El espinazo del Diablo se estrena en NY en una coyuntura terrible: Del Toro
Ť Me encantaría experimentar más cosas sobrenaturales en vida, señala el director
Ť El cine mexicano a nivel industrial no existe; se acabó a principios de los noventa, afirma
DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES
Nueva York. Una mañana asoleada, de esas
que ya dan miedo en esta ciudad después de que en mañanas
como esta, precisamente, parece estallar el horror, se sienta el director
Guillermo del Toro para hablar del temor, de la vida y de bombas en medio
de patios. Fue una mañana igual que ésta el 11 de septiembre,
la que dejó un hueco enorme en el corazón de Nueva York,
que sigue humeando hoy no tan lejos del hotel frente a Central Park, en
el cual Del Toro platica de bombas en los patios, solo 24 horas después
de otra mañana asoleada en que el desplome de un avión de
pasajeros manchó de sangre y desconsolación una ciudad que
ahora vive entre la vida "normal" y el mundo de los fantasmas recién
nacidos.
Del Toro, considerado entre los directores contemporáneos de cine más importantes de México, está aquí para hablar del estreno comercial de su más reciente película, El espinazo del Diablo, o como se llamará aquí, The Devil's backbone, el 21 de noviembre (dos semanas más tarde se estrenará en Los Angeles, y después en otros mercados del país). El melodrama sobrenatural, o combinación de historias de guerra y de horror, empieza y concluye en torno de una bomba que cae, y milagrosamente no estalla, en medio del patio de una escuela aislada. Es aquí donde los huérfanos de los combatientes que luchan contra el fascismo en la Guerra Civil de España enfrentan el mundo peligroso de los adultos del lugar, como el misterio de un fantasma de uno de ellos. Según Del Toro, aquí se muestran algunas razones por las cuales hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos.
Asunto universal
-Vivimos en un mundo de horrores, y aquí, donde se estrenará tu película, en un momento en que Estados Unidos está en medio de una guerra y acaba de sufrir lo que considera un ataque bélico. Con tanto horror por dondequiera ¿por qué un cine de horror?
-La guerra es, evidentemente, un asunto universal, y la guerra en concreto de la que habla la película, la Guerra Civil de España, es un asunto universal también. Fue un acontecimiento que presagió la Segunda Guerra Mundial, muy terrible, un campo de experimentación de armas y tácticas fascistas. Lo que sucede es que (el estreno de El espinazo del Diablo aquí) llega en una coyuntura afortunadamente terrible o desafortunadamente acertada. Pero la película habla de una guerra en términos mucho más abstractos de lo que podría aplicarse a la que está sucediendo aquí. Lo único que deja claro es que hay que tenerle miedo, no a los fantasmas, sino a la gente, no a los muertos, sino a los vivos.
-¿Cómo defines el horror, lo oscuro; y qué tiene que ver eso con el miedo?
-Todo. Yo creo que la guerra es el teatro del horror absoluto. Como tal, es un horror que va más allá de la mutilación física, y puede llegar a incluir la pérdida del alma, y la pérdida de la personalidad. Finalmente, lo que nos da como perspectiva para hacer una historia de fantasmas en medio de otra de guerra es entender que las cosas, además del cuerpo, están en juego en un fenómeno tan terrible como la guerra, que, vamos a decir, es el horror espiritual.
-Dentro de esto, ¿tú a qué le tienes miedo?
A muy pocas cosas. Realmente les tengo miedo a los vivos,
eso sí. No le tengo miedo al daño físico, sino más
bien a mi familia, a la gente que quiero. Es más terrible para mí
ver a alguien que quiero atravesar un mal momento, que vivirlo en carne
propia... muy extraño, un tipo de empatía católica
con culpa y solidaridad. Pero no le tengo miedo a nada sobrenatural. De
hecho me encantaría experimentar más cosas sobrenaturales
en mi vida para tener más claridad sobre las cosas que van más
allá del embotellamiento nuestro de cada día y del pago mensual
del teléfono. Me gustaría tener más experiencias de
primera mano con fenómenos que van más allá de lo
natural. No he tenido más que una: a la edad de 11 años escuché
un fantasma, la voz de mi tío, que había muerto tres años
antes.
-¿Y hay que escuchar esos mensajes?
-Yo no los escuché, no fue un mensaje articulado, fue una voz que suspiraba. Estoy dispuesto a escuchar muchos mensajes si alguien gustara contactarme. No sé qué fue, pero fue real; a pesar de que era muy joven, sé que no fue imaginación, no, fue simplemente algo que yo escuché subjetivamente. Estuvo allí.
El miedo y la precaución
-¿Qué es la función de enfrentar algo así? ¿Y por qué deseas, a través de tu cine, que la gente enfrente algo que le dé miedo?
-Hay un gran valor terapéutico y finalmente práctico, en enfrentarse a algo a lo que se tiene miedo. La diferencia entre el miedo y la precaución es muy sencilla. La precaución nos permite movilizarnos con seguridad a través de la vida, y el miedo nos paraliza. Es decir, cruzar una calle cuando el semáforo está en rojo es precaución, no es miedo. No poder cruzar la calle cuando el semáforo esté en verde o rojo es miedo. Lo que digo es que lo más sano que existe es enfrentarse al miedo, encararlo, y entonces entenderlo en su justa dimensión. Eso es lo que sucede en la película, un poco, con el fenómeno del fantasma. El niño que finalmente es el único que habla con el fantasma y entiende lo que quiere le va perdiendo el miedo, y lo entiende como una figura más bien trágica y triste. Descubrimos que realmente la única maldad en ese orfanato está en el corazón de un ser humano vivo, y no de un niño muerto.
En la vida diaria, yo creo que el valor de las películas de horror es enfrentarnos a esas cosas, aunque sean una plaza imaginaria, y torearlas.
-En torno a esto, ¿qué es lo que buscas rescatar de la vida humana? A tus héroes, ¿qué les permite seguir enfrentando la vida, qué es lo que les permite seguir luchando?
-Creo que hay un gran impulso vital cuando finalmente reconoces que la vida es imperfecta. Cuando te enfrentas al miedo o al dolor de manera frontal, recuperas un gran impulso vital, mucho más real que el que puedes encontrar viviendo acorazado en contra de ellos. O sea, cuando superas un miedo o un dolor, hay un renacimiento, casi, del impulso vital. Y eso es lo que es muy bello al final de la película. Los niños al final, golpeados, cojos, heridos, van juntos a enfrentarse a un futuro incierto. Eso es un impulso vital que yo he experimentado en mi vida personal al pasar por asuntos terribles y salir de ellos sintiéndome más vivo y feliz que antes de ellos.
-¿Y el viejo, el profesor Cázares?
-Es cuando te quedas en medio, cuando no eres capaz de terminar las cosas. El ayuda, les abre la puerta a otros, pero es un personaje que no termina las cosas. Ayuda, facilita, teoriza, pero no las termina; es un personaje bastante triste, pero es un personaje que encontramos en la vida diariamente.
No deseamos enfrentarnos al horror
-Se estrena la película en Estados Unidos el 21 de noviembre, en un momento en que hay aquí una bomba en medio del patio estadunidense. ¿Cómo ves?
-La película puede marchar muy bien, si hay un reconocimiento de la gente del asunto. O puede no marchar muy bien precisamente por lo mismo, porque de-seamos la mayoría de las veces no enfrentarnos al horror, y no queremos ver la bomba en medio del patio, sino decir que está desactivada, ponerle colores y macetitas a un lado y considerarlo un monumento a nuestra estupidez. Vamos a ver cómo marcha, creo que el destino crítico y económico de la película en Estados Unidos va estar muy filtrado por los acontecimientos de ahora. Como puede irle muy bien, puede irle mal, simplemente por lo contemporáneo de la temática de la película. Vamos a ver, espero como siempre que marche bien.
-Se dice, otra vez, que el cine mexicano está surgiendo de nuevo. ¿Es cierto y, si es así, por qué?
-Evidentemente tenemos un cine que a nivel industrial no existe porque la industria se acabó básicamente a fines de los ochenta, principios de los noventa. Pero sí tenemos un cine creativamente sano en tanto que cada vez más las películas parecen conectar mejor con las historias y con el público. El hecho de que películas como Perfume de violetas, Y tu mamá también, o El espinazo mismo, estén conectando muy bien en taquilla, es muy sintomático y muy esperanzador.
-¿Qué es lo que permite que estas películas no queden limitadas o marginadas como "cine de arte", sino que llegan a un sector mucho más amplio?
-Se conecta más con el público por las historias y la forma de contarlas. Genéricamente hay una oferta diferente del producto, no todo es drama urbano. Por ejemplo, Y tu mamá también es una comedia, una road movie, y una comedia digamos de costumbres, una farsa sexual, lo que quieras, pero ya no es un drama urbano. El espinazo es una película de género, una película de atmósferas con elementos de película de horror. Y Perfume de violetas, que sí es un melodrama urbano, conecta con el público de una manera muy fuerte. Creo que mientras la oferta permanezca variada y existan los Sexo, pudor y lágrimas o La ley de Herodes, películas que son más que ver por la ventanilla de tu coche.
La conquista de México
-Has dicho que el mercado que está conquistando el cine mexicano es el de México.
-Así es. La reconquista del público ha sido fundamental en el largo camino para reconstruir una industria, porque ahora lo que hay que recuperar es la industria. Eso se recupera de manera relativamente simple: haciendo películas con mayor variedad.
-¿Hay diferencia entre un cine mexicano y otro? Tu productora, Bertha Navarro, comentó a La Jornada que tus películas tienen que entenderse primero como resultado de la visión de un director mexicano, que son ante todo mexicanas. Al mismo tiempo, tú también has comentado que las películas también son, hoy día, más universales ?o sea que la gente no va para ver una película mexicana en sí, sino una historia bien contada.
-Es parte de lo mismo. Había una máxima muy bella, no sé si fue Hitchcock u otro, pero dice: "a fin de ser universal hay que ser particular." Es decir, si tú filmas una película que no sucede en ningún lado, no va ir bien en ningún lado. En cambio, si tú filmas una historia netamente mexicana o netamente española va ir muy bien en todos lados, va ser comprendida en un contexto que viene ya integrado en la película, lo comprenda la gente o no. La película se siente como un ecosistema audiovisual, hay una coherencia entre los elementos gracias a la geografía y la visión del director. Vamos, incluso El espinazo del Diablo, que es española, la óptica a través de la que está vista no es la de la película de la Guerra Civil común y corriente, hay una óptica muy particular. Sigo pensando que soy un director mexicano bajo el influjo de la droga de la nacionalidad, sintiéndome director mexicano siguiendo un peregrinaje por el mundo, y ojalá así siga pensando y sintiéndome toda la vida porque confío en mi visión como mexicano de las cosas del mundo, y de ella escribo con imágenes lo que veo.