MIERCOLES Ť 14 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Se cuestiona la derrota militar del régimen fundamentalista talibán

El futuro inmediato de Afganistán, incierto después de la toma de Kabul

Ť Reagrúpense, resistan y luchen, ordena el líder religioso afgano, mullah Omar, desde Kandahar

Ť La Alianza del Norte considera necesario el apoyo de la ONU para formar un nuevo gobierno

JUAN PABLO DUCH ENVIADO

Tashkent, 13 de noviembre. Tomada Ka-bul por la opositora Alianza del Norte, que representa los intereses de sólo uzbekos, tadjikos y hazaras, las minorías étnicas de la par-te septentrional del vecino Afganistán, empieza ahora, en realidad, lo más difícil.

El futuro inmediato de Afganistán depende de dos preguntas que quedan aún sin respuesta.

La primera es hasta qué punto el régimen talibán está derrotado mi-litarmente. ƑEl repentino repliegue de todas sus posiciones en la parte norte y centro del país habrá sido para facilitar que una facción minoritaria de la oposición entrara en Kabul y con ello provocar una fisura en la heterogénea coalición que busca ser reconocida como nuevo gobierno?

El vertiginoso avance de la oposición en los últimos cinco días no permite afirmar que las milicias talibanes, que en principio doblan en número a los combatientes de la Alianza del Norte, fueron derrotadas en el campo de batalla.

De hecho, después del pasado viernes, cuando se entregó Mazar-e-Sharif, la población clave del norte del país, no hubo combates en ninguna de las ciudades, incluida Kabul, que dice el grupo armado tener bajo su control.

Extraña y arrolladora ofensiva

Los expertos en temas militares, que han observado con detenimiento la situación en los distintos frentes desde el pasado 7 de octubre, fecha en que Estados Unidos comenzó el ataque aéreo contra Afganistán, no se explican cómo es posible que la Alianza del Norte haya pasado, en contados días, de dominar 10 por ciento del territorio afgano a 45 por ciento, o incluso más, que reclama haber liberado ya de presencia talibán.

Tan sólo Mazar-e-Sharif, durante varias semanas, cuando las tropas de Dostum incluso tuvieron que retroceder más de cien kilómetros, era defendida por alrededor de 14 mil milicianos.

Las agencias noticiosas reportan que del viernes a hoy murieron ahí "cientos" de talibanes, pero nada se dice de los demás. Son muchos miles y no pueden desaparecer sin dejar rastro.

En Kabul, hasta la medianoche del lunes, había cerca de 20 mil milicianos y cuando entraron los grupos de avanzada de la facción tadjika de la oposición armada quedaban sólo decenas o quizás cientos de combatientes integristas, en su mayoría de origen ex-tranjero, pero no más.

En Herat, tomada ya por el llamado León de Herat, el comandante chiíta Ismail Jan, antiguo gobernador de la región homónima, que juró reconquistarla cuando fue expulsado a Irán por los talibanes en 1995, tampoco hubo resistencia armada.

Tampoco la hubo en Kunduz, Jairaton, ni en las demás ciudades y provincias ocupadas este día por la Alianza del Norte, a cuya lista debe agregarse Jalalabad, que fue entregada este martes.

Ya sólo falta que suceda lo mismo en Kandahar, el último bastión del régimen talibán.

Este extraño comportamiento sólo puede obedecer a una de estas dos explicaciones: o estamos frente a una debacle militar que escapa a toda lógica o se trata de un repliegue deliberado hacia la parte sur y las montañas de Afganistán, abandonando así las plazas urbanas castigadas por la aviación estadunidense.

De ser esto último, la guerra en Afganistán habría entrado en una nueva fase, la de una larga y feroz resistencia talibán de acuerdo con esquemas clásicos de guerra de guerrillas, incursiones regulares sobre ciudades y acoso permanente contra las tropas de la Alianza del Norte y de los ejércitos foráneos que ya no tardarán mucho en ingresar a suelo afgano.

Es pronto para saberlo. En cambio puede ser tarde para darse cuenta que esa sensación de haber derrotado a los talibanes precipitó la toma de Kabul por parte de la Alianza del Norte, sin que exista un entendimiento claro sobre las cuotas de poder que exigen para sí cada una de las facciones de la oposición.

Y en relación con esto surge la segunda pregunta, decisiva para el futuro de Afganistán: si el uzbeko Dostum volvió a su feudo y el chiíta Jan al suyo, Ƒpodrán los tadjikos renunciar a la conquista de Kabul que perdieron en septiembre de 1996, aunque no sea territorio propiamente de ellos ya que su población es principalmente de origen pashtún?

Las contradicciones al interior de la Alianza del Norte empiezan a agudizarse con la toma de Kabul: Dostum y Jan no tienen mayores aspiraciones, salvo que se respete la supremacía que demandan en "sus" respectivos territorios, mientras los tadjikos, en contraste, no acaban de ponerse de acuerdo ni siquiera en quién podría representarlos en un gobierno de amplia coalición.

El llamado canciller Abdullah Abdullah dijo hoy que considera necesario el apoyo de la Organiza

attack_afghanción de Naciones Unidas (ONU) para formar un gobierno en la capital e invitó a todos los grupos étnicos afganos -"excepto los talibanes", puntualizó- a reunirse para hablar del tema.

De acuerdo con el plan de la ONU, todas las etnias deben estar representadas y correspondería a la mayoritaria, la pashtún, nombrar jefe de gobierno.

Pero Burhanuddin Rabbani, que sigue haciéndose llamar "presidente legítimo", anunció que a partir de este miércoles se instalará en Kabul y afirmó que el ex monarca Zahir Shah, candidato pashtún de Estados Unidos para encabezar el gobierno de coalición postalibán, puede regresar a Afganistán "cuando guste y como simple ciudadano".

Los pashtunes tampoco están cruzados de brazos y, al respecto, es muy significativo que haya vuelto hoy a Afganistán uno de los comandantes más legendarios que combatieron a los soviéticos y que estaba exiliado en Pakistán, Rajim Vardak.

Ingresó con un destacamento de hombres armados y se propone crear un ejército pashtún para luchar contra los talibanes en el sur del país. Vardak quiere ser reconocido como líder de los pashtunes de Afganistán y trascendió que ya solicitó ayuda financiera y militar a Estados Unidos.

Curiosamente, el otro aspirante a líder pashtún desde el exilio, esta vez en Irán, Gulbuddin Hekmatyar, reiteró este martes que regresará pronto a Afganistán, pero para luchar del lado de los talibanes.

Tras la muerte de Abdul Haq, capturado y ejecutado por el régimen talibán, otro poderoso líder tribal pashtún afincado en Pakistán y que se encuentra en Afganistán desde hace unas semanas, Hamid Karzai, espera ganar la carrera política por obtener la bendición de Estados Unidos como jefe de gobierno, en caso de que la candidatura de Zahir Shah no prospere.

De cómo se logre resolver este nudo de intereses encontrados depende que Afganistán comience un prolongado proceso de transición o una redición de los enfrentamientos intestinos de comienzos de los 90, cuando se retiraron las tropas soviéticas; de hecho, una prolongación de la guerra civil que desangra ese país durante 22 años.

También es pronto para saberlo. Mientras, hay que atenerse a los hechos procurando no ahogarse en un mar de confusión, noticias y desmentidos.

Informaciones contradictorias

En este sentido, de unos días para acá, quizás por la rapidez con que cambia la situación en las distintas regiones de Afganistán, está circulando información muy contradictoria, y no fue la excepción hoy.

Por la mañana la Alianza del Norte filtró en Dushanbe, la capital de Tadjikistán, que el mullah Mohammed Omar había huido a Pakistán, rumor que el propio líder de los talibanes echó por tierra con un mensaje radial a sus seguidores.

"Les ordeno que cumplan todas las instrucciones de sus comandantes. No corran de un lado a otro. Los que hacen eso son como los pollos sin cabeza que terminan por caer en una fosa y morir. Reagrúpense, resistan y luchen. No escuchan la propaganda del enemigo. Estoy en Kandahar y no iré a ninguna parte. Es una lucha por el Islam", señaló Omar.

También se desmintió la noticia de que las tropas de la Alianza del Norte habían tomado el aeropuerto de Kandahar. Un grupo de pashtunes ocupó un aeródromo abandonado, a 70 kilómetros de aquella ciudad, se comprobó más tarde.

Se confirmó en cambio que la oposición entró hoy en Jalalabad, repitiéndose el escenario conocido del retiro previo de las milicias del régimen talibán. Esta ciudad es conocida sobre todo por tener en sus alrededores campamentos de entrenamiento de Al Qaeda, la red de Osama Bin Laden.

Poco después de la medianoche, aquí en Tashkent se supo que miles de combatientes de las tribus pashtunes, opuestos a los talibanes, avanzan hacia Kandahar, que se disponen a tomar por asalto este miércoles por la mañana.

Como se han venido dando las cosas, no sería extraño que antes de que ello suceda, ahora o dentro de unos días, las milicias talibanes abandonen la ciudad.