VIERNES Ť 9 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
CUIDAD PERDIDA
Ť Miguel Angel Velázquez
Ť La traición de los medios
Ť Trivialidades e irreflexión
PERDONE USTED si hasta ahora me meto en este asunto, que si bien está en la línea del oficio que practico, no encuadra con los infinitos temas que oferta una ciudad como ésta, pero no quise atender a la provocación a botepronto y esperar las respuestas y los acomodos suscitados por las declaraciones de Vicente Fox del fin de semana pasado.
PARA EMPEZAR, creo en la importancia de ubicar en su justo lugar el discurso radial de Fox, y para mí no entraña otra cosa que una amenaza, poco elegante, hacia los medios de comunicación, escritos o electrónicos, que olvidaron, por soberbia o libertinaje, quién los mantiene con vida.
A ELLOS y no a otros está destinada la amenaza, que no pasa de ser la versión vulgar de aquella famosa frase: "No pago para que me peguen" con que José López Portillo pretendió, sin lograrlo, afortunadamente, asfixiar en lo económico al semanario Proceso, retirando de sus páginas la publicidad oficial.
PERO A fin de buscar el verdadero sentido de las palabras de Fox, también es necesario advertir que la amenaza actual tiene como fundamento la traición de los medios a un proyecto de gobierno que en algunos momentos hicieron suyo.
EL GOLPETEO entonces no fue destinado hacia los problemas de gobierno, sino hacia el oropel con el que se cubrió a Fox desde mucho antes de que se iniciara su tempranera campaña política hacia la Presidencia de la República.
UNA BUENA cantidad de medios se dio a la tarea de encontrar en las fallas del personaje su tarea de crítica, mientras las dificultades de la política financiera o la social se ahondaban en el marco de la estrategia neoliberal a la que nos encadenó el voto del 2 de julio.
EN ESO parecería no estar tan equivocado Vicente Fox, pero desafortunadamente las críticas serias, las de mayor profundidad, no han servido para suscitar en él ni siquiera la posibilidad de la reflexión.
PONGO UN ejemplo para dar claridad al asunto. El mismo día que se difundió el patético caso de las toallas de Los Pinos, La Jornada difundía en su titular principal la expropiación, por parte del gobierno federal, de las tierras de los campesinos del cerro del Chiquihuite para concederlas a un particular, curiosamente a Tv Azteca.
EL ASUNTO generó por parte de la Presidencia una carta donde se trató de explicar lo inexplicable. A los campesinos se les arrebató la tierra en un acto que no encuentra, para muchos especialistas, la razón legal, y las voces de los campesinos y las manifestaciones en contra se perdieron sin ninguna respuesta justa por parte de Vicente Fox.
EL HECHO, que perfila una manera de gobernar, pasó inadvertido para muchos medios que hallaron en la compra de unas toallas, eso sí a precios muy elevados, la mejor manera de ejercer la crítica, pero ninguno supuso que la tarea periodística estaba al lado de los más pobres, contra quienes se cometía la injusticia.
LA REACCION de Los Pinos no llegó a partir del clamor de los campesinos, pero sí se levantó por la anécdota de las toallas. Ahí se puso remedio y el costo se cargó a uno de los empleados de Vicente Fox, que fue despedido de su cargo.
EN EL otro caso quedó impune la táctica gubernamental del despojo a partir de un decreto presidencial. Probablemente la familia Fox nunca más, cuando menos en lo que resta del sexenio, vuelva a comprar toallas a precios descomunales, pero en los siguientes cinco años la sociedad entera sabrá que sobre todos pesa la amenaza de que un decreto presidencial será el arma del despojo y nadie, o casi nadie, será capaz de condenar la injusticia.
EN ESTO a Fox le cabe la razón. Muchos atacan por babosadas y por eso mismo estarán condenados al silencio.
Ť ciudadperdida-[email protected]