VIERNES Ť 23 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť No ha frenado la radicalización fundamentalista, sostiene
La campaña militar en Afganistán, expedición punitiva de EU: Sami Nair
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 22 de noviembre. La actual campaña militar en Afganistán es una "expedición punitiva" de Estados Unidos que ha logrado una "transformación de régimen" en ese país, pero no frenar la "onda de radicalización" en los movimientos fundamentalistas, estimó el intelectual francés de origen argelino Sami Nair, para quien lo más importante ahora es reconocer que "el núcleo fundamental" del problema entre el mundo musulmán y el occidental es el conflicto de Medio Oriente.
El también europarlamentario consideró que la comunidad internacional debe reconocer el conflicto de Oriente Medio entre palestinos e israelíes como "el núcleo" de la confrontación entre los mundos musulmán y occidental, y por tanto debe impulsar lo antes posible un acuerdo de paz "si no queremos ir a una guerra mundial".
Nair, diputado europeo en representación del Partido Socialista y catedrático en Ciencias Políticas de la Universidad de París, habló sobre el conflicto en Afganistán en una entrevista que le hizo el pasado lunes la Televisión Española en el programa Los desayunos.
Sobre el significado de la toma de Kabul por la Alianza del Norte, Nair afirmó que "por lo menos se ha podido resolver el horror que vivía el pueblo afgano, sobre todo las mujeres, bajo el régimen talibán. Era un sistema totalitario, una dictadura que favorecía el terrorismo a nivel nacional y mundial. Un sistema totalmente en contra de lo que es el Islam como visión del mundo y de civilización.
"Evidentemente se trata de algo nuevo, de un cambio importante, pero no podemos decir al mismo tiempo que este cambio real va a cambiar las causas que hacen que hoy en día exista un rechazo de Occidente muy fuerte a todo lo que sea musulmán o árabe. Las causas son mucho más profundas, se llaman lenguaje de doble rasero en Oriente Medio, en Palestina, el embargo cruel y absolutamente inadmisible en contra del pueblo iraquí, pues significa condenar dos veces al pueblo iraquí: primero a la dictadura de Saddam Hussein y segundo al desamparo económico de Occidente, que debería interrogarse sobre su apoyo incondicional a unos regímenes muy conservadores, reaccionarios, que luchan de manera militante en contra de los derechos humanos, incluso países vecinos de Afganistán. O sea, las causas son mucho más profundas y desgraciadamente la onda de radicalizacion no va a pararse con esta transformación de régimen en Afganistán".
Nair, filósofo, sociólogo y economista, considera que "lo de Afganistán no es una guerra, es una expedición punitiva en contra de los atentados del 11 de septiembre. Pero hay que recordar que hasta esa fecha, el régimen talibán era el producto de la política de Estados Unidos en esta región. Ellos armaron, educaron, apoyaron y financiaron al régimen talibán. Tenemos hoy día todos los datos publicados, hasta que el presidente (George W.) Bush prohibió hace tres semanas las investigaciones sobre la época Reagan, cuando financiaban a los talibanes para que lucharan en contra de la Alianza del Norte, apoyada por los rusos. A partir del 11 de septiembre, o a lo mejor hace unos años, desde que (Osama) Bin Laden fue a vivir en Afganistán, los estadunidenses cambiaron de posición".
Para Nair se debe reconocer que "el núcleo fundamental" del problema entre el mundo musulmán y el occidental "es Oriente Medio, un asunto complejo y sencillo a la vez. La OLP reconoció el Estado de Israel, pero los israelíes tienen que hacer la misma revolución y reconocer a los palestinos el derecho de existir en un Estado viable, con fronteras seguras y con posibilidad de autonomía.
Ahora tenemos sólo una solución y debemos entender que la paz estadunidense no funciona, desde los acuerdos de Oslo lo podemos comprobar, porque Estados Unidos no logró convencer a los israelíes de respetar los acuerdos de paz (...) Ahora necesitamos una conferencia internacional dentro del contexto de la ONU, con todos los Estados fronterizos de la región y ponernos de acuerdo sobre un acuerdo de paz, e imponerlo si queremos escapar a una guerra mundial".
En otro fragmento del programa, el también especialista en temas migratorios se refirió a los orígenes de los movimientos fundamentalistas islámicos, que surgieron como oposición al entonces emergente "nacionalismo laico": "El mundo musulmán desde el final del siglo XIX hasta la revolución iraní estaba bajo la onda modernizadora, autoritaria evidentemente, pero de nacionalismos laicos y modernos. La punta del iceberg de estos nacionalismos fueron el régimen de Nasser, en Egipto, y el argelino en los años 60 y 70, fueron regímenes nacionalistas laicos que luchaban por la secularización de su sociedad, con la liberación de las mujeres.
"La revolucion iraní acabó con estos movimientos, ganó una visión del mundo integrista islamita no en la identidad laica y secularizada, sino en la confesional. Hemos pasado del nacionalismo laico al confesionalismo nacionalista algunas veces, y esta onda topó con absolutamente todos los regímenes árabes. Por eso se hizo la guerra contra Irak, que duró diez años y que costó un millón de muertos a los iraquíes.
"La desgracia es que Europa y los países occidentales históricamente apoyaron el movimiento islamita en contra del nacionalismo árabe, porque era antimperialista y pugnaba por la independencia. A partir de los años 70 se desarrollaron en todos los países esos movimientos islamitas, ahí inició el fracaso del nacionalismo laico. Por eso no hay que olvidar que las potencias occidentales apoyaron a todos estos movimientos integristas en todos los países, incluso en el Magreb".