JUEVES Ť 22 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Orlando Delgado

Dos visiones de la recesión

El presupuesto para 2002 y las metas macroeconómicas planteadas por el gobierno están sostenidas en una interpretación de la recesión de la economía mundial, y particularmente de la recesión estadunidense, que es discutible. Aun aceptando esa interpretación, las metas señaladas en los Criterios Generales de Política Económica no se sostienen. Peor aún si la recesión estadunidense tiene características que la visión oficial mexicana no quiere tomar en cuenta.

Entre los analistas serios existen dos tesis sobre la naturaleza de la recesión que se vive en Estados Unidos: i) la explicación de la desaceleración, convertida en recesión que en el largo periodo de expansión de los noventa creció más de 10 por ciento anual. Esta inversión, además, se concentró en empresas informáticas y de comunicación que, con su crecimiento, provocaron un aumento importante de la productividad. Las altas utilidades de estas empresas provocaron una sobreinversión que expandió la capacidad de operación desproporcionadamente y las llevó a la contracción. Los impactos se revirtieron golpeando la actividad económica. ii) El diagnóstico más difundido explica la recesión como un problema de demanda. El dato crucial es el impresionante crecimiento del consumo, sostenido en el aumento del crédito al consumidor. Detrás de esto se encuentran los índices de confianza que durante todo el boom mejoraron. Las empresas construyeron sus planes de inversión a partir de las expectativas de crecimiento de la demanda.

Desde principios de 2000 los indicadores económicos mostraron que el ciclo de crecimiento de la economía de Estados Unidos había llegado a su fin. Por el lado de la oferta, el índice de ocupación de la capacidad instalada llegó a 82 en febrero y en septiembre de 2001 fue de 75.5; el gasto en construcción ha presentado tasas negativas desde abril del año anterior; la producción industrial empezó a caer a partir de 2000 y se ha manteniendo con números negativos desde entonces. Por el lado de la demanda, el asunto es menos claro: las ventas al menudeo presentaron ligeros aumentos en siete meses del año pasado y en los cinco primeros meses de 2001 ha habido un muy pequeño incremento, que apenas ha empezado a revertirse; lo mismo ha ocurrido con el gasto en bienes de consumo, que creció alrededor de 0.4 por ciento, hasta que en septiembre se contrajo.

Las medidas de política económica que deben instrumentarse para contrarrestar el ciclo recesivo son distintas si es un problema de oferta o de demanda. Lo hecho por la Reserva Federal de Greenspan y las devoluciones de impuestos que ha decretado Bush suponen que se enfrenta una contracción de la demanda. Si éste no es el caso, si se trata de un exceso de inversión que debe corregirse, esas medidas servirán poco y podrían empezar a generar tensiones en la balanza de pagos, pero lo central es que la recesión no se detendrá; en todo caso se habrá retrasado, pero ahora que está claramente instalada tales medidas no tendrán el menor efecto.

Si por el contrario, la contracción de la demanda es la razón fundamental para explicar la recesión, las medidas fiscales y monetarias, que han llevado las tasas de interés a niveles reales negativos, pronto corregirían las expectativas de los consumidores y, a partir de esto, las de los empresarios, lo que haría que la recesión terminase en el segundo semestre de 2002. Lo que se ha visto este año, incluso sin considerar los sucesos del 11 de septiembre, hace pensar que la oferta explica todo. Lo que se agravó en septiembre, haciéndose también un problema de demanda. Así las cosas, parecerían necesarios ajustes serios en el valor del dólar y en la cuenta corriente de Estados Unidos para poder pensar que la economía empiece a crecer. La recesión duraría todo 2002 y una parte de 2003, antes de que haya una recuperación clara.

Para México, en consecuencia, se vislumbra un panorama bastante difícil, ya que los ajustes de la economía estadunidense incidirán directamente en las exportaciones, provocando que la recesión se agudice. El futuro inmediato estará marcado por reducciones y cierres de maquiladoras con despidos masivos que aumentarán con las tensiones que se aprecian en la producción agraria de nuestro país. El escenario y las metas previstas en el presupuesto resultan, por ello, uno más de los cuentos presidenciales.

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