viernes Ť 23 Ť noviembre Ť 2001

Gilberto López y Rivas

El señor general Gallardo

De nada valió la recomendación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dirigida al gobierno de México para liberar al general Gallardo en el plazo legal establecido. En desacato, el señor Fox prefirió colocar al país como violador de convenios e instancias internacionales antes que enfrentarse a los altos mandos del Ejército que condenaron a 28 años de cárcel al general por su osadía de defender los derechos humanos de los militares.

Mal están las cosas en el país cuando en momentos en que está en entredicho la institución armada debido a las fundadas sospechas de que tuvo algún tipo de participación o complicidad en el crimen de Digna Ochoa, nuevamente sale a la luz el papel protagónico que jugó el Ejército durante la guerra sucia de las décadas pasadas ocasionando cientos de asesinatos y desapariciones, y a pesar de ello su comandante en jefe se pliega subordinadamente al deseo de los altos mandos: no reconocer la inocencia del general Gallardo.

La manera en que presumiblemente actuaron ciertos sectores del Ejército para intimidar, hostigar y asesinar a Digna es la misma que han utilizado desde hace más de diez años para mantener amenazada a la familia del general Gallardo. Teléfonos intervenidos, micrófonos en casa y automóviles, violencia física, intimidación sicológica y hasta intentos de homicidio han padecido tanto los hijos como la esposa del general.

Resulta evidente que la inteligencia militar se encuentra fuera del control constitucional de Fox. Además de actuar sin rendir cuentas a nadie, se desplazan y actúan con total impunidad, incluso vigilando a funcionarios de la delegación Tlalpan. Y cuando el jefe del Ejecutivo, representante del poder civil, no tiene control sobre el monopolio estatal de la violencia, se convierte hacia fuera y hacia dentro de la nación en mero administrador de conflictos y gerente de las trasnacionales, en tanto el país se encuentra a la deriva de intereses oscuros y de regresivos fueros militares.

A pesar de haberse comprometido en su campaña electoral a liberar de inmediato al general Gallardo, Fox no sólo incumplió su promesa, sino que cotidianamente toma decisiones para ganarse el favor del Ejército en lugar de asumir el mando constitucional de comandante en jefe de las fuerzas armadas. Apenas hace unos días ascendió a más de 50 militares al grado de generales, sin mencionar en absoluto la situación del general Gallardo. Recientemente, la 22 Zona Naval intensificó el adiestramiento de comandos contraguerrilleros, cuyo centro de operaciones se encuentra en Puerto Madero. Así, mientras aumentan las unidades de comandos contrainsurgentes y los grupos paramilitares siguen sembrando terror en comunidades indígenas y campesinas, y mientras se pretende resolver una problemática social por la vía militar, el actual régimen continúa cometiendo injusticias contra un defensor de los derechos humanos de los militares.

Es muy significativo que el Presidente de la República y sus funcionarios se refieran al general como el "señor Gallardo"; pasando por alto el amparo que ganó para conservar su grado y sus condecoraciones. Al llamarle así asumen la ilegal posición de la Sedena de pasar por alto una resolución judicial. En política forma es contenido, y este hecho y la negativa de liberar al general proyectan a un jefe del Ejecutivo rehén o copartícipe de la opinión de militares que no están dispuestos a someterse al poder civil y que pretenden conservar privilegios inaceptables.

En tanto las fuerzas armadas no sean objeto de escrutinio y supervisión por parte del Congreso y de la sociedad será imposible hablar de democracia, y el riesgo del militarismo y la impunidad de los militares seguirá siendo parte indisoluble de nuestra realidad actual.

José Martí afirmaba que cuando muchos no tienen dignidad, unos pocos pueden tener la dignidad de muchos. šCuánta dignidad y valor tiene el general Gallardo cuando rechazó las salidas deshonrosas que el Ejecutivo le ofrecía para obtener su libertad! šDe qué sirve la libertad, si lo más preciado que un militar tiene es su honor! Y tal como explica en una carta enviada el pasado martes al secretario de Gobernación, Santiago Creel, se niega a aceptar el indulto "porque sería reconocer culpas en delitos que yo no cometí. No voy a aceptar el indulto ni ninguna resolución que hagan ustedes, si no es con fundamento en el cumplimiento de la recomendación de la CIDH".

Mientras el general Gallardo esté preso, todos somos, junto a él, prisioneros de conciencia. Es necesario demandar el cumplimiento de la recomendación de la CIDH y no esperar el juicio de la Corte que alargaría su estancia en prisión durante más años. Y, por favor, para quienes tenemos el privilegio de su amistad y, sobre todo, para quienes no la tienen, šse trata del general brigadier José Francisco Gallardo!