Ť Seis mil de ellos son militantes del Movimiento Islámico de Uzbekistán
A la defensa de Mazar-e-Sharif, 14 mil hombres, entre talibanes y la legión extranjera
JUAN PABLO DUCH ENVIADO
Tashkent, 8 de noviembre. Por una de esas ironías de toda guerra, en los encarnizados combates que tienen lugar en el frente de Mazar-e-Sharif, la estratégica plaza del norte de Afganistán, los uzbekos del opositor general Rashid Dostum se enfrentan a los uzbekos de Dzhuma Namangani, el líder del proscrito Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), refugiados en el vecino país.
Según se confirmó hoy aquí, el mullah
Omar, máximo dirigente de los talibanes, designó a Namangani
como comandante en jefe de la legión extranjera y de las
milicias talibán en el norte de Afganistán. Son cerca de
14 mil hombres armados, encargados de la defensa de Mazar-e-Sharif, la
capital de una provincia étnicamente uzbeka.
La llamada legión extranjera está
compuesta por 6 mil combatientes uzbekos que militan en el MIU y el resto
son de origen tadjiko, árabe, uigur y checheno, reforzados con varios
miles de milicianos talibán, pashtunes todos.
El segundo en la jerarquía del MIU, Tajir Yuldashev, está al frente de los grupos armados que combaten contra las fuerzas antitalibán en las provincias de Tajar y Samangán, también en la parte norte de Afganistán.
Es una buena noticia para el gobierno de Islam Karimov, que obtiene un respiro mientras los militantes del MIU están luchando en Afganistán, lo cual disminuye el riesgo de una incursión sobre Termez o cualquier otro punto de la frontera. Después, ya se verá.
Las autoridades de Tashkent esperan, desde luego, que las tropas del general Dostum aniquilen por completo los destacamentos armados de su oposición radical islámica, con la ayuda de los bombardeos estadunidenses.
Tampoco descartan que en caso de ser derrotados en el frente de Mazar-e-Sharif, grupos aislados de militantes del MIU se refugien en las montañas para intentar volver a Uzbekistán, pero confían en que para ese entonces las tropas estadunidenses ya estén instaladas en el norte de Afganistán.
Reportes y desmentidos
Los distintos voceros de la Alianza del Norte reportan nuevos avances en dirección a Mazar-e-Sharif, que los talibanes ponen en entredicho y califican de pura propaganda.
La información encontrada que llega de esa zona del conflicto ?con algunas imágenes de televisión sólo imaginables en la arena de Afganistán, como una brigada de caballería de Dostum atacando tanques talibanes? no permite saber a ciencia cierta hasta qué punto es real el progreso de la Alianza.
Sobre todo porque sólo en el transcurso de este jueves los talibanes afirman haber efectuado tres contrataques, que no han sido desmentidos por la gente de Dostum.
Por simple lógica, durante los contrataques de los talibanes deja de ser efectivo el apoyo de la aviación estadunidense, pues las posiciones cambian con demasiada rapidez y las bombas barrerían parejo con enemigos y aliados.
Como sea, la Alianza reitera que tomará Mazar-e-Sharif antes del 17 de noviembre, fecha de inicio del Ramadán, mes de ayuno para los musulmanes.
El factor islámico en Uzbekistán
Salvo en el Valle de Ferganá, la región más religiosa del país y donde mayor número de simpatizantes tienen los grupos radicales que ahora combaten en Afganistán, en el resto del país predomina una versión muchísimo más liberal del Islam, tan diferente al integrismo que propugnan los radicales islámicos uzbekos, inspirados en el modelo talibán, que no es raro encontrar en Tashkent a creyentes que agradecen a Alá el haberles mandado una botella de vodka para acompañar la comida.
El gobierno de Karimov es consciente de la huella que dejó la pertenencia del país a la Unión Soviética, originando un peculiar coctel de hábitos y costumbres, y sabe explotar el rechazo de la mayoría a los excesos de los talibanes.
Los uzbekos no conocen los detalles de la guerra en Afganistán y en qué consiste realmente la participación de su país en la misma, pero tienen muy en claro, tras años de metódica labor en los medios de comunicación locales, que no les gustaría que nadie les exigiera dejarse crecer la barba, que se cambiaran el nombre si no es de origen islámico, que se les impusiera acudir a las mezquitas cinco veces al día para orar, que les prohíba ver televisión, películas o videos, escuchar música o disfrutar un partido de futbol en un estadio, a menos que se pase cantando Alá es Grande los 90 minutos.
La poligamia, oficialmente, está prohibida en Uzbekistán, pero las autoridades son tolerantes con los hombres que la practican. Lo importante, según trató de convencer a este enviado de La Jornada un periodista uzbeko que tiene tres esposas, es que la relación sea transparente y se ajuste a los preceptos de El Corán, en el sentido que todas las esposas reciban trato igual.
Pero son aquí casos no muy extendidos y, además, muy pocos uzbekos comparten la visión de los talibanes de someter a la mujer a un brutal trato discriminatorio, hasta despojarla de todo derecho por elemental que sea.