Ť Libro firmado por el grupo de seglares y eclesiásticos Discípulos de la Verdad
Escándalos y lucha por el poder en el Vaticano, entre los temas de A la sombra del Papa enfermo
Ť Sostienen la tesis de que masones y Opus Dei buscan controlar el Estado pontificio
Ť Se barajan los nombres de cardenales de América Latina para suceder a Juan Pablo II
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La lucha por el poder con sus intrigas y escándalos incluidos también se cuece dentro de los muros del Vaticano; esa es la teoría que sustenta el libro A la sombra del Papa enfermo, firmado por el grupo Discípulos de la Verdad, supuestamente varios seglares y eclesiásticos anónimos que decidieron hablar de lo que se esconde detrás de la versión oficial de las autoridades de la Iglesia católica.
Para los autores, existe un enfrentamiento entre los masones, que hasta hace unos años dominaban la Curia, y el Opus Dei para colocar a sus respectivos candidatos al frente del Estado más pequeño y a la vez más rico del mundo. Van más allá: Juan Pablo II es el responsable de la situación en la que se encuentra la Iglesia católica, una crisis que se revela en el aumento de las sectas y sus adeptos, los escándalos por violación de monjas y las constantes denuncias sobre el papel de los religiosos en violaciones a los derechos humanos, como sucedió en las dictaduras latinoamericanas y, más recientemente, en el genocidio en Ruanda.
En este libro, publicado en México por Ediciones B, los Discípulos de la Verdad hablan no sólo de la lucha por el poder sino también de los negocios ilegales y la corrupción que han ocurrido en el Vaticano desde que Karol Wojtyla fue electo sucesor de Juan Pablo I el 16 de octubre de 1978. Desde la primera página deslizan una sospecha: ''El primer cónclave, el de agosto, había elegido para el Trono de Pedro al cardenal Albino Luciani. El Papa Luciani (Juan Pablo I) murió de repente 33 días después, en la noche del 28 al 29 de septiembre, en circunstancias y por causas nunca del todo aclaradas; oficialmente, por 'infarto de miocardio'''.
Relatan, por ejemplo, que Juan Pablo II era considerado por algunos sectores un ''Papa débil'' que sería fácil de manejar y sostienen que es cercano al Opus Dei, grupo con el que entró en contacto en los comienzos de los años sesenta. Los masones, a su vez, ''eran una presencia bien conocida para el Opus Dei (...) y consideraban la célula masónica en la Casa de Pedro un obsceno tumor que era preciso extirpar''.
La lucha por el poder subió de tono el año pasado con las constantes versiones sobre la inminente renuncia de Juan Pablo II; incluso el diario portugués Expresso informó que el Papa polaco había firmado su renuncia en caso de incapacidad mental poco antes de viajar a la ciudad de Fátima, en mayo de 2000. Y es que la salud de Wojtyla ha empeorado en los últimos años debido a las intervenciones quirúrgicas a las que ha sido sometido y al mal de Parkinson, enfermedad que el Vaticano se niega a reconocer de manera oficial.
Durante sus presentaciones públicas son evidentes el cansancio, el temblor de su mano y su disminuida capacidad para hablar y caminar sin ayuda. Incluso hay quienes afirman que quien lleva las riendas de la Iglesia católica es el secretario de Estado, Angelo Sodano, cercano al Opus Dei y ''amigo de (el ex dictador chileno Augusto) Pinochet''.
Apoyo a dictaduras de Chile y Argentina
En el primer apartado, ''La misión divina'', los autores presentan una serie de hechos en los que se desprende que el trabajo de Karol Wojtyla en favor de los derechos humanos sólo fue válido para las naciones de Europa del este, principalmente Polonia, su país de origen, mientras que en América Latina apoyó las dictaduras en Chile y Argentina: Sodano era el nuncio apostólico en el régimen pinochetista y monseñor Pio Laghi tenía ese mismo cargo ''en la Argentina de Jorge Videla'' y jugaba tenis con Emilio Eduardo Massera, quien comandaba el centro de detención clandestina Escuela de Mecánica de la Armada. Videla se encuentra procesado por su implicación en la Operación Cóndor y el segundo por el robo de bebés nacidos en cautiverio.
El libro adquiere particular relevancia en el momento en que ya se comienzan a barajar los nombres del posible sucesor de Juan Pablo II, entre ellos varios cardenales latinoamericanos. En febrero pasado, durante el octavo Consistorio, Karol Wojtyla consagró a 44 nuevos cardenales, once de ellos de América Latina, con lo que el Colegio Cardenalicio cuenta ahora con 184 miembros de los cuales 135 son menores de 80 años y, por tanto, serán quienes designen al sucesor de Juan Pablo II una vez que muera.
Con el nombramiento de los latinoamericanos es evidente que existe una amplia posibilidad de que el nuevo jefe de la Iglesia católica hable español y, sobre todo, que sea menor de 70 años, según estimaciones de analistas. Algunos nombres: el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera; el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, y el cardenal de Sao Paulo, Claudio Hummes.
Otro de los papables es el cardenal de Perú, Juan Luis Cipriani, ''uno de los astros nacientes del Opus Dei'', quien actuó como mediador entre el gobierno del entonces presidente peruano Alberto Fujimori y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en el secuestro de 74 personas -inicialmente eran más de 300- en la residencia del embajador japonés en Lima, en diciembre de 1996.
Los autores de este libro, en el que dan nombres y apellidos de todos los involucrados en las luchas internas vaticanas, concluyen que ''con vistas al nuevo cónclave la facción opusiana no sólo está empeñada en favorecer por el medio que sea a su candidato (el arzobispo de Génova Dionigi Tettamanzi). También se afana por conjurar 'el peligro' que representa la llegada de un nuevo pontífice abierto e innovador (...) es decir, se ha propuesto desactivar la posible candidatura al Trono de Pedro del arzobispo de Milán, Carlo María Martini''.
Para sostener sus tesis, los autores recurren a discursos del Papa y de las autoridades eclesiásticas, artículos, información de periódicos y revistas y declaraciones judiciales, en el caso del escándalo del Banco Ambrosiano en el que fueron involucrados algunos cardenales. En un trabajo publicado el año pasado, Mentiras y crímenes en El Vaticano (Ediciones B), pusieron en duda la versión de la Santa Sede acerca del asesinato de tres miembros de la guardia suiza, encargada de la seguridad de Juan Pablo II, y lo atribuyeron a un ajuste de cuentas entre masones y el Opus Dei.