JUEVES Ť 8 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť La reforma indígena y el nuevo aeropuerto, muestra de ello, dice Martínez Assad
Prevalece la vocación centralista con Fox: experto
KARINA AVILES
La reforma en materia indígena y la reciente designación de Texcoco como sede del nuevo aeropuerto ponen en evidencia ''la vocación centralista de los gobiernos posrevolucionarios, con los cuales no ha logrado romper el presidente Vicente Fox'' y muestran que lejos de llegar a un Estado de reivindicación regional, "estamos llegando a uno de reivindicación empresarial", apunta el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Carlos Martínez Assad.
Entrevistado con motivo de la aparición de su reciente libro, Los sentimientos de la región, en el cual el sociólogo hace un análisis minucioso de los factores y elementos que ayudan a comprender el México de hoy desde sus regiones, Martínez Assad expone: tal parece que el gobierno foxista considera que la centralización es la única manera de gobernar y "el país no da más para eso".
Indica que cuando ha habido alternativas para alcanzar un nuevo vínculo con las regiones desfavorecidas del país, la decisión que finalmente ha triunfado es la del capital privado, en el cual predominan los intereses particulares sobre los sociales.
En el libro, el investigador se propone demostrar que la historia que estamos viviendo en estos momentos no comenzó el 2 de julio del 2000 y hay toda una lucha que llevó muchos años, la cual "llega a su punto culminante cuando comienza el declive del PRI". Lo anterior, expone, coincide con el resurgimiento del municipio, que a partir de los ochenta empieza a insistir en que el gobierno comparta no solamente las responsabilidades sino también los beneficios de un sistema federalista.
Al mismo tiempo, comenta, hay movimientos que pugnan por una reivindicación de las regiones. Más adelante, en 1988, se muestra de manera "contundente" la debilidad de ese sistema político, y ese año "va a ser justamente el punto de inflexión porque al siguiente, Baja California logra el primer gobierno panista.
"Entonces, se está despejando una vía para llegar a una nueva articulación del pacto federal en la relación que mantiene el centro con las regiones. Y producto de todo ello, va a ser la carrera que realiza el señor Fox, quien en 1988 es apenas un diputado y 10 años después lo tenemos en la Presidencia de la República".
Pero ahora existen antecedentes importantes: la reforma indígena pone en entredicho el respeto a las regiones y a los espacios políticos locales. Además, sucede algo muy semejante a lo que pasó con las modificaciones al artículo 130 para normar las relaciones Iglesia-Estado: se trata de una reforma indígena que "se hace en la ciudad de México y se manda a los congresos locales para que apruebe y punto". Y aunque es cierto que hubo un poco de más discusión, resulta "muy ineficaz" que los estados que no la aprobaron son los que tienen más población indígena, indica.
Por otro lado, cuando "todo parecía indicar o se aparenta" que la figura presidencial tendría menos fuerza, resulta que una decisión tan importante para el futuro de México como lo es la ubicación del nuevo aeropuerto "se queda completamente bajo la determinación del gobierno sin consultar a los otros órganos que en todo caso deberían permitir un equilibrio".
El investigador expresa que "se ha utilizado al aparato del Estado para apoyar a los intereses del gran capital; no veo por qué el Estado tiene que recurrir a una expropiación cuando los ejidatarios (de Texcoco) pueden vender sus tierras al precio que esté en el mercado".
Por todo lo anterior, habla sobre la necesidad de insistir en un mayor respeto a las soberanías locales, estatales y del pueblo. "Se tiene que considerar más la opinión de los ciudadanos y no establecer diferencias mecánicas como, por ejemplo, la que hace el presidente Fox entre ciudadanos y periodistas. Estos últimos, según su discurso, no tienen carácter ciudadano porque él dice que los ciudadanos sí aprueban su gobierno y los periodistas no. Entonces ahora resulta que los periodistas no son ciudadanos, lo cual es una falacia".
Manifiesta que "lo que se está esperando es un presidente y un gobierno que tengan la visión de captar las diferencias que existen en México para hacer una propuesta alternativa que signifique un progreso efectivo en el sistema político mexicano, porque el que estamos viendo sigue siendo un poco lo mismo, aunque se supone que ahora con más chabacanería y más desparpajo, según dice la misma gente del gobierno".
Martínez Assad apunta: "No sé si siga intacto el presidencialismo, lo que creo es que el presidente sigue en posibilidades de seguir haciendo de las suyas".