derecho internacional.

Lejos de esto, el orden mundial se tornó incierto y desigual, con gran número de desempleados, migrantes y pobres que refuerzan la idea de una búsqueda renovadora del nuevo sistema mundial en ciernes.

El derecho internacional y la paz sufrieron una derrota estratégica el 11 de septiembre de 2001. Las transiciones a la democracia, paralizadas e inciertas, se sumergen en un neoliberalismo sin futuro. El caso de Argentina es notable: la Alianza Unión Cívica Radical Frepaso llegó al gobierno prometiendo la superación de la recesión económica y política. Hoy en día ese país está al borde de la cesación de pagos que, en buenas cuentas, es otra forma de llamar a la moratoria de la deuda.

Se produce, entonces, un desencanto de la idea democrática en la medida que esta forma de gobierno no ha logrado resolver los asuntos del subdesarrollo. El aumento de los conflictos sociales y la derrota táctica de los derechos humanos obligan a repensar fórmulas de superación del atraso, la pobreza, las minorías, la mujer, el medio ambiente y el terrorismo.

Este último fenómeno -amén que existen viejos y nuevos terrorismos- se ubica en el centro de los asuntos mundiales. Desplaza, con la CNN y los medios de comunicación social los temas importantes y emergentes: el deterioro ecológico, el mar, la búsqueda de la paz y la vigencia de un nuevo orden mundial, justo y pacífico.

La reciente reunión de la Internacional Demócrata de Centro (IDC), ligada a la Democracia Cristiana, debería hacernos recordar el resultado de estos experimentos políticos en América Latina: Chile y Venezuela. En efecto, los gobiernos de Eduardo Frei Montalva (Chile) y de Rafael Caldera (Venezuela) constituyeron procesos que no arrojaron mayores resultados concluyentes a la hora del desarrollo y la democracia.

La democracia en la sociedad de la información, para mencionar a Alain Touraine y a Giovanni Sartori, debería concebirse en términos de un desarrollo sustentable y solidario. Sin embargo, el discurso de la IDC es una verdadera obra de ingeniería política sin sentido, pues refuerza la idea de la dictadura del mercado.

ƑEs el mercado un sinónimo de democracia?

Por cierto, nadie quisiera abolir la ley de la oferta y de la demanda por decreto, como se le ocurrió a algún presidente en su oportunidad. Sostengo, más bien, la necesidad de recuperar la nobleza del Estado; satisfacción de la educación, vivienda, salud, en el marco de un Estado social de derecho, tema que la socialdemocracia ha olvidado para sumergirse en la ciénaga neoliberal.

En buenas cuentas, los sucesos actuales ofrecen excelente oportunidad para reorientar los caminos del cambio. El ataque al desempleo se transforma en tema central. En medio de una nueva civilización, científico-tecnológica, que aumente las posibilidades de un modelo de desarrollo compartido, igualitario, y que se refleje en la creación de un tribunal penal internacional.

Por estas ilusiones reales es que el desencanto debería transformarse, como en la canción de Manu Chao, en una próxima estación: ƑEsperanza?

 

* Exposición en el seminario: Los derechos humanos del siglo XXI, Santiago de Chile, noviembre, 2001

 

[email protected]