AYUDA HUMANITARIA A CUBA
Las
imágenes de los devastadores daños ocasionados por el huracán
Michelle sobre Cuba son sólo parte del doloroso retrato de un pueblo
que durante 42 años ha sido objeto de un cruel embargo económico,
financiero y comercial por parte de Estados Unidos, mismo que ha sido mayoritariamente
rechazado por la comunidad internacional en la Asamblea General de la ONU.
El desastre, además de los cuantiosos daños
materiales y la pérdida lamentable de vidas, asestó un duro
golpe a una economía que apenas comenzaba a repuntar desde la desaparición
de la URSS, y cuya principal fuente de ingresos, el turismo, se ha visto
afectada por la caída en el flujo de paseantes tras los atentados
del 11 de septiembre.
Si bien el pueblo cubano ha destacado por su fortaleza
interna y unidad para sobreponerse a los problemas, ya sean desastres naturales
o embargo estadunidense, la situación que hoy enfrenta merece el
mayor respaldo y la solidaridad de la comunidad internacional, como cualquier
otro país del mundo.
Y es necesario mencionarlo porque las complicadas relaciones
entre los gobiernos de EU y Cuba, y el actual contexto de histeria provocado
por la guerra contra el terrorismo, puede ser un desafortunado motivo de
cautela en la posición que adopten los países que se han
alineado con Washington en este conflicto.
La solidaridad internacional con la isla debe entenderse
estrictamente en la lógica de la ayuda humanitaria a un pueblo que
acaba de sufrir uno de los peores desastres naturales de su historia y
que necesita urgentemente reactivar su economía. Hablamos de miles
de personas que tras el paso del huracán han perdido cosechas y
viviendas, y cuyos pueblos quedaron parcialmente devastados y sin servicios
públicos.
Sería en verdad reprobable que, influidos por la
inercia anticubana de EU y por el maniqueísmo del discurso bélico
de Bush, países que por tradición han mantenido una política
solidaria con Cuba restrinjan ahora ese respaldo, pues la ayuda humanitaria
debe estar al margen de cualquier ideología.
En principio, el gobierno de EU ofreció, en una
nota diplomática, prestar ayuda humanitaria pertinente, en lo que
puede considerarse la primera vez en más de cuarenta años
de tensas relaciones entre ambos países, durante los cuales nunca
se produjo un gesto de esta índole.
El canciller cubano Felipe Pérez Roque, respondió
que lo útil para Cuba sería que, de forma excepcional, teniendo
en cuenta las innumerables leyes y regulaciones específicas que
lo prohíben, se permitiera a empresas públicas cubanas adquirir
de forma expedita determinadas cantidades de alimentos, medicinas y materias
primas para producirlas, a fin de restablecer las reservas de recursos.
En México, el Congreso de la Unión demandó
al presidente Vicente Fox disponer la ayuda humanitaria necesaria para
apoyar al gobierno y pueblo cubanos. Cabe esperar que, en ambos casos,
impere el sentido de solidaridad con un país que, sin duda, saldrá
adelante en su reconstrucción.
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