JUEVES Ť 22 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť La obra, montada por la Compañía Nacional de Danza, se presenta en función única

La bayadera, historia de amor, venganza y tragedia, hoy en el Auditorio Nacional

Ť El ballet no es para maricones ni para gente fina, afirman los primeros bailarines de la obra

ARTURO CRUZ BARCENAS

Hoy, jueves 22 de noviembre, una danzarina sagrada de la India volverá a hechizarnos con el espectaculo de ballet clásico llamado La bayadera (del portugués balladeiras, bailarina), en una única función en el Auditorio Nacional, con coreografía de Caroline Llorca, sobre la original de Marius Petipa, y música de Leon Minkus. La obra dura dos horas y media y actúan unos 80 integrantes de la Compañía Nacional de Danza.

Los ensayos han sido arduos para esta presentación, no obstante que el ballet ya fue estrenado en el Palacio de Bellas Artes y en el teatro Manuel Doblado, de León, Guanajuato, dentro del 29 Festival Internacional Cervantino.

Los participantes en esta pieza son jóvenes y atléticos; practican por los menos ocho horas al día. En entrevista con Sandra Bárcenas, primera bailarina, y con el cubano Jorge Vega, primer bailarín huésped, quienes interpretan, respectivamente, a Nikiya, la bayadera, y a Solor, el guerrero, los danzantes no dejan de mover los músculos, de estirar brazos y piernas. Es una costumbre.

Sandra y Jorge comenzaron temprano, cuando niños, su relación con la danza. Viven de y con ella. Exponen la historia: Solor, un guerrero, se ha escapado de sus compañeros de cacería para entrar en un bosque sagrado donde Nikiya, una bayadera a quien ama, se encuentra en un templo. Tras una gran procesión, el festival del fuego inicia.

Cuando Nikiya termina de bailar, el Gran Brahmán le declara su amor. Los cazadores regresan, Solor se va con ellos y Nikiya entra al templo. El Gran Brahmán, quien ha observado lo sucedido, jura vengarse. Sigue la historia de amor, venganza, tragedia. "Es un sueño y cada uno de ellos se sueña", dijo Sandra, mientras que Vega complementa: "Es un ritual, un poema sobre la danza, la memoria y el tiempo. Ambos se van a las nubes".

Para Bárcenas esta obra es técnicamente difícil: "Nikiya es una bailarina y requiere de mucha concentración. Esperamos que asista mucha gente. En Bellas Artes y en el Cervantino tuvimos llenosdanza2 totales". Aseguraron que no es necesario ser un conocedor para apreciar la obra. Vega: "Hay personas que dicen que no van al ballet porque según ellas no le entienden. Realmente la técnica no la tienes que entender. Con que guste es suficiente. El público no tiene por qué presionarse. Por eso alguien puede ver a algún personaje como un guerrero, pero otros pueden ver un príncipe. La historia es clara.

"Técnicamente se hacen pasos de rigor que se hacen en todos los clásicos. Aquí hay mucha escenografía, mucha danza, es un espectáculo", precisó.

Consideran que es el momento de atraparnos y dejarnos llevar por todo tipo de arte. "Los necesitamos por espiritualidad; hay que dejarnos llevar por el arte. Con La bayadera puede sentirse el amor imposible, la venganza; cada personaje proyecta algún sentimiento. A eso hay que añadir la música. El público no tiene momento para cansarse, en dos horas y media de espectáculo, con dos intermedios de 15 minutos".

Alrededor, los jóvenes bailarines lucen sus bellos cuerpos. Los han cultivado casi toda su vida. No lamentan que esta obra sólo se presente una vez en el Auditorio Nacional. "Tenemos experiencias con otras obras, como El lago de los cisnes o El cascanueces, a las que la gente no asiste en masa a las primeras funciones, pero al final se vuelca. Hay hasta reventa. La bayadera es un estreno, pero se sumará al repertorio clásico de la Compañía Nacional de Danza."

-ƑUstedes son los mejores en lo suyo?

Ambos contestaron al unísono: "šNo!".

-ƑEs para niños?

-Sí. Hay que enseñarlos que vean ballet. Si ven las telenovelas...

-ƑAfecta que se crea que el ballet es para gente fina?

-No, qué va. Cuando entras al mundo del ballet te das cuenta que esto no es para maricones. Es una oportunidad para seguir con la imaginación. Es como decir que los que van al cine son cromañones. No tiene nada que ver. Es parte de una educación.

Ambos prefieren bailar que dar clases. "Baile es baile", acotó Vega. "Sólo varía la técnica", precisó. "Todos somos bailarines."

Los precios de los boletos van de los 80 a los 250 pesos.