LA MUESTRA
Ť Carlos Bonfil
TONY LEUNG Y Maggie Cheung son dos presencias formidables del cine chino, en especial del de Hong Kong. Leung ha actuado en películas de John Woo (Una bala en la cabeza) y de Hou Hsiao Hsian (Flores de Shanghai), pero sobre todo en filmes de Wong Kar Wai, uno de los realizadores asiáticos con mayor prestigio en los festivales internacionales; Cheung ha tenido, por su lado, un estupendo registro histriónico como estrella de cintas de kung-fu o interpretando el papel de Irma Vep en la pelícua francesa de Olivier Assayas, homenaje al Feuillade de Los vampiros, pero también a la glamorosa destreza y encanto de la comediante.
REUNIR A AMBOS actores en una cinta como Deseando amar (In the mood for love) es sólo la primera intuición genial de Wong Kar Wai, su director y guionista. Otra idea notable es el dominio de la música a lo largo de toda la cinta, melodías de Nat King Cole escuchadas por el realizador en su natal Shanghai, y que evocadas aquí en una ciudad de calles semioscuras y muros leprosos adquieren un magnetismo formidable. Quienes conocen el trabajo de Kar Wai (Chungking express, Happy together) apreciarán un cambio de tono en la fotografía (antes sólo de Christopher Doyle -nerviosa, innovadora-; hoy, en colaboración con Mark Lee Ping, camarógrafo favorito de Hou Hsiao Hsien, tributaria de un clasicismo impecable). Una vez más el director acomete, como primer objetivo, una recreación de atmósferas, y de nuevo la sensualidad es su distinción estilística, desde la manera de narrar -seductoramente, prefiriendo el aplazamiento, la elipsis y el ocultamiento a la revelación inmediata- hasta la interpretación de los actores, quienes ensayan lentísimas coreografías de cortejo y abandono sensual.
EL TEMA DE la cinta es justamente la aproximación seductora, la génesis de una pasión, en un instante sofocada, y momentos después victoriosa en el trámite de una mirada o un roce. La anécdota es sencilla: dos parejas comparten un departamento donde rentan cuartos contiguos. Un marido seduce a la mujer de su vecino, y la pareja engañada comparte a su vez una pasión amorosa. Este juego parecería de entrada galante y dieciochesco, al estilo de Las relaciones peligrosas, de no ser por la originalidad del cineasta, que describe la eclosión del sentimiento amoroso en la pareja agraviada, dejando a la sombra a la pareja de protagonistas adúlteros. No hay más argumento. Lo que sigue es una lección magistral de la mirada en el cine y un alarde de sabiduría artística -emplazamientos de la cámara, distancias, ángulos, disimulación, barridos discretos, cálidas combinaciones cromáticas, cambios incesantes en el vestuario femenino- todo al servicio de una faena seductora.
''LA CAMARA INTENSIFICA las emociones", señala el director, y pocas veces el cine chino ha prescindido a tal punto de los meandros y vuelcos imprevistos de una trama, sujetándose, como lo hace Kar Wai, a una mera lógica y geometría del deseo. ¿Quién más colocará en un primer plano el quicio de una puerta, sólo para atisbar (el verbo es irremplazable) el antebrazo o la nuca de protagonistas que jamás veremos del todo, y que sin embargo son esenciales? Con ánimo de amar, en la mejor disposición al abandono amoroso, con ganas de sucumbir al amor, con la melancolía de una pasión contrariada, In the mood for love es, como tantos otros títulos del cineasta, síntesis inmejorable de su propósito artístico. De lo mejor en la Muestra.