Ť Leonardo García Tsao
La segunda semana de la Muestra
De calidad menos uniforme que en sus primeros siete títulos,
la segunda semana de la 38 Muestra Internacional de Cine abre con otra
aportación latinoamericana y una extraordinaria ópera prima,
La ciénaga, de la argentina Lucrecia Martel. La película
evoca igual a Chéjov que a Renoir en su retrato de la atmósfera
tediosa y decadente de una casa de veraneo, donde al parecer no pasa nada
y, al mismo tiempo, hay una tensión dramática permanente
en la emocional interacción de personajes de reconocible veracidad.
El resultado es un elocuente retrato alegórico de un país
estancado en el hastío.
Para marcar un contraste feroz, le sigue la mexicana
El gavilán de la sierra, que supone el regreso de Juan Antonio
de la Riva a un cine personal (es decir, situado en los aserraderos de
Durango). La película pretende enfocar los violentos tiempos actuales
por medio de una referencia al cine nacional de antaño, de héroes
populares inmortalizados por corridos. Sin embargo, la técnica del
cineasta no ha evolucionado. El gavilán... nunca toma vuelo,
apesadumbrado por un desarrollo tieso, mal actuado y tediosamente resuelto
en planos largos que confirman una falta de inventiva formal.
Las cosas adquieren otro giro con La pianista, la más reciente realización del austriaco Michael Haneke. Basada en una novela de Elfriede Jelinek, la cinta puede verse como una sardónica parodia del melodrama, en la descarnada descripción de las manías perversas de una prestigiosa maestra de piano que contamina con su locura a un enamorado alumno suyo. Si bien Haneke conserva su distancia, se trata de su obra menos fría y lejana a sus personajes. En eso, es fundamental una temeraria actuación de Isabelle Huppert sobre el filo de la navaja (literalmente, en una secuencia).
Silencio roto, de Montxo Armendáriz, es a mi gusto la mejor película española de este año. Este sobrio relato enfoca el regreso de una joven a su pequeño pueblo natal, a fines de 1944, para atestiguar la continua lucha entre los guerrilleros en los montes ?los llamados maquis? y las fuerzas franquistas. Con una postura humanista y un rigor ejemplar que evita la retórica, Armendáriz establece cómo esa guerra conduce al sacrificio inútil en uno y otro bando. Ante un panorama de belicismo desatado, Silencio roto es un recordatorio oportuno. (Por cierto, la estupenda fotografía es del mexicano Guillermo Navarro.)
Y de ahí en adelante la cuesta abajo. El director francés Barbet Schroeder se ha especializado en abordar gran variedad de temas en una filmografía signada por la superficialidad. En La virgen de los sicarios adapta el libro homónimo de Fernando Vallejo para describir el actual deterioro social, moral y económico de Colombia a través de las relaciones amorosas que con un par de sicarios entabla un escritor gay que ha vuelto a su país. Schroeder filma en video digital los actos gratuitos de violencia urbana cual turista europeo asombrado por la barbarie del Tercer Mundo, mientras las observaciones del pedante protagonista ensayan un nihilismo chic que se quiere romántico.
Finalmente ?no pude ver la cinta de Ettore Scola en las funciones de prensa?, Lejos de casa es la maniquea visión del británico Ken Loach sobre la situación laboral de los mexicanos indocumentados en Los Angeles. Por desgracia, cada vez que el cineasta se aparta de la realidad de su país, cae en un esquematismo típico de una postura liberal bienintencionada pero mal informada. Sólo se puede rescatar de ese simplista panfleto el personaje de Elpidia Carrillo, el único dotado de una naturaleza compleja, ajena a las otras pancartas con aspecto humano.
(Por alguna razón ?intereses de la distribuidora, seguramente? Apocalypse Now Redux se exhibió únicamente en las salas de la Cineteca Nacional y no en el resto del circuito ?donde las proyecciones son mejores, de hecho. Eso evidencia qué tanto la Muestra se ha vuelto desde hace años una mera colección de prestrenos, películas ya en vísperas de su exhibición comercial.)