MIERCOLES Ť 14 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Alejandro Nadal
Enfermos de estabilidad macroeconómica
Incapaz de reaccionar frente a la crisis económica, el gobierno repetirá la misma receta de este ejercicio fiscal para 2002. De paso, seguirá privilegiando los intereses de la esfera financiera por encima del bienestar de la población.
Para el gobierno, sólo su concepto de estabilidad macroeconómica es importante. Pero, Ƒcuál estabilidad económica? La del gobierno parece reducirse a la lucha contra la inflación, porque es el indicador clave de todo su programa. Para el año venidero, en concordancia con los objetivos del Banco de México, la meta para la inflación es de 4.5 por ciento. Las demás metas aparentemente no sufren cambios significativos.
Pero las apariencias engañan. El gobierno reconoce por primera vez en sus Criterios de Política Económica que el déficit en el balance público (saldo de las finanzas públicas cuando se toma en cuenta el costo financiero de la deuda pública) será equivalente a 3.2 por ciento del PIB. Es decir, las finanzas públicas se encuentran en un desequilibrio extraordinario y por esa razón todo el esfuerzo está orientado a desviar recursos para tratar de cubrir ese desequilibrio. En el Presupuesto de Egresos está la prueba.
Lo primero que salta a la vista es que el gasto programable, el que va a los sectores reales de la economía, sufre una caída equivalente a 1 por ciento del PIB. En cambio, el gasto no programable aumenta en términos reales 3.5 por ciento. Dentro de este rubro, el componente del costo financiero de la deuda revela un incremento real de 6 por ciento.
En el gasto programable, los recursos para educación y salud aumentarán en términos reales 0.4 y 0.9 por ciento respectivamente. Mientras esos recursos se mantienen estancados, los destinados a pagar la pesada carga de la deuda pública aumentarán a un ritmo seis veces superior.
En números absolutos, para educación se destinarán 99 mil 434 millones de pesos en 2002 (sólo 358 millones de pesos más que en 2001). Y para salud se destinarán 19 mil 520 millones de pesos (186 millones más que este año). Aumentos casi despreciables si se toman en cuenta las necesidades reales en estos renglones.
En cambio, para el servicio de la abultada deuda pública se van a destinar 211 mil 411 millones de pesos, o sea, unos 22 mil 476 millones de pesos por encima del costo financiero de este año. Es decir, mientras se estancan rubros tan críticos como educación y salud, el gobierno destinará cerca del doble de la suma de estos dos rubros a pagar intereses y comisiones sobre la deuda pública.
La política fiscal es la misma que se tiene desde hace ya diez años. El gasto programable (para los sectores reales) se reduce, mientras que aumenta el gasto no programable (que incluye el costo financiero de la deuda).
Eso explica que el balance fiscal primario (sin costo financiero de la deuda) arrojará un superávit de 172 mil millones de pesos (mmdp) mientras el balance económico (contando el costo financiero de la deuda pública) arrojaría un déficit de 40 mmdp, o sea 0.65 por ciento del PIB. La diferencia entre ambos saldos es de 212 mil 240 millones de pesos, equivalente a 3.43 por ciento del PIB.
Es decir, recortando el gasto programable se generan (o "ahorran") los recursos necesarios para cubrir una parte del costo financiero de la deuda pública.
En otras palabras, la pretendida estabilidad macroeconómica es una falacia. Las finanzas públicas, como la economía mexicana, están en crisis. Y lo peor es que el peso del servicio de la deuda pública crecerá a lo largo del sexenio.
El gobierno propone un aumento notable en los Pidiregas (inversión financiada con recursos privados). Esta forma perversa de endeudamiento ya pesa gravemente sobre las finanzas públicas, pero se planea aumentar de 1 a 2 por ciento del PIB en 2002.
El costo total del servicio de la deuda del IPAB se acerca a 79 mmdp. De ese monto el gobierno está en posibilidad de liquidar efectivamente sólo una parte del componente real, o sea, 28 mmdp. Al igual que el año pasado, el gobierno supone que el IPAB va a recuperar una parte de sus activos y con eso se pagará la otra parte de los intereses reales. Pero resulta que en este ejercicio fiscal la recuperación fue mucho menor y se tuvieron que canalizar más recursos al pago de esos intereses. Ese componente, herencia del sexenio anterior abrazada por Fox, seguirá creciendo en los próximos años.
El paquete económico para 2002 es desafortunado en más de un aspecto. En lugar de reactivar una economía, el gobierno propone ahogarla. A los pacientes en los hospitales públicos, sus médicos ya les pueden decir sin rodeos que están enfermos de estabilidad macroeconómica.