LUNES Ť 12 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť El panista Salvador López habría obtenido 20 por ciento de los sufragios
Anaya intentó el madruguete al proclamarse vencedor con base en una encuesta del SNTE
Ť Tinoco repitió por radio su mensaje llamando a votar "para mantener la continuidad"
ROSA E. VARGAS Y MIREYA CUELLAR, ERNESTO M. ELORRIAGA ENVIADAS Y CORRESPONSAL
Morelia, Mich., 11 de noviembre. Alfredo Anaya Gudiño inició el día, según todos los testimonios, violando la ley electoral en su natal Sahuayo. Y más tarde, cuando se proclamó vencedor, no aportó un solo dato concreto, tangible, que respaldara su declaratoria de triunfo.
Porque él, como dice una cosa dice la otra: "las actas que tenemos de todos los municipios nos favorecen, pero quiero decirles a todos los testigos que hay en esta plaza, que si por un voto perdemos en las actas yo seré el primero en decirles a ustedes, porque yo soy un hombre de palabra. Pero hemos ganado, hemos triunfado''.
Y fue esa, entonces, una proclamación de triunfo con más sabor a madruguete que a certeza de tal.
Minutos después de las seis de la tarde se presentó en la sala de prensa del PRI, dijo que su victoria se basaba en "datos y proyecciones'' de su partido.
Los "šduro!, šduro!, šduro!'' que lanzaban sus seguidores y la sonrisa y exclamación de la presidenta nacional del tricolor, Dulce María Sauri, respecto a que "en la mañana ganó el Tri y en la tarde el PRI'', sonaban huecos, poco convincentes. Nada había detrás más que la encuesta de salida elaborada por el SNTE, "institucionales" sobre todo, y según la cual Anaya ganaría con 44.25 por ciento de los sufragios contra 37.96 por ciento de la coalición Unidos por Michoacán.
Sucede que también esa estructura magisterial había hecho prácticamente la única encuesta que durante la campaña daba ganador al priísta. Además, la víspera el Instituto Electoral de Michoacán (IEM) revocó la autorización a los observadores de los comicios que intentó registrar ese sindicato.
De entrada dicho sondeo representaba un elemento muy endeble para sostener esa supuesta ventaja y tuvo como agravante para confirmar los malos presagios la cancelación de la conferencia de prensa que promovió el propio PRI, en la cual se difundirían los resultados de la exit poll del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Universidad de Guadalajara.
Para entonces, la convocatoria a la celebración del triunfo de los priístas había recibido algún eco en la plaza Valladolid donde se reunieron algunos centenares de militantes y se les preparó una fiesta con esa magia escenográfica que la política es capaz de armar en un santiamén. Gigantescas mantas (las mismas que se usaron en el mitin del cierre de campaña), templete, bandas de música, mariachis, globos, papel picado, cohetes y fuegos artificiales, cascada de luces...
Anaya, ya sin el respaldo de la presidenta de su partido, acudió a esa cita y ahí insistió en que las encuestas y las actas le daban entre siete y diez puntos, "pero la encuesta que queríamos era la del 11 de noviembre''.
De ahí, prácticamente no volvió a tenerse noticias del empresario que, como con su victoria electoral inexplicable, tampoco pudo certificar a cabalidad el origen de su fortuna o las vías de su ascenso político, aunque en casi todos los casos quienes lo conocieron en su natal Sahuayo explican esto último en función del tráfico de influencias y el apoyo de amigos, entre ellos Luis Donaldo Colosio.
Anaya, de confirmarse su derrota electoral, cerraría así una contienda que arrancó torcida, que encontró a un priísmo local lastimado y dispuesto a desertar ante cualquier desaire que se añadiera a los muchos que, se afirma, le hizo el gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí, además de una figura muy fuerte de parte de la oposición.
No obstante la multitud de señales, la maquinaria se echó a andar y el ex alcalde de Sahuayo recurrió a todo lo que le aconsejaron sus asesores y sus propios impulsos, para convencer a un electorado que simplemente nunca le concedió muchas prendas.
Porque si se pueden enumerar los cientos de actos y comportamientos a los que fue llevado el priísta, podría recabarse un catálogo completo de originalidades sin mucho sentido como llevar una serenata a una anciana en cuya casa vivió hace muchos años, participar en carreras atléticas, alimentar la guerra sucia o, la de hoy, acudir a misa en Sahuayo a las siete de la mañana.
Sólo que se pensara que su temprana difusión pudiera concitar alguna adhesión tardía, se entiende la redacción del boletín de prensa elaborado para dar cuenta de cómo empezó para él, este domingo: "Con la bendición de su madre y la del presbítero de la iglesia de la Divina Providencia de Sahuayo, su municipio natal Alfredo Anaya... el candidato priísta escuchó el sermón del sacerdote Jesús Arceo, quien exhortó a los michoacanos a pedirle al Señor por el bien, la paz y el progreso de la entidad''.
Sucede que al término de la misa, el candidato y sus seguidores, decidieron ir a desayunar birria al mercado local y se documentó que en ese recorrido se dedicó a pedirle a sus paisanos el voto para su causa, lo que de inmediato se presentó como un delito electoral ante el IEM.
En ese terreno de las irregularidades caminó también durante todo el día el propio gobernador Tinoco Rubí, cuya administración determinó, inopinadamente para esta ocasión, que su mensaje de exhortación al voto se repitiera hasta la saciedad en las radiodifusoras locales.
Un texto que nada tenía de ingenuo pues llamaba a sufragar "para mantener la continuidad de las instituciones'' y remataba con una exhortación a mantener la paz en Michoacán.
Pero resulta que precisamente "Por la paz en Michoacán'' era la leyenda que utilizaban en sus camisetas aquellos designados por el PRI (y el propio gobierno del estado según documentó la coalición) tanto para llevar a los votantes a las urnas, como coaccionar, realizar propaganda y entregar despensas a lo largo de la jornada electoral y que aquí en Morelia llevó a la detención de siete de ellos cuando apenas habían abierto las casillas.
Hasta el cierre de esta información, la alegría de Anaya y su gente se había convertido en mutismo. A las 23:15 horas, ya había cancelado conferencias de prensa, entrevistas con la televisión y apariciones públicas. Sólo se aseguraba en su cuartel de campaña que se esperaría hasta que el IEM diera a conocer los resultados oficiales pero que las tendencias seguían favoreciéndole, según sus actas, con tres puntos porcentuales.
Donde las cosas nunca dieron lugar a expectativas triunfalistas fue en el PAN. Salvador Chavo López, quien según todas las encuestas obtendrá alrededor de 20 por ciento de los sufragios, se presentó a las ocho de la noche para admitir que las cosas no se dieron por su causa y, de paso, lamentar que por el perfil del resultado, ''las elecciones de hoy no auguran un mejor futuro para Michoacán''.
La argumentación panista para su revés es insistente: el PRI y el PRD excedieron con mucho, los topes de campaña. "El problema estuvo en el exceso de gastos y no en la jornada electoral'', comentó Felipe Calderón Hinojosa, cuyo hermano disputa la alcaldía de Morelia.
Y es que ni el PRI ni el PAN dieron a conocer, como se acostumbra, una relación de incidentes electorales. Los blanquiazules prefirieron el martirologio de la inequidad antes que la autocrítica o el menor señalamiento a, por ejemplo, si la pérdida de popularidad que acusa el presidente Vicente Fox operó en su contra.
Por el contrario, unas cien personas, casi todos jóvenes militantes y familiares, recibieron a Chavo en su casa de campaña, entre vítores, la entonación infinita de la canción panista de la contienda, aplausos y ojos enrojecidos. El, a su vez, tenía también algún rasgo de emoción no contenida y agradeció que su causa haya, finalmente, persuadido a muchos michoacanos.
El dirigente estatal del PAN, José Luis Espinosa y el propio candidato, no aventuraron a dar un ganador hasta que así lo digan las cifras oficiales. "No se sabe aún quién ganó'', dijeron por ahí de las ocho de la noche.
Muy pronto, sin embargo, para la estrategia panista y la ilusión priísta (o al revés) lo que por unas dos horas a lo sumo amenazó con convertirse en un escenario complejo y peligroso, con dos candidatos proclamándose ganadores, se disipó.