VIERNES Ť 9 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ciudad de largo historial de matanzas y traiciones

Islamabad, 8 de noviembre. Los jefes militares tendrían que pensarlo dos veces antes de atacar la estratégica ciudad afgana de Mazar-e-Sharif (norte), actualmente objeto de una ofensiva de la opositora Alianza del Norte contra los talibanes, debido a su largo historial de derramamiento de sangre y traiciones.

La ciudad de 200 mil habitantes, ubicada en las llanuras del norte del país, estuvo varias veces a merced de los invasores desde que Gengis Khan llegó por la ruta de la seda en el siglo XIII, decapitando a todos los que se cruzaban en su camino.

Los talibanes, en el poder en Kabul, que defienden la ciudad frente a una ofensiva de la oposición, tomaron la capital de la provincia de Balj en agosto de 1998. Las matanzas que siguieron constituyeron un capítulo oscuro en la historia de la ciudad que todavía aún no termina.

"Mazar tiene un pasado complicado", declaró Stephanie Bunker, la portavoz de la ONU en Islamabad, precisando que la organización no tiene contactos con su personal local en dicha ciudad.

"Estamos siempre preocupados por la suerte de nuestros empleados ahí y en Kandahar (sur, el feudo de los talibanes), por culpa de la presión a la que están sometidos", declaró Bunker a la Afp.

Todos los extranjeros abandonaron Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y sólo quedaron los empleados locales de las organizaciones internacionales y las no gubernamentales.

La ofensiva de la Alianza del Norte está encabezada por los comandantes Atta Mohammad, Abdul Rashid Dostam y Haji Mohammad Muhaqiq.

Dostam, de etnia uzbeka, y Muhaqiq, líder de una facción chiíta, tienen buenos motivos para vengarse de los talibanes.

Mazar-e-Sharif fue el feudo de Dostam, que dirigió la ciudad con mano de hierro. Se dice que los soldados hallados culpables de crímenes eran aplastados por tanques.

Pero Dostam protegió la ciudad de la devastación que afectó al resto del país durante 18 años, hasta que se peleó con su adjunto Malik Pahlawan.

En mayo de 1997, Malik y otros tres comandantes uzbekos pidieron a los talibanes que lucharan con ellos contra Dostam, que tuvo que huir y exiliarse primero en Uzbekistán y luego en Turquía.

Pero Malik dio la espalda a los talibanes después de la entrada de los milicianos islamitas en la ciudad y su intento de desarmar a la gente.

La población se levantó contra los talibanes y mató a unos 600 islamitas que trataban de huir de la ciudad.

Diez líderes militares y políticos de los talibanes fueron capturados y ejecutados. Los hombres de Malik saquearon la ciudad y obligaron a la ONU a retirarse.

En el verano de 1998 los talibanes efectuaron una avanzada espectacular hacia el norte desde Kabul. Lograron sobornar a comandantes uzbekos que controlaban la ciudad.

En la madrugada del 8 de agosto, de los mil 500 chiítas partidarios de Muhaqiq que permanecían en la ciudad, apenas un centenar sobrevivió a las masacres.

La organización estadunidense de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch dijo que este trágico episodio fue "uno de los peores ejemplos de asesinatos de civiles en Afganistán en 20 años de guerra".

"Los soldados talibanes mataron a una multitud de civiles en ataques indiscriminados, asesinando a gente que no combatía en zonas residenciales, en las calles y en los mercados", explicó la organización.

En los días que siguieron a la toma de la ciudad, "quizá cientos de hombres y niños fueron ejecutados sumariamente". Human Rights Watch estima que se trató de unos dos mil. AFP