Ť Su primer cinta fue El final de la violencia, de Wenders
Marisol Padilla, actriz mexicana que se dio el lujo de rechazar a De Niro
JORGE CABALLERO ENVIADO
Mazatlan, Sin., 23 de noviembre. Actriz mexicana nacida en este puerto, ha participado en películas como: Tráfico, Antes que anochezca, Fever, Los Angeles al desnudo y El final de la violencia. Responde al nombre de Marisol Padilla y para más referencias es bellísima, usa zapatos bonitos con pies igualmente lindos y se negó a trabajar con Robert de Niro por no querer interpretar a la clásica casquivanita latina. "Mis padres se fueron para Los Angeles, donde nací enferma. Mi madre se regresó a Mazatlán prácticamente para enterrarme pero aquí encontró a un médico que me curó y aquí estoy."
Marisol agrega que esta magia la ha acompañado toda su vida: "Mi abuelo era huichol y siempre se inventaba una historia para explicarme las cosas; cuando le decía que quería ser actriz de cine, me respondía que esa gente viene del Sol y que si quería ser una de ellas debía contarles historias a los pájaros, que son más cercanos a él, para que lleven el mensaje y así poder ser un pedazo de Sol. Con apenas 5 años de edad, pues te la crees".
Portando un vestido azul cielo, rodeada de un aura amarilla casi trasparente, un escote que permitió ver gran parte de sus sutiles curvas y con una seguridad que desarma, Marisol Padilla contó la inverosímil pero verdadera historia de cómo conoció al cinerrealizador alemán: "Mesereaba en un restaurante y estaba escribiendo una carta en mi diario porque quería trabajar con Wenders, entonces estaba un alemán que me regresó una copa de vino que había pedido. Le dije: 'señor, si quiere un vino bueno compre la botella, ya sabe que el vino por copa es malo; usted debe de ser alemán, porque aquí vienen muchos que quieren tomar buen vino pero no quieren comprar la botella'. Me respondió: '¿No te gustan los alemanes?' ?ves que son bien sensitivos por eso de los nazis?; le respondí: 'No, no. Justo ahora estoy escribiéndole una carta a Wim Wenders, pues me encanta', y le di una cátedra del director, pensando que como eran compatriotas ya no se molestaría. Al terminar de hablar me dio una invitación de la retrospectiva fotográfica que presentaba en Los Angeles y me exhortó a que asistiera, pues ahí podría conocer a Wenders; pero cuando me dio la tarjeta de crédito para pagar me di cuenta de que era él, entonces pegué un grito. Regresé y le dije que lo de la carta era cierto y hasta le dije que le iba a mostrar mi diario para que viera que era verdad. Todo lo que pasó después fue mágico. Así entré a El final de la violencia".
?¿Cómo combinas esa magia con el canibalismo que hay en la industria cinematográfica?
?Entregándome totalmente a mi trabajo, tienes que tener una fe absoluta, una impecabilidad para ser una guerrillera en Hollywood sin dejar de tener humildad ni alejarte de tus raíces. Estuve a punto de hacer una película con Robert de Niro y fui a conocerlo (lo que pasa con De Niro es que debes saber en qué estado de ánimo está). Con pleno conocimiento del papel (una prostituta latina) quise borrar la imagen que Hollywood ha dado a las latinoamericanas dedicadas a dicho oficio, por lo que, para darle más humanidad al papel, me fui a platicar con las prostitutas. La audición estuvo bien, pero De Niro quería que fuera una prostituta estúpida y ya no quise meterme más en ese rollo, aunque fuera con él. Me sentí muy mal y cuando me pasa eso me pongo a leer, a hacer política o me voy a trabajar a Oventic, en la nueva escuela que están haciendo; cuando alguien me pega un jodazo tan fuerte como este me vuelvo a la gente, a la magia de mi padre. Ese es mi rollo.
-Tienes una carrera interesante y no te las das de gran estrella...
-Salma (Hayek) tuvo como padre a un político, ella tuvo un sabor de la riqueza que yo no tuve, mi llegada a Hollywood fue más cruda y la de ella más cómoda. Ese es su rol, yo he visto diferentes cosas que ella. Le deseo bien porque el camino es el mismo, le deseo que le den suficiente amor para que se dé cuenta de que tiene poder para hacer más cosas.
-¿Y en el cine mexicano no te has abierto las puertas?
-No me las han abierto, pero a pesar de que yo no empujo entro. Me convencieron para hacer una novela en Univisión, pero ayudé a que todos los trabajadores de la misma tuvieran el mismo derecho que el de cualquier trabajador anglo de las cadenas estadunidenses.