viernes Ť 9 Ť noviembre Ť 2001
Jorge Camil
El amigo Bush
Llegaron a la presidencia prácticamente en forma simultánea. Se visitaron con alguna frecuencia como gobernadores de sus estados, y congeniaron de inmediato porque compartían las mismas aficiones y un estilo parecido de vida: el campo, los caballos, las botas vaqueras, el Stetson de fieltro, las chamarras de cuero, el lenguaje llano, la vida en familia, y al final una ambición un poco extraña para quienes disfrutan ese sencillo estilo de vida: conquistar la presidencia. Su triunfo electoral los unió más que nunca, y acto seguido proclamaron a los cuatro vientos el compromiso de restablecer una relación bilateral que, no habiendo sido nunca ideal, se ha deteriorado considerablemente por la magnitud de los problemas de la agenda bilateral. Nuestros "sin papeles" desbordan la frontera huyendo de la miseria y se están convirtiendo en una carga para los servicios de salud y educación, y el narcotráfico, más intenso que nunca, es considerado ya por algunos congresistas una amenaza para la seguridad nacional (el Clear and presente danger de la novela de Tom Clancy). Por otra parte, la corrupción, desbocada desde hace un cuarto de siglo, cuando cambiamos el modelo económico para perseguir la utopía del desarrollo compartido, ha sido denunciada por organizaciones internacionales como un impedimento serio para los planes de las empresas multinacionales que, alentadas por el TLC y la globalización, han comenzado a efectuar inversiones importantes en el mercado mexicano. Tarde, y con algo de sorpresa, el Departamento de Estado descubrió finalmente que el país que jamás había amenazado la paz del continente era en realidad el más peligroso de todos. La apertura irrestricta de los mercados y la ausencia de democracia eran los ingredientes ideales para un estallido social. Algunos think tanks publicaron estudios apocalípticos en los que millones de mexicanos cruzaban la frontera desordenadamente para escapar del hambre y la violencia.
Por eso todos aplaudieron la amistad entre dos improbables mandatarios que en pleno siglo XXI llegaron al poder montados a caballo. En México, las expectativas fueron mayores. El primer presidente electo democráticamente, rodeado de reconocidos expertos en asuntos de la relación bilateral, era una garantía para perseguir finalmente el elusivo desarrollo económico sostenido. Pero el hombre propone y Dios (en este caso Alá) dispone. El fundamentalismo islamita traspasó el corazón de Wall Street con aviones rebosantes de combustible y el amigo Bush (el mismo que con enorme desatino bombardeó a Saddam Hussein el día que debería montar a caballo en Guanajuato; el que declaró en su primera cena de Estado en la Casa Blanca que México sería una de las principales prioridades de su gobierno) abandonó el tema de los indocumentados (probablemente no el del petróleo, ahora más necesario que nunca) y otros planes de la agenda bilateral para cumplir su cita con la historia. Lo esperaban un Congreso abarrotado y Tony Blair ("Estados Unidos no tiene amigo más fiel que Gran Bretaña" declaró el amigo Bush ante los ojos del mundo).
Y en medio de lo que William Shakespeare hubiese llamado una comedia de errores, ofrecimos tibias condolencias, enmendamos la plana, aparecimos desbordados en el programa de Larry King y, obedeciendo al intelectual de cabecera, evitamos primero aparecer como "achichincles de los gringos" para posteriormente llegar al desgarramiento de vestiduras. El problema es que teníamos tantas esperanzas cifradas en el amigo Bush que sin su presencia estamos condenados a concentrarnos en lo que muchos empresarios mexicanos han recomendado desde hace varios meses: el mercado nacional. ƑCómo fue que pasamos de los changarros a una agenda dominada por los asuntos internacionales? ƑEn qué momento caímos en la tentación de todos los mandatarios mexicanos: reuniones multilaterales, visitas de Estado, el Consejo de Seguridad? ƑSerá posible que el encanto del amigo Bush haya sido tan poderoso que modificó en un par de reuniones la agenda nacional? Dicen en ambos lados de la frontera que en la reunión del rancho San Cristóbal el amigo Bush le pidió a su contraparte ayuda con la agenda de América Latina. ƑSería ése el encanto? ƑDónde está ahora el amigo Bush? Simplemente encontró el camino que tarde o temprano estaba destinado a seguir: líder de la única superpotencia. Las bucólicas visitas al rancho de Texas se han convertido ahora en apresurados fines de semana de trabajo en Camp David...