JUEVES Ť 8 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Antonio controló el poder político y Eduardo los cuerpos policiacos
Los hermanos García Torres gobernaron 6 años Michoacán junto con Tinoco Rubí
Ť El mandatario rompió con el priísmo local al traer gente de fuera: investigador y opositores
MIREYA CUELLAR Y ROSA E. VARGAS ENVIADAS
Morelia, Mich., 6 de noviembre. En un estado profundamente localista como Michoacán, lo peor que puede hacer un gobernador es traer a sus amigos del Distrito Federal para encargarles las principales tareas administrativas y políticas. Eso hizo Víctor Manuel Tinoco Rubí, quien en la práctica instaló un triunvirato -gobernó con los hermanos García Torres, uno como secretario de Gobierno y otro como procurador de Justicia- y rompió con los grupos del priísmo local.
Con el control del poder político en manos del hoy senador Antonio García Torres y los cuerpos policiacos a las órdenes de Jorge Eduardo, "los García Torres" -como los ubican aquí- escribieron una historia marcada por el terror en este sexenio michoacano a punto de expirar.
-ƑTenían trayectoria en la política local?
-No. Ellos son policías. Amigos de infancia de Tinoco; crecieron juntos en Zitácuaro, pero hace 30 años se fueron del estado y toda su vida trabajaron en la PGR hasta que su viejo amigo los trajo de regreso -precisa el dirigente estatal del PAN, José Luis Espinosa Piña.
Muchos michoacanos eluden hablar de ellos en voz alta -porque "son policías", es el argumento- y el dirigente panista refiere que sólo puede repetir "lo que se dice en la calle".
"Hubo una gran polémica por su trabajo, incluso periodistas como (Eduardo) El Búho Valle lanzaron serias acusaciones en su contra; se les vincula con actividades ilícitas." Pero Raúl Morón, dirigente estatal del PRD, va más allá y según él ambos estarían relacionados con el "tráfico de estupefacientes".
Son acusaciones muy graves, se le replica. Lo que es claro, sostiene, es que "tuvieron el control pleno del estado. Por ello hay la apreciación generalizada de que en realidad en Michoacán gobernaron los García Torres", esgrime el también ex líder magisterial de la sección 18 del SNTE.
"Coparon a Tinoco y llenaron todos los espacios con su poder; espiaron a los dirigentes de los partidos, de los movimientos sociales, a funcionarios de la administración que no eran de su equipo, a defensores de derechos humanos. Presenté una denuncia pero no ha caminado Ƒy cómo?, si las pruebas documentales apuntan a que se hacía ese trabajo sucio desde la procuraduría de Justicia", apunta también el profesor Morón.
Ciertamente, en febrero de este año estalló uno de los escándalos políticos más sonados del sexenio. El periódico La Voz de Michoacán obtuvo decenas de grabaciones con las conversaciones telefónicas producto del espionaje. Puestas en Internet por el diario -que sólo transcribió algunas en sus páginas- los michoacanos pudieron enterarse de las negociaciones de algunos partidos con funcionarios de gobierno del estado, de los detalles de la vida interna de la sección 18 o de los asuntos personales de los defensores de los derechos humanos que hay en la localidad.
El de Tinoco fue un gobierno sin proyecto, coinciden los dirigentes partidistas y el investigador Guillermo Vargas, de la Escuela de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Además de los García Torres, que nadie considera parte de la comunidad local, el gobernador se trajo a Benito Coquet, defeño de origen veracruzano, a su equipo. Este ha pasado por distintas carteras en el gabinete, desde la secretaría de Educación, hasta, actualmente, la secretaría de Gobierno. Fue precisamente él quien sustituyó al hoy senador de la República, de primera minoría, Antonio García Torres, en el cargo.
Por la administración de Tinoco Rubí han desfilado cuatro titulares de Educación, cinco de Desarrollo Económico, cuatro de Desarrollo Urbano... el único que casi terminó el sexenio en el mismo cargo fue Eduardo García Torres, quien renunció a la Procuraduría de Justicia del Estado apenas en el límite para poder ir en la lista de aspirantes a diputados locales por la vía plurinominal. Ocupa la tercera posición en la lista del PRI como parte de un acuerdo entre el aspirante a gobernador, Alfredo Anaya Gudiño, y su hermano, el senador.
La falta de un proyecto de desarrollo económico, la entrega de las obras de gobierno a un reducido grupo de pequeños constructores que se hicieron grandes en los últimos años y sus desavenencias con la más rica familia del estado, los Ramírez -de la Organización Ramírez, dueños de los multicinemas con ramificaciones en bienes raíces, medios de comunicación y tiendas departamentales, entre muchos otros negocios- llevó al gobierno tinoquista al desencuentro hasta con los empresarios.
El saldo de tan "desafortunada actitud en lo político y en el trabajo partidista" -define el dirigente estatal del PAN- hoy lo está pagando el candidato del PRI a la gubernatura, Alfredo Anaya: deserciones, renuncias, brincos y escaramuzas.
"Rompió con grupos de Ausencio Chávez y Genovevo Figueroa, que habían sido hegemónicos en los últimos años. No sólo los echó, sino que los golpeó. Propició un resentimiento. más que contra el PRI o a favor del cardenismo, adverso a su propia corriente, contra el tinoquismo. Esta fobia, clamor de muchos priístas que perdieron sus espacios por la intromisión de los operadores del gobernador, la estamos viendo hoy en las campañas", dice el investigador Guillermo Vargas.
La expectativa generada con la llegada de Tinoco hace seis años fue grande. Los michoacanos venían de una larga etapa de inestabilidad política; Luis Martínez Villicaña había sido depuesto y en su lugar entró como interino Ausencio Chávez, después fueron aquellas conflictivas elecciones de 1992. Eduardo Villaseñor gobernó apenas 20 días un estado convulso que no pudo controlar. Y llegó Genovevo Figueroa y con él una lista de 29 muertos por enfrentamientos políticos entre priístas y perredistas.
"Tuvo un periodo de seis años pero no un grupo operador político que le permitiera tejer acuerdos en lugar de reprimir", dice el investigador. Gobernó con los García Torres y en torno de uno de ellos, Antonio, que fue secretario de Gobierno, fincó el proyecto político sucesorio. Pero se truncó el 2 de julio de 2000, cuando el ex funcionario de la PGR buscó un asiento en el Senado (su primer puesto de elección popular) y perdió por 135 mil votos frente a Cárdenas Batel. Llegó al Senado, pero como representante de la primera minoría.
El senador García Torres pensó que su amigo de la infancia lo iba a imponer de todos modos como candidato a la gubernatura, pero no fue así. Tinoco Rubí -comentó una fuente cercana a la casa de gobierno- calculó que era más difícil para el PRI mantener la gubernatura con su delfín que con una figura menos desgastada y abrió el abanico. Sus viejos camaradas no se lo perdonan, pero quienes fueron lastimados por los hermanos, tampoco.