viernes Ť 23 Ť noviembre Ť 2001
Jorge Camil
Vuelo 587
Los estadunidenses tienen un refrán muy apropiado para situaciones como ésta: "si parece pato, camina como pato y grazna como pato: šes un pato!" Y el vuelo 587 ha comenzado a parecer pato. La tragedia ocurrió en Nueva York, a dos meses del atentado al World Trade Center, con un enorme Airbus rebosante de combustible (como los aviones bomba utilizados en Wall Street), nuevamente de American Airlines (nombre cargado de significado), en un día feriado, cuando era de esperar que los neoyorquinos estuviesen hipnotizados frente a sus televisores, como señuelos en una guerra sicológica que no tiene patrones previsibles de conducta. Además, el hecho ocurrió durante la asamblea de la ONU, cuando varios jefes de Estado visitaban Nueva York, el mismo día que la Alianza del Norte expulsó al ejército talibán de Kabul.
Probablemente sean sólo coincidencias, pero la noche de la tragedia el senador Charles Schumer apareció en televisión nacional y declaró que mientras visitaba el barrio de Queens muchos electores le suplicaron: "por favor, hemos sufrido demasiado, no insulten nuestra inteligencia declarando que se trató de un accidente". Minutos después de la explosión el alcalde de hierro, Rudy Giuliani, en actos de gobierno que fueron reminiscencias del 11 de septiembre pasado, cerró inmediatamente los aeropuertos de la ciudad, suspendió el servicio del Metro y bloqueó los túneles de acceso a la isla de Manhattan. A estas alturas, sería perfectamente justificable escuchar graznidos de pato.
En forma discreta, sotto voce, los medios de comunicación han comenzado a formular una pregunta de consecuencias aterradoras: Ƒpor qué el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, una torre de Babel eternamente inmersa en la corrupción, registra tal incidencia de catástrofes aéreas? Ya son cuatro los vuelos recientes que se han estrellado inmediatamente después del despegue: Egypt Air, Swiss Air, TWA 800, y ahora el vuelo 587 de American Airlines. ƑMás coincidencias? Hoy, un año después de que concluyeron las investigaciones sobre el vuelo 800 de TWA, algunos miembros del consejo nacional para la seguridad del transporte aéreo (NTSB) aún no descartan la teoría de que el avión fue derribado por un misil lanzado desde la punta de Long Island cuando iniciaba el ascenso. Al día siguiente de la catástrofe, una pareja de ancianos que caminaba de noche por la playa declaró que una estela de fuego surgida de la isla precedió la explosión final.
ƑY cómo explicar el "suicidio" del piloto de Egypt Air, quien sin explicación aparente precipitó su aeronave al mar después del despegue? (En esa ocasión la caja negra reveló ruidos que fueron interpretados como un intento desesperado del copiloto por evitar la tragedia.) ƑEl primer piloto suicida de Al Qaeda?
Los funcionarios de la NTSB, siempre dispuestos a matizar lo inexplicable, esgrimieron como causa preliminar del accidente la teoría de wake turbulence (el vuelo 587 fue probablemente sacudido por la "estela de turbulencia" de un avión de Japan Airlines que despegó con anterioridad). ƑPero el desprendimiento de la cola del avión? Probablemente se trató de una "laminación" provocada por el "cansancio del metal". ƑY el estallido y posterior desprendimiento de una de las turbinas, presenciado por varios neoyorquinos cuando hacían sus ejercicios matutinos? ƑY las cajas negras que no revelaron nada fuera de lo normal en la cabina, solamente dos "estruendos ensordecedores" (Ƒlos desprendimientos de la cola y de la turbina derecha?) segundos antes de que el avión se lanzara "en picada" sobre el tranquilo barrio de Queens? Wake turbulence, wind shear factor, lamination, Ƒson explicaciones técnicamente sustentables o retórica oficial destinada a tranquilizar los nervios de los usuarios cuando las principales lí-neas aéreas están al borde de la quiebra después del 11 de septiembre?
Un ex funcionario de la NTSB recomendó a los actuales responsables no dejarse llevar por el estado de la economía ni por la sicosis pública: "es necesario llegar al fondo del asunto". En esta ocasión, sin embargo, las verdaderas víctimas no podían estar más apartadas de la ira del fundamentalismo islámico. Eran 200 alegres dominicanos que, repletos de dólares y regalos, creían abandonar el fantasma de Osama Bin Laden, las escenas dantescas del World Trade Center y los rigores del inclemente invierno neoyorquino para disfrutar sus vacaciones navideñas. Los esperaban familiares y amigos con anticipación en el rostro y la música estridente de una canción que jamás volverá a ser escuchada: el merengue del vuelo 587.