JUEVES Ť 22 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť En ruinas, su obsesión por poner a sus elegidos en el poder en Kabul: analistas
La influencia paquistaní en Afganistán, en ruinas por las victorias de los aliancistas
AFP
Islamabad, 21 de noviembre. Pakistán, primero aliado de los talibanes y después colaborador en la coalición que planea su caída, se arriesga a perder totalmente su influencia en el vecino Afganistán, donde la Alianza del Norte, hostil a Islamabad, controla en la actualidad Kabul.
Tras los atentados del pasado 11 de septiembre en Estados Unidos, Washington obligó a su aliado paquistaní a deshacer lo que había construido hace siete años con su aprobación: la milicia de los talibanes, acusada de proteger a los activistas del presunto terrorista Osama Bin Laden.
El régimen del general Pervez Musharraf dio así su apoyo logístico a la campaña estadunidense en Afganistán, a cambio de una sustancial ayuda financiera.
Pero la conquista de Kabul y de muchas regiones afganas por parte de la Alianza del Norte, una compleja e inestable coalición de facciones tadjikas, uzbekas y hazaras, sorprendió a Islamabad y puso en entredicho la influencia que Pakistán ejercía en Afganistán a través de las comunidades pashtunes, presentes a ambos lados de la frontera y que representan 40 por ciento de la población afgana.
El régimen militar paquistaní se debate ahora entre su tradicional colaboración con Washington y la defensa de su influencia regional, así como su estabilidad interna, según los observadores políticos.
Las tribus pashtunes desean garantizarse un lugar en el seno del gobierno afgano multiétnico previsto por la Organización de Naciones Unidas (ONU), frente a una Alianza del Norte fortalecida tras sus victorias en el terreno militar.
Los talibanes, pertenecientes en su mayoría a la etnia pashtún, siguen controlando su feudo de Kandahar, en el sureste de Afganistán, y al menos tres provincias vecinas, así como Kunduz, en el noreste.
"La política de Pakistán y su obsesión por poner a sus elegidos en el poder en Kabul está en ruinas", declaró el analista político Mushahid Husain. "Tenemos que tratar a Afganistán como a un vecino, aceptar cualquier gobierno que llegue al poder en Kabul con un espíritu abierto", añadió.
Para Husain, Pakistán "no puede jugar en dos frentes. Por una parte, ayudamos a los estadunidenses a expulsar a los talibanes y, al mismo tiempo, ponemos el grito en el cielo cuando los adversarios de la milicia, la Alianza del Norte, llegan al poder".
El analista rechazó la idea de que Pakistan se enfrente a una amenaza para su seguridad interna en caso de cambio de régimen en Afganistán. "Tres de los aliados de Pakistán (China, Irán y Turquía) apoyan a la Alianza del Norte y Pakistán no debe preocuparse", consideró.
"Nos hemos ganado para siempre la hostilidad de cualquier gobierno en Kabul, independientemente del partido del que proceda", consideró por su parte Mohammad Afzal Niazi, experto en defensa.
Jalid Mahmud, del Instituto de Estudios Regionales de Islamabad, subrayó que Pakistán no ha ganado nada apoyando la coalición internacional. "Los estadunidenses no han hecho nada para frenar a la Alianza del Norte en Afganistán, que ahora reivindica un gobierno legítimo y es tradicionalmente hostil a Pakistán", aseguró.
"En el aspecto de la seguridad, es importante para Pakistán tener un régimen amigo en Afganistán porque ya tiene un vecino hostil en el flanco este", recordó en referencia a India, con el que está enfrentado hace décadas por la región de Cachemira.