SABADO Ť 17 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Consultor afirma que el beneficio que pueden lograr es el prestigio

Funcionarios públicos no pueden aspirar a ganar lo que ejecutivos de empresas privadas

ISRAEL RODRIGUEZ J.

Los funcionarios públicos no pueden aspirar a percibir los salarios de altos ejecutivos de las grandes corporaciones, porque el sector privado está dedicado a generar riqueza y existen importantes incentivos en un régimen global de fuerte competencia de las empresas, mientras que en el gobierno se obtienen los recursos de los impuestos aplicados a esa riqueza, afirmó Rogelio Ramírez de la O, presidente de la consultoría Ecanal.

Ramírez de la O explicó que los beneficios que obtiene un ejecutivo que opta por irse al sector público a trabajar son muy difíciles de medir, como son las relaciones internacionales, el poder de decisión sobre asuntos muy importantes y el prestigio que lo acompaña.

Entrevistado por La Jornada, el consultor de grandes empresas mexicanas y corporativos de Wall Street indicó que en el caso del sector privado, las empresas al generar más riqueza, conquistar nuevas tecnologías y realizar estrategias exitosas, estos logros se traducen en más utilidades para ellas. Entonces las remuneraciones en el sector privado son muy altas en función de los logros obtenidos.

Por ejemplo, el presidente de la empresa energética texana Enron, Kenneth L. Lay -por cierto muy amigo del presidente George Bush-, acaba de rechazar un bono por 20 millones de dólares que le ofrecieron, porque no lo consideró apropiado ya que la firma se encuentra en problemas.

Esos son, dijo, los órdenes de remuneración que existen en la empresa privada, donde el presidente de una firma internacional puede ganar entre 20, 30 y 50 millones de dólares anuales con incentivos.

Un gobierno, por su parte, no puede competir con esas remuneraciones porque simplemente es inconcebible. Explicó que una empresa privada está dedicada a crear riqueza, mientras un gobierno obtiene sus recursos por los impuestos que aplica a esa riqueza.

Esa es la primera razón por la que no se pueden comparar. Hay otra razón, y la entienden muy bien en la ética de los negocios internacionales. Un exitoso funcionario del sector privado, cuando se va a trabajar al sector público, automáticamente acepta una reducción de su salario.

Ahí esta el caso de Robert Rubin, quien se salió de la empresa Goldman Sachs, donde ganaba 20 millones de dólares anuales, para irse a trabajar como secretario del Tesoro de Estados Unidos, adonde iba a ganar la vigésima parte de eso. ¿Por qué razón aceptan ese recorte? Porque la función pública es un servicio que debe implicar una vocación de servicio con la opción de cada quien de hacerlo o no.

Un funcionario público, agregó, obtiene un beneficio no pecuniario a partir del prestigio que logra de los contactos internacionales y de la capacidad de decidir sobre los grandes temas. Esto es algo que no tiene precio ni un valor en el mercado. Por esa razón no es irracional perder un empleo de 100 millones de dólares para aceptar uno de un millón de dólares en un gobierno.