VIERNES Ť 16 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť José Cueli
La guerra: mal de archivo
Han transcurrido cinco semanas de bombardeos sobre Afganistán. La realidad, hasta donde nos es permitido conocerla, sobrepasa a la ficción. Los acontecimientos la desbordan, el lenguaje se ve superado y la conciencia no alcanza a procesar lo que presenciamos. La racionalidad y la cordura no encuentran asidero posible. A pesar de que la historia, aparentemente, ha dado cuenta de episodios bélicos anteriores, la impresión (en el más amplio sentido posible de la palabra) de estos sucesos no sólo parece no habernos enseñado nada, sino pareciera que ni siquiera ha sido registrado en la memoria, como si no hubiese dejado huella ni inscripción alguna. ƑCómo intentar dar cuenta de semejante fenómeno?
Si el asunto se juega entre las coordenadas de la memoria, la repetición, el olvido, la destructividad y la muerte, una referencia obligada es el pensamiento freudiano articulado con las reflexiones de Jacques Derrida, en torno al concepto de Freud acerca de la pulsión de muerte que el pensador francés enlaza al asunto del archivo y la memoria.
Ante el hecho de abordar en la actualidad el concepto de archivo, Derrida hace el siguiente planteamiento, que resulta de los más pertinente ante la parafernalia en la que estamos inmersos en las recientes semanas. Sin ambages, califica a los desastres del fin de milenio como archivos del mal, y al respecto concluye: ''.... archivos del mal disimulados o destruidos, prohibido, desviados (reprimidos). Su tratamiento es a la vez masivo y refinado en el curso de guerras civiles o internacionales, de manipulaciones privadas o secretas. Nunca se renuncia, en el inconsciente mismo, a apropiarse de un poder sobre el documento, sobre su posesión, su retención o su interpretación".
El asunto del archivo y la memoria resulta complejo. Derrida empieza por cuestionarse si no habría que comenzar por intentar puntualizar el asunto del archivo y se pregunta: ''ƑNo es preciso comenzar por distinguir el archivo de aquello a lo que con demasiada frecuencia, en especial la experiencia de la memoria y el retorno al origen, más también lo arcaico y lo arqueológico, el recuerdo o la excavación, en resumidas cuentas la búsqueda del tiempo perdido?
''Exterioridad de un lugar, puesta en obra topográfica de una técnica de consignación, constitución de una instancia y de un lugar de autoridad (el arconte, el arkheion, es decir, frecuentemente el Estado, e incluso un Estado patriárquico o fratriárquico), tal sería la condición del archivo."
Esta propuesta se enlaza con el sicoanálisis y la problemática del archivo. Para él, el léxico freudiano insiste sobre la teoría de la archivación (Eindruck, Druck, drücken). Para Freud esa archivación no sería sólo pérdida, sino a decir de Derrida, resultaría más bien una tesis irresistible, ya que apuntaría a una perversión radical, a la diabólica pulsión de muerte, de agresión y de destrucción, y como consecuencia, una pulsión de pérdida.
Freud, en 1920, en su texto Más allá del principio del placer introdujo el concepto de pulsión de muerte, esa pulsión de destrucción, en palabras de Derrida, esa pulsión de destrucción en la economía o mejor dicho en la aneconomía síquica, la parte maldita de este gasto en pura pérdida. Esta pulsión, de obrar silencioso, parece nunca dejar un archivo que le sea propio. Trabaja, según interpretación de Derrida, para destruir el archivo con la condición de borrar, mas también con el fin de borrar sus propias huellas.
Ello conduce al olvido, a la amnesia, a la aniquilación incluso del archivo, ''como memorias de la muerte". La pulsión de muerte es lo que más tarde Derrida llamará mal de archivo.
Las imágenes, los acontecimientos, los argumentos y las acciones bélicas brutales e irracionales que presenciamos, y el olvido de las atrocidades que se presenciaron a lo largo del siglo que terminó son un claro ejemplo del mal de archivo, del mal radical, de la pulsión de muerte, que borrando su archivo, acecha silenciosa y furtiva a la humanidad entera.