SABADO Ť 17 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Carlos Marichal

Presupuestos: Ƒrescates o becas?

Ya estamos enterados. El presupuesto de gastos que planean las autoridades hacendarias para el año 2002 estará signado por el criterio de la austeridad. Se afirma que no existen alternativas por la baja en los precios del petróleo, el cual proporciona más de un tercio de los ingresos del Estado. Y por el fracaso previsible del gobierno en convencer a la ciudadanía y al Congreso de que el aumento en el IVA sea el camino justo para obtener más recursos impositivos.

Pero la cuestión de fondo no debe ser simplemente la forma de obtener mayores ingresos públicos, reto difícil tanto a nivel técnico como político, pero no imposible. Es previsible que el año entrante, al volver a discutirse el presupuesto, se formulará un proyecto de reforma fiscal integral que tenga mayo consenso que el actual. Habrá un tremendo estira y afloja entre todos los grupos sociales y políticos, pero así debe ser el ejercicio de la democracia, sobre todo cuando se trata de los dineros de los contribuyentes.

El problema fundamental más bien recae en la forma habitual en que el estado mexicano gasta los fondos públicos, especialmente para emergencias. Todo el mundo está de acuerdo en que hay que cubrir los gastos ordinarios de salarios e inversiones indispensables para mantener el funcionamiento de todas las esferas de la administración pública. Pero Ƒqué ocurre cuando hay una crisis y hay que echar mano de fondos o deudas extraordinarias? Durante veinte años, el gobierno le ha dado una prioridad absoluta a los rescates de los inversores internacionales y nacionales, de empresas con problemas de deudas y de banqueros especuladores. Para lograrlo ha sacrificado los ingresos de los demás sectores sociales que han sufrido una merma real a nivel de salarios y calidad de servicios públicos en especial de los sistemas educativos y de salud (muy maltrechos).

En vez de gastar los dineros del petróleo en más y mejores bienes públicos, se han destinado casi todo los excedentes a pagar a los inversores nacionales y internacionales, que han cobrado intereses muy altos. El costo a lo largo de veinte años ha sido altísimo para la sociedad mexicana. A cambio, sin duda, la tecnocracia financiera puede vanagloriarse de que México goza actualmente de buen crédito. Pero este sacrificio no puede continuar. Ni puede permitirse que en situaciones de emergencia se proteja y se rescate solamente a empresarios y banqueros que se han excedido en sus especulaciones.

Es hora de que los varios miles de jóvenes economistas en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Banco de México comiencen a idear y formular nuevos esquemas que también beneficien a otros sectores. Por ejemplo, sería importantísimo formular propuestas de financiamiento novedoso para proporcionar muchísimas más becas a alumnos en todo el sector educativo mexicano. Sin ellas, el país seguirá rezagado en comparación con otras naciones que avanzan más rápidamente en el sendero de la modernización. ƑPor qué no pensar que en una situación de emergencia como la actual se puede contratar una pequeña deuda pública para la educación ?

La ingeniería financiera que han formulado con gran imaginación y astucia los tecnócratas desde hace años para rescatar a los banqueros debiera poder emplearse para otros fines también. ƑQuien estaría en contra de la emisión de partidas razonables de bonos públicos para ayudar a financiar a estudiantes meritorios? Claramente, es hora de repensar las prioridades futuras del gasto y de la deuda pública: se requiere en el futuro un rescate de la sociedad mexicana y no solamente un rescate de empresas insolventes y mal administradas.