SABADO Ť 17 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť No hay consenso opositor en torno a cómo resolver las disputas tribales, dice

Resiste ONU presiones de EU para enviar una misión de mantenimiento de paz a Afganistán

DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES

Nueva York, 16 de noviembre. Funcionarios de la Organización de Naciones Unidas (ONU) están resistiendo la presión del gobierno de Estados Unidos para establecer una operación de mantenimiento de paz en Afganistán, ante la falta de consenso político en ese país en torno a cómo resolver las disputas entre facciones tribales y por el temor a que Irán y Pakistán pudieran hacer descarrilar cualquier proceso de paz que no favorezca a sus aliados.

"La situación imperante es resultado de la necesidad de premura de Estados Unidos", comentó una alta fuente de la ONU en entrevista con La Jornada.

Una precondición fundamental para una operación de mantenimiento de paz, añadió la fuente ?que solicitó el anonimato? es el acuerdo entre todas las partes sobre la necesidad de la presencia de la ONU.

"No hay suficiente consenso político en el terreno para promover la reconstrucción del país" centroasiático, indicó, y advirtió: "Si la ONU ingresa a Afganistán bajo las condiciones actuales, Bosnia-Herzegovina parecerá un juego de niños".

En particular a la ONU le preocupa que los bombardeos estadunidenses permitieron a la Alianza del Norte tomar el control de Kabul y otras partes del país que no había logrado conquistar por sí misma en los últimos años, lo cual provoca conflictos con otros grupos opositores afganos.

Ahora los funcionarios estadunidenses parecen no tener la capacidad, o la voluntad, para obligar a la Alianza del Norte a aceptar compartir el poder con otras fuerzas opositoras de Afganistán.

Naciones Unidas ya ha expresado su preocupación por informes de ejecuciones masivas de prisioneros en la norteña ciudad de Mazar-e Sharif y de supuestas disputas entre grupos rivales dentro de la propia Alianza del Norte.

Tropas británicas se movilizaron el jueves a la región norte de Afganistán, en parte para prevenir una nueva guerra civil entre fuerzas antitalibanes, y hoy se informó que fuerzas francesas se preparaban para ingresar al país.

Una situación aún poco clara

attack_afghan_v16gCon disputas internas y fuerzas extranjeras en Afganistán, el panorama político de esta coyuntura intensifica la preocupación de algunos en la ONU en torno al papel a asumir en esta situación aún poco clara.

Aunque el secretario estadunidense de Defensa, Donald Rumsfeld, indicó esta semana que es "poco probable" que su país participe en una fuerza de mantenimiento de paz en Afganistán, Washington y otros poderes occidentales están presionando a la ONU a enviar cascos azules a la región para estabilizar la situación.

El miércoles pasado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó asumir un "papel central" en la situación de ese país centroasiático.

Pero en un largo discurso durante el debate sobre el tema, Lakhdar Brahimi, representante especial de la ONU para Afganistán, dijo no creer que una fuerza de mantenimiento de paz encabezada por la ONU fuera una buena idea, y apeló a la comunidad internacional a ayudar a reunir a los di-versos actores políticos afganos para negociar una salida política para esta coyuntura.

Hasta la fecha ha fracasado el esfuerzo para sentar en la mesa de negociaciones a los diversos grupos antitalibanes, y hoy Brahimi declaró en Nueva York que la Alianza del Norte está obstaculizando los esfuerzos para conformar un amplio consejo que pudiera planear la formación de un nuevo gobierno afgano.

"Actuaremos tan rápido como tengan la voluntad de hacerlo los afganos. A menos de que contemos con respuestas y expresiones de disposición de los afganos para reunirse, obviamente no podemos reunirnos", afirmó el funcionario internacional.

Mientras tanto la situación en el terreno del conflicto es muy fluida. La Alianza del Norte tiene el control firme de Kabul, ha empezado a ocupar ministerios y ahora insiste en que los grupos afganos deberían reunirse bajo sus auspicios en Kabul.

La BBC radio reportó hoy que varios comandantes de la Alianza del Norte ya están dividiéndose la capital, en una situación que recuerda el periodo 1992-1996, cuando los conflictos entre los líderes de esa coalición opositora armada generaron asesinatos, violaciones sexuales y saqueos, lo que pavimentó el camino para la toma de poder por el talibán.

"Nadie confía en la Alianza del Norte", comentó una fuente de la ONU, y señaló el largo expediente de abusos contra los derechos humanos cometidos por diversos líderes de la coalición y su incapacidad para administrar cuando formaban parte del gobierno, a principios de los 90.

En particular, los funcionarios de Naciones Unidas están preocupados de que la Alianza del Norte intentará mantener poderes desproporcionales a su peso político real en el país.

Manos de afuera del país

Los problemas de Afganistán no residen sólo en la Alianza del Norte y sus rivales, y toda la compleja gama de intereses y conflictos internos, sino también en las coaliciones, orígenes étnicos y lealtades con fuerzas externas en la región.

La Alianza del Norte, reconoce el gobierno estadunidense, no es más que un grupo muy ambiguo de comandantes rivales con lealtades inciertas a cualquier otro principio que el de ganar el control político-militar del país. Y cada uno de esos señores de la guerra, al parecer, es pieza de una red de intereses regionales.

Por ejemplo, el comandante Ismail Khan, de la Alianza del Norte, capturó este viernes la ciudad de Herat después de marchar desde Irán a la zona afgana donde se ubica la minoría étnica persa más grande del país.

La Alianza del Norte está integrada por tadjikos, uzbekos y hazaras; el régimen talibán tenía su apoyo político en las tribus pashtún que representan 40 por ciento de la población total de la nación.

Todo esto está generando conflictos po-tenciales muy preocupantes para quienes evalúan las posibilidades de paz y estabilidad de un Afganistán postalibán.

Por ejemplo, hay versiones de que el comandante Yunis Khalis, de la Alianza del Norte, acaba de tomar la ciudad clave de Jalalabad, capital regional de una de las partes más ricas del país.

Pakistán moviliza a los suyos

A su vez, Mohammed Zaman Ghun Shareef, líder antitalibán del grupo étnico pashtún, informó el jueves a un reportero del diario The Washington Post que partía de Pakistán rumbo a Jalalabad para tomar el control de esa ciudad.

Zaman es apoyado por los servicios de inteligencia paquistaníes que desean imponer su control en esa zona fronteriza para asegurarse de que la Alianza del Norte no se convierta en la fuerza dominante de un nuevo gobierno afgano.

"Si tenemos que luchar, lucharemos", ad-virtió Zaman (esta vez no contra el régimen talibán, sino contra la coalición armada que ha liberado varias ciudades).

"Es un lugar donde los factores externos siempre han sido críticos en la transición del poder", recordó una fuente de la ONU consultada por La Jornada.

"Irán dice: no deseamos que el grupo pashtún domine. Pakistán, que en verdad construyó al talibán, desea que se limite el número de integrantes de la Alianza en cualquier nuevo gobierno; y después está el rey", explicó la fuente.

"En este contexto, es importante buscar que (los gobiernos de) Irán y Pakistán trabajen junto con la ONU", agregó.

Varios funcionarios de Naciones Unidas señalan que hay una profunda inquietud por la situación en Afganistán.

Aunque muchos opinan que la ONU pue-de aportar algo positivo, con ciertas condiciones, también están preocupados de que Estados Unidos buscará ahora lavarse las manos ante los complejos asuntos que re-presentan enfrentar una transición en Afganistán y entregar un problema sin solución a la "comunidad internacional".

Estados Unidos se ha comprometido a en-tregar asistencia humanitaria sustancial y la próxima semana un grupo de donantes tie-ne programada una reunión en Washington para precisar las necesidades.

Pero otro funcionario de la ONU explicó que "la asistencia humanitaria es lo fácil, lo difícil es comprometer los miles de millones de dólares que se necesitan para comprar las concesiones de los líderes de las milicias y después armar un consenso político que pueda gobernar Afganistán".

Cuando se le preguntó el nombre del líder que podría prevalecer en esta situación política sumamente difícil y caótica, un diplomático destacado en Pakistán contestó al periódico The Wall Street Journal: "O el tipo con más armas, o con más dinero, o con menos enemigos".