LUNES Ť 12 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Grandes festejos para una clasificación sufrida y agónica

El fantasma del miedo recorrió el estadio Azteca

Ť Apoyo incondicional a los tricolores, que se enredaron en su nerviosismo

CARLOS HERNANDEZ

El fantasma del miedo, el terror de la eliminación rondó el estadio Azteca durante 65 minutos y se apoderó de jugadores y aficionados hasta que Cuauhtémoc Blanco, uno de los pocos que enfrentó ese espectro, anotó el primer gol y un grito de liberación surgió de más 100 mil gargantas.

Entonces todo fue fiesta. Cantos, brincos para hacer tambalear el gigante de concreto, ondear la bandera tricolor y lanzar los gritos contenidos de "šSí se pudo!", "šNos vamos al Mundial"! y a celebrar en grande, en exceso, una clasificación que se alcanzó el último día, el boleto restante en una de las peores zonas futbolísticas del planeta.

Cuauhtémoc y Francisco Palencia fueron los más ovacionados cuando se dieron mexico_honduras_46elas alineaciones. El Azteca, con evidente sobrecupo, se llenó una hora antes del encuentro y entre las mantas destacaba una: "El Gigante no ha muerto".

Los silbidos y abucheos contra los hondureños sólo cesaron dos veces, cuando los visitantes mostraron la frase "México, Honduras te agradece la ayuda en el huracán Mitch" y en la entonación del himno centroamericano.

Pero sólo ahí hubo silencio y respeto. Lo demás fue apoyo incondicional, sin límites, aunque en la cancha los tricolores se enredaron en su nerviosismo y lanzaron el primer disparo directo -un tirito infame del Chiquis García- hasta el minuto 62.

Dos minutos después llegó el gol de Cuauhtémoc y el jugador número 12 se despojó de la tensión, no así el temperamental Vasco Aguirre, quien regañó en público al errático y burlón Johan Rodríguez.

Con la primera anotación los hondureños bajaron la cabeza y entregaron el partido. Su nutrida porra, ubicada en la cabecera sur, ya no mereció más burlas como las que sufrieron por parte de la mascota de Pumas vestida ahora de Tricolor.

Antes del partido, el felino se les plantó enfrente, les hizo pases de torero con la bandera nacional, los amenazó con cortarles la cabeza, les hizo el ademán sexenal del "Hoy-Hoy-Hoy" y como remate se pasó el rabo entre las piernas en gesto obsceno.

El 2-0 llegó en una jugada de barrio, de cascarita, entre los españoles Blanco y Palencia. Entonces surgieron incontenibles los cánticos mundialistas y las notas sentidas del "Canta y no llores".

Llegó el definitivo tercer gol cuando el chino Bora Milutinovic ya no se veía en el palco, pero antes había festejado como un mexicano más.

Los fanáticos, ya en pleno éxtasis despidieron al relevado Cuauhtémoc como si fuera el auténtico emperador azteca, saltaron al compás de "šel que no brinque es puto!" y hasta rimaron un "y mira y mira, tómale una foto, se van para Honduras con el culo roto", mientras en las pantallas gigantes aparecía por fin la soñada leyenda "Nos Vamos al Mundial".

Los jugadores de la banca se abrazaron todos y esperaron así el silbatazo final, cuando sacaron su manta de despedida: "Gracias jugador número 12, el Mundial es para ti".

Pero la Copa futbolera será también -mucho más que para los aficionados-, para las alrededor de 40 empresas que ayer exhibieron sus productos en el Azteca convertido en auténtico mercado Y la principal, por supuesto, que con su logotipo naranja ocupó todo el círculo central.

Son compañías que ven al futbol como un negocio tan redondo como el balón, pero que ayer, hasta el minuto 65, por poco y se les estaba ponchando hasta que apareció el desparpajo del creador de la cuauhtemiña.