LUNES Ť 12 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
La Alianza del Norte tampoco es garantía para la mujer afgana
Jadiya, una médica de 35 años, es una de las pocas mujeres que ejerce una profesión en Ianguiqala, distrito afgano bajo control de la opositora Alianza del Norte que, según ella, oprime a las mujeres casi tanto como la milicia integrista de los talibanes.
"Rezo porque la Alianza del Norte eche fuera de Kabul a los talibanes, pero no hay que ser inocente y creer que después todo será maravilloso para las mujeres, que la condición femenina volverá a ser lo que era antes de la guerra", afirmó Jadiya, desalentada.
Jadiya es una de las dos únicas médicas de la localidad de Ianguiqala y su distrito del mismo nombre, que tiene dos millones de habitantes.
Jadiya está casada con Mohamad, un ingeniero sin trabajo en su especialidad que ha puesto una farmacia en la planta baja de la vivienda.
A los dos les encanta enseñar las fotos de cuando se paseaban por Kabul vestidos a la occidental, antes de que la capital cayera en poder de los "estudiantes de teología", en 1996.
Ahora, Jadiya, ex directora de un hospital de Kabul, se pasea por las calles de Ianguiqala con la tradicional burka, velo largo que oculta todo el cuerpo y la cara, salvo una rejilla a la altura de los ojos.
"ƑCómo podría la mujer gozar de mejores condiciones de vida en este país, sumido en la guerra desde hace 20 años?, se pregunta, resignada, la médica.
"En una sociedad así, no hay sitio para las mujeres", asiente Mohamad, de 40 años, que cursó una parte de sus estudios en Moscú y habla en ruso casi perfecto, apenas con un ligero acento.
En su casa de hormigón, encalada de blanco, una de las pocas de la localidad que no son de tapia, Jadiya y Mohamad explican la difícil situación de las mujeres por las carencias en la educación entre la población afgana, sobre todo en las zonas rurales, donde impera el analfabetismo.
"Aquí la gente es ignorante y esto va a durar mucho pues el gobierno no ha comprendido que se debe invertir en programas de educación y salud", explica Mohamad.
Las mujeres se casan cuando tienen unos 15 años, es decir, demasiado jóvenes, y tiene por regla general una decena de hijos, a los que apenas pueden mantener con sus pobres medios", relató Jadiya, que tiene cuatro.
En una pequeña clínica, sin equipo, Jadiya puede examinar a medio centenar de pacientes al día. "Los molás de los pueblos prohíben a las mujeres que las atiendan médicos varones y por eso se necesitan muchas médicas", explicó.
En la zona ocupada por la Alianza del Norte, las jóvenes tienen derecho a estudiar y las mujeres pueden ejercer "en teoría" dos oficios, medicina y enseñanza, según un cooperante de la organización humanitaria Aide.
Con ayuda del gobierno turco, esta organización francesa ha construido en la ciudad de Kwaja Bahudin, de 45 mil habitantes, una escuela para niñas en la que han sido contratadas mujeres para la enseñanza.
En ese lugar, Fauzia Chams, la cabeza cubierta por un fino pañuelo de seda, da clases a una decena de muchachas. "Las mujeres tienen en esta zona algunos derechos, cosa que no ocurre bajo el régimen talibán", declaró esta mujer de 30 años.
Con el velo a veces desgarrado, los zapatos agujereados, las manos callosas, las mujeres que deambulan por las polvorientas calles de Ianguiqala se lamentan además de no poder saciar el hambre.
AFP