MIERCOLES Ť 14 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Barbas y burkas, fuera en Kabul
La música volvió a escucharse en las ondas de radio de Kabul, algunos jóvenes comenzaron a afeitarse la barba y hasta a renunciar a la indumentaria tradicional para vestir de vaqueros, mientras muchas mujeres empezaron a despojarse de la burka, y la noche sin bombardeos ni toque de queda parecía resplandecer. Este ambiente comenzó a vivirse después de que ayer la Alianza del Norte retomó la capital de Afganistán, al entrar en control de la mayor parte del país luego de que la milicia talibán decidió replegarse a las montañas y su tradicional baluarte en la ciudad sureña de Kandahar.
Como una muestra del retorno de la mujer afgana a todas las actividades productivas que le habían sido despojadas por el régimen teocrático desde hace cinco años, la voz de una locutora se escuchó por la radio para anunciar la "victoria" de la oposición y la expulsión de los talibanes. "Pueden alegrarse de esta gran victoria. Tenemos que dar gracias a Dios por haber dado la oportunidad a nuestro país de lograr su unidad", expresó la presentadora de nombre Jamila Mujahid, quien en las primeras fotos se le observa con la túnica tradicional, pero con el rostro descubierto.
Si bien la emisión radial arrancó con la lectura del Corán, enseguida se difundió una canción del popular cantante afgano Farhad Daria, quien vive exiliado en Europa. Pero además las incipientes nuevas autoridades pusieron fin a la prohibición de los islamitas radicales sobre la difusión de la televisión y el cine.
Aun cuando los primeros líderes opositores comenzaron a llegar a Kabul y afirmaban que no desean tomar el poder sin antes un acuerdo entre las distintas fuerzas, la Alianza del Norte tomó las primeras medidas para diferenciarse del talibán al dejar sin efecto las restricciones seculares del régimen islámico en retirada.
Entre esas medidas la oposición, que comenzó a ocupar los principales edificios públicos y en especial la agencia oficial de noticias Bajtar, emitió un comunicado en el que anunció que las mujeres y las niñas afganas volverán a trabajar y a la educación, con lo que puso fin a la política del mullah Mohammad Omar de desterrar a la mujer de la vida civil cuando la expulsó de la enseñanza y la confinó al hogar y la dependencia de los hombres.
Antes de la llegada al poder de los talibanes, el 27 de septiembre de 1996, la Universidad de Kabul albergaba entre las mujeres a 65 por ciento del profesorado y 40 por ciento de los escolares. También eran mujeres 70 por ciento de los maestros primarios, 50 por ciento de trabajadores en el gobierno y 40 por ciento de los médicos en la capital. (AFP Y REUTERS)