LUNES Ť 12 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
TAN PROCLIVE QUE ES a crear neologismos, e incluso a cambiar unas palabras por otras -ahora, por ejemplo cambió el Nobel por "Premio Nacional de la Paz"-, al presidente Fox se le está dificultando decir "general".
YA ANTES HABIA tenido otro ataque de dislalia, cuando le era imposible referirse al subcomandante Marcos como tal, de manera que de sus ejecutivos labios sólo atinaba a salir una denominación impropia, la de "Rafael Sebastián Guillén" o "señor Guillén". Cosa parecida le está sucediendo ahora: no puede decir, con todas sus letras, "general Gallardo", mucho menos "señor general Gallardo". En todo caso, el ingenioso hidalgo de Los Pinos prefiere referirse al gallardo general (en cuya persona se simboliza la lucha en México contra el abuso militar) como "Gallardo" o "señor Gallardo", demostrando así un claro alineamiento verbal -que en realidad es ideológico y político- con la postura de las autoridades castrenses (y ahora civiles, en la PGR) que han pretendido, fallidamente, desproveer al oficial preso del grado jerárquico que le corresponde.
POR INTERES POLITICO o por convicción íntima, el presidente Fox volvió, luego de unas semanas de empecinamiento, a llamar al subcomandante Marcos cuando menos por su nombre bíblico, restándole el título guerrero. En el caso del general Gallardo deberá cancelar sus ánimos degradantes a la brevedad y a plenitud, y ni siquiera por benévolo interés político -que debería tenerlo- ni por convicción íntima -ahora que tenemos nuevo paladín planetario de la defensa de los derechos humanos- sino por una condición menos subjetiva: el quinto tribunal colegiado en materia administrativa, y el juzgado primero de distrito, acordaron en febrero de 1999 proteger al general José Francisco Gallardo contra la decisión de la Secretaría de la Defensa Nacional de destituirlo de su cargo de general brigadier, pretensión ésta con la que se buscaba coronar la colección de aberraciones jurídicas que por órdenes de los secretarios Antonio Riviello y Enrique Cervantes Aguirre se cometieron para castigar la osadía del general Gallardo de demandar la creación de un ombudsman para asuntos militares y de expresar en público análisis sobre las fuerzas armadas que no gustaron a los jefes en turno.
TAMPOCO GUSTO A ESA elite castrense la decisión del Poder Judicial de la Federación de amparar al general Gallardo para que se le denomine como corresponde. El procurador de Justicia Militar, general Rafael Macedo de la Concha, argumentó en febrero de 1999 que aun cuando se respetaría la decisión civil, la Secretaría de la Defensa Nacional "mantendría firme la destitución de Gallardo", pues, según la recta interpretación de la ley de quien ahora es procurador general de la República, el artículo 848 del Código de Justicia Militar establece que las sentencias de segunda instancia, como era el caso, tenían la condición de "inapelables". Dicho de otra manera, la Constitución General de la República, con su juicio de amparo de por medio, no tiene aplicación en el ámbito militar, según el doblemente procurador general.
RESULTA IRONICO QUE el presidente Fox ahora esté adhiriéndose a la postura de la Sedena, de degradar al general Gallardo por la vía de los hechos, contraviniendo órdenes del Poder Judicial Federal, cuando al mismo tiempo ha descubierto el hilo negro en el caso de este brigadier, al recomendarle con gran generosidad que recurra a ese poder civil para que le ampare contra las injusticias que se hubieran cometido en el ámbito militar. El maravilloso descubrimiento presidencial resulta, en realidad, una burla, una nada sutil forma presidencial de desligarse del asunto y tratar de enviarlo a la arena de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como si ese camino no hubiese sido reiteradamente ineficaz, pues en varias ocasiones el general Gallardo ha solicitado y obtenido el amparo de ese poder judicial federal sin que las autoridades militares se dignen obedecerlo.
LEASE, POR EJEMPLO, el párrafo 46 de los 117 del informe 43/96, emitido el 15 de octubre de 1996 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la Organización de Estados Americanos: "La CIDH considera que ha existido una actitud anómala por parte del Estado mexicano, que configura una desviación de poder, la cual se traduce en indudables acosos y hostigamientos en contra del antes citado general. Lamentablemente, el hecho de que la justicia federal lo haya amparado en reiteradas oportunidades, más que atenuar la actitud hostigadora del Estado, la ha evidenciado y agravado..."
CON LA GENIALIDAD de revelarle al general Gallardo el camino de la justicia mediante los amparos, el presidente Fox está tratando de darle la vuelta a lo obvio: no está dispuesto a cumplir con las obligaciones jurídicas derivadas de la firma mexicana de adhesión a la citada Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que sin ninguna duda y con toda energía ha recomendado la liberación inmediata del brigadier. No se trataría de una maniobra de oportunidad, como el indulto ilegal de los ecologistas guerrerenses, sino del cumplimiento de una obligación internacional del Estado mexicano, que ha suscrito y confirmado su compromiso de aceptar y ejecutar las recomendaciones de la citada comisión interamericana.
NO ES LA UNICA muestra de que el Presidente quiere ganar tiempo para no hacer nada -aparte de frases- en cuanto a corrección de injusticias y castigo de responsables de violaciones a los derechos humanos. Comprobado ha sido que la libertad de Montiel y Cabrera era un ingrediente escenográfico indispensable para el montaje de obras teatrales en la ONU. Ahora también ha anunciado, al mejor estilo del priísmo de las impunidades concertadas, la creación de una fiscalía y acaso una procuraduría para estudiar "caso por caso" el asunto de los desaparecidos políticos. Es decir: no hay justicia, sino mediatizaciones, contenciones, invenciones.
POR ELLO ES QUE al jefe supremo de las fuerzas armadas le resulta tan difícil llamarle a uno de sus subordinados por su título correcto. Es decir, ni siquiera puede decir... "general Gallardo".
ASTILLAS: BASTA VER EL número de anuncios de televisión que ya estaban preparados para celebrar el triunfo de la selección mexicana, para darse cuenta que lo importante no fue el futbol ratonero -que ganó a última hora uno de los tres lugares para el Mundial asignados al quinto patio regional en que México era indiscutido rey tuerto- sino los negocios que estaban a punto de quedarse sin sentido ante el eventual fracaso clasificatorio... El Ejército Popular Revolucionario celebró su tercer aniversario con una aparición en San Juan de las Flores, poblado de Atoyac de Alvarez, en Guerrero... Cuauhtémoc Cárdenas dijo que había indicios de irregularidades en el proceso electoral michoacano del que ya se hablará aquí. A la hora de cerrar la columna (19 horas) había resultados de encuestas que favorecían a Lázaro Cárdenas Batel, al tiempo que Alfredo Anaya se proclamaba triunfador, ante lo cual este tecleador se preguntaba si las armas madracistas habrían alcanzado a maniobrar adecuadamente para cubrirse nuevamente de gloria mapache.
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