Ť La cancillería de La Habana rehúsa comentar el supuesto acuerdo
Hermetismo cubano ante versión de compra de alimentos, medicinas y materias primas en EU
Ť Vocero del Departamento de Estado dice que se tratará de "acelerar" esa venta a la isla
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 15 de noviembre. Cuba guardó silencio hoy sobre el proceso sin precedentes abierto para la compra de alimentos, medicinas y materias primas en Estados Unidos, originado por el impacto del huracán Michelle, que pasó por la isla hace 10 días.
El presidente Fidel Castro encabezó el jueves, por tercer día consecutivo, una discusión de organizaciones sociales opositoras al Area de Libre Comercio de América, convocada por agrupaciones cubanas para elaborar aquí un plan de acción contra ese proyecto, pero en la mayor parte de la se-sión no había intervenido.
La cancillería rehusó confirmar o desmentir la versión de La Jornada sobre un acuerdo entre Washington y La Habana pa-ra consumar la compra.
Sin embargo, el vocero del Departamento de Estado, Philip Reeker, dijo el jueves que Washington tratará de "acelerar" la venta de alimentos solicitada por Cuba la semana pasada, en una confirmación de que el proceso avanza.
Extraoficialmente trascendió aquí que la negociación emprendida por Cuba ampara gestiones en marcha o inminentes de la Importadora de Alimentos, una empresa del Ministerio de Comercio Exterior, del Mi-nisterio de la Construcción y de Medicuba, el consorcio de operaciones internacionales del Ministerio de Salud Pública.
De acuerdo con la versión, que ninguna autoridad estuvo disponible para confirmar, Cuba está intentando comprar trigo, soya, harina, maíz y arroz. En un segundo paquete la compra incluiría alimento para bebés, leche en polvo, aceite para cocinar, frijoles y antibióticos.
Además de Archer Daniels Midland Company, empresa de Illinois, entre los potenciales clientes de la compra cubana estaría la arrocera Riceland Foods, de Arkansas.
También se supo que el gobierno de Cuba habría desistido de realizar la operación con embarcaciones propias, como pretendía al comienzo, en vista del conflicto que representa una eventual acción judicial que de-semboque en la detención de la nave cubana que toque puerto de Estados Unidos.
En consecuencia, había surgido aquí la hipótesis de que la carga sea transportada por barcos de bandera canadiense o mexicana que cubren rutas en las que están incluidas escalas en Estados Unidos y Cuba.
Se trataría, de acuerdo con la versión, de buques que cuentan con licencias de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros, del Departamento del Tesoro, previstas en la Ley Torriccelli, de 1992, uno de los pilares de la estructura legal del bloqueo estadunidense contra la isla.
Analistas diplomáticos estimaban que el hermetismo del caso se debe no sólo a la sustancia de una negociación sin precedente en cuatro décadas de tensión entre los dos países, sino a que hay además una diferencia sobre cómo explicar el mecanismo, que en realidad es una discrepancia de fondo.
Según esta interpretación, el énfasis de la parte cubana en referirse a un caso de excepción, surgido de una emergencia, lle-va el mensaje tácito de que la compleja maquinaria legal y administrativa que regula la política de bloqueo económico contra la isla requiere de un acuerdo específico, que es posible alcanzar.
En contraste, la parte estadunidense prefiere hablar de una simple aplicación de la ley, a partir de las salvedades ya establecidas, versión que supone que todo está previsto, que se cumple la legislación y no se trata de un caso excepcional.
En última instancia la lógica de la argumentación cubana lleva a demostrar que se ha producido un parteaguas en el conflicto bilateral de más de 40 años y que hay em-presarios estadunidenses cuyo interés es claramente opuesto a la legislación y la política de su gobierno hacia la isla.
La explicación estadunidense omite cualquier valoración del caso en una perspectiva histórica y ratifica que su doctrina hacia Cuba se mantiene sin cambio, aplicando excepciones que confirman la regla.