JUEVES Ť 8 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Orlando Delgado

La recesión: hechos y sueños

Pese a la disminución en las tasas de interés de referencia, que han llegado a niveles de 1.5 por ciento, la economía estadunidense se enfrenta a una situación complicada. La información de octubre ha resultado peor de lo esperado: la reducción de empleos, prevista en alrededor de 300 mil, resultó de 415 mil; el índice de confianza del consumidor ligó su cuarto mes consecutivo de reducciones llegando a los números que prevalecían hace siete años; el índice de expectativas también cayó, confirmando que los empresarios perciben que los meses próximos serán difíciles y que no está claro cuándo se recuperará la economía; el PIB del tercer trimestre se redujo 0.4 por ciento, menos que el esperado: -1 por ciento.

Nuestra economía ha mostrado un deterioro significativo, mayor al de la economía estadunidese. El resultado del tercer trimestre, que se conocerá hasta la semana próxima, se estima que será de entre -1.2 y -1.4 por ciento. Para el último cuarto del año, aunque muchos analistas piensan que la caída de la actividad empezará a reducirse, no parece haber argumentos que lo sostengan; por el contrario, ante la contracción que se observará en Estados Unidos, en México el resultado podría ser cercano a -1 por ciento, lo que implicaría una contracción en este año.

Junto a esto, hay acuerdo en que la inflación cerrará en alrededor de 5.6 por ciento y se cumplirá la meta de déficit público de 0.65 por ciento del PIB. El peso cerrará en 9.50, lo que implica una ligera apreciación respecto a 2000 y también en cuanto a la meta. Elemento central en estos resultados es el mantenimiento de una política monetaria restrictiva, lo que no admite el Banco de México y en cambio sostiene que persisten presiones que han impedido reducir aún más la inflación. Destacan el aumento del costo de la fuerza de trabajo, explicado por incrementos salariales por arriba de las metas planteadas, las dificultades de la economía estadunidense y la reducción en la disponibilidad del crédito externo.

Un elemento que se menciona poco en la explicación del desempeño de nuestra economía es el ingreso de capitales desde principios de año, gracias a la expectativa creada por el nuevo gobierno y que en el segundo semestre fue impulsado por la situación argentina. Ello se ha traducido en que las reservas internacionales netas han crecido más de 20 por ciento, a pesar de la reducción del precio del crudo. Los inversionistas apostaron a que se obtendría el grado de inversión, para lo cual sólo hacía falta la aprobación de la reforma fiscal. El mensaje presidencial reiterado fue que el "productazo fiscal" sería aprobado sin problemas, lo que para algunos resultó creíble.

Estos factores favorables no se repetirán: la reforma fiscal no parece que vaya a ser aprobada en este periodo de sesiones, lo que aleja el otorgamiento del grado de inversión, limitando la entrada de capitales; la situación argentina, aunque cada vez se complica más, no necesariamente implicará que los capitales que emigren aterricen en nuestras tierras; por último, la incertidumbre mundial, y particularmente los temores de los inversionistas estadunidenses, reducirán los flujos de capital. Por ello las expectativas sobre la evolución futura no resultan alentadoras. El gran despegue económico que está cerca, anunciado por el Ejecutivo federal, no se ve por ningún lado. La responsabilidad en la conducción de la economía, también celebrada por la Presidencia, no radica en tomar las decisiones necesarias, sino en que éstas sean adecuadas, lo que se mide en función de las condiciones de vida de los mexicanos, no en la estabilidad del peso o en la reducción de las tasas de interés. De poco sirve que algunas pequeñas y medianas empresas hayan sido apoyadas "con créditos, capacitación y asesoría" si esto no se generaliza, impactando efectivamente el empleo y los salarios.

No se trata, ciertamente, de anatemizar cualquier planteo gubernamental, sino de apreciar objetivamente el resultado de una política económica que, al igual que las del priísmo neoliberal, ha puesto el acento en los equilibrios macroeconómicos y en el control de la inflación, descuidando el impacto en el trabajo. La enorme economía informal no ha sido tocada por el gobierno del cambio. Arengas y buenos deseos no ayudan. Lo que ayuda son las acciones, no actuaciones fuera de lugar.

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