Vilma Fuentes
Las trampas del lenguaje: Sagan y Robbe-Grillet
Frente a la morosidad que impone la lógica de guerra y la consiguiente reducción maniquea a la que todos se creen forzados a obedecer y a escoger entre ''los buenos y los malos'' -sobran los ejemplos de estos errores históricos durante el siglo XX-, la cultura podría presentarse como un refugio, última tabla de salvación. Por desgracia, la cultura es uno de los primeros sectores en verse afectados. Sin duda, no es la lucidez la que domina en tiempos de conflictos bélicos y de la consiguiente guerra de propaganda que reclama toda la atención pública. Así, camino a Madrid, Marisol Schultz, directora de Alfaguara y Taurus, me señala que el hormiguero de la Feria del Libro en Frankfurt se vio reducido este año. Brigitte Bouchard, de paso en París con motivo de la presentación de mi novela King Lopitos en esta ciudad, me habla con alarma de los efectos del terrorismo en la industria del libro canadiense. En Francia, la venta de libros ha bajado entre 10 y 20 por ciento desde los trágicos sucesos en Nueva York y sus consecuencias.
Sin embargo, en París, la marejada de autores, a veces con nuevos nombres, invade las librerías desde principios de septiembre. Otros nombres y títulos, pero historias similares. Así, los bestsellers con los mismos temas a la moda desde hace años concursan entre ellos para premios y éxitos de venta. Si la manera provocativa de vender sus obras es copiada de un autor a otro, sucede lo mismo con las narraciones, donde se mezcla una dosis de humanitarismo con algún evento histórico y la exhibición cada vez más cruda de los fantasmas sexuales -que no cesan de repetirse- en una trama fabricada, copia conforme de una historia mil veces cocinada, que si carece de pies y cabeza, posee traseros y otras partes más íntimas.
Así, no dejó de despertar mi curiosidad la vuelta a escena de dos personajes literarios muy diferentes: Françoise Sagan y Alain Robbe-Grillet. Como de costumbre, envuelta en el escándalo, la autora de Buenos días tristeza volvió al primer plano, no con un nuevo libro, sino con un nuevo escándalo: parece haber olvidado declarar al fisco 4 millones de francos recibidos por la presentación que hizo a Mitterrand de un ministro ouzbek. A sus 66 años, arruinada, con los huesos en porcelana, la que fue la consentida de políticos, intelectuales, periodistas y gran público, en parte gracias a su provocador estilo de vida, se ve hoy frente a la justicia, sin poder recordar con exactitud nada de lo que pasó: su memoria parece velarse en el olvido de ella misma, el más completo.
Muy distinta la vuelta a primer plano de Alain Robbe-Grillet. A sus casi 80 años, el organizador de la escuela del nouveau roman reaparece con una novela titulada La reprise -literalmente- La reanudación.
Sin embargo, la novela bien podría titularse ''la dualidad'', ''los dobles'', ''los gemelos''. En efecto, reanudando sus viejos temas, sus descripciones minuciosas y casi maniacas, sus deconstrucciones de lo que no ha terminado de construir, Robbe-Grillet nos da desde las primeras líneas el secreto de una falsa novela de espionaje doblada de otra falsa policiaca al citar el rencuentro con su doble. Y digo ''su'' doble porque si el primer narrador parece ser el redactor de un reporte minucioso de hechos ocurridos en 1949, el informe es contrapunteado por ''citas aclaratorias'' de otros personajes, uno de los cuales puede ser el doble, pero otros es de seguro del propio Robbe-Grillet al hablar de sí mismo en Normandía, año 2000.
Escrita con un lenguaje fajado por las reglas de la gramática, como si la forma debiese rectificar los desórdenes del contenido, donde los habituales hallazgos metafóricos, los guiños, las trampas, las burlas, las rupturas y los desdoblamientos pueblan las otras novelas de este autor, La reprise sobresale en medio de la abundante mediocridad de la mayoría de las novelas aparecidas en septiembre y que concursan en este momento por los premios.
Sin embargo, no se puede hablar de una novela novedosa, acaso de una nueva novela, otra, una más, en la que el autor del nouveau roman retoma sus mismos temas con su mismo estilo.
Por último, la impresión final que se desprende de la obra de este autor es una impresión de irrealidad: todo es falso, fabricado pieza a pieza, construido-deconstruido y la escritura no es más que un juego dudoso, si no perverso.
Así, cuando se escucha la información que circula en el mundo en estos tiempos de guerra, uno puede preguntarse si, en este último libro, Robbe-Grillet quiso tratar el tema de la literatura o bien el del lenguaje que corrompe la información-desinformación.