JUEVES Ť 8 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

La guerra subterránea

George W. Bush prometió "ahumar a los terroristas para sacarlos de sus cuevas", pero en Afganistán el ejército estadunidense intenta hacer exactamente lo contrario, detectando el calor generado en sus refugios para localizarlos.

Los líderes talibanes y de Al Qaeda, de Bin Laden, utilizan para protegerse de los bombardeos una vasta red de túneles y cuevas heredada de la guerra contra los soviéticos, que fue modernizada.

Para identificar los escondites subterráneos ocupados, el ejército estadunidense tratará de medir el calor que sale de los orificios que pueda localizar.

"El ejército tiene numerosos equipos con ese fin", dice Antony Fraser-Smith, profesor de geofísica en la Universidad de Stanford, California, "pero el mejor instrumento es el detector infrarrojo, que transforma las radiaciones térmicas, in-visibles a simple vista, en imágenes".

Los testimonios de los arrepentidos y las informaciones logradas de los servicios de inteligencia rusos señalan la existencia de extensas galerías subterráneas con dormitorios, depósitos, estacionamientos y sistemas de defensa.

Pero todos tienen su talón de Aquiles: el calor. De una gruta vacía escapa aire frío. De una habitada, principalmente si sus ocupantes son numerosos, aire más caliente, más aún si se la calienta para protegerse del frío, cocinar o se enciende un generador para producir electricidad.

El inminente invierno podría incluso facilitar la tarea de los estadunidenses. "Se trata de detectar el humo de combustión de los vehículos cerca de la entrada de un túnel", agrega Fraser-Smith. "En invierno es más fácil, hay más contraste" entre la temperatura en el exterior y el calor que emana de la boca de esas cuevas y túneles.

En la pantalla verde de un detector infrarrojo situado a bordo de un helicóptero, una fuente de calor proveniente de una cueva aparecerá más nítidamente en rojo que los contornos fríos, principalmente si éstos están cubiertos de nieve.

Estas técnicas son sin embargo más eficaces si se emplean en tierra. "Si uno está cerca, se puede fácilmente detectar el calor emitido por la simple presencia humana", agrega el científico. "Por el momento, el ejército estadunidense no tiene muchos efectivos en tierra, trata de operar a distancia, por lo que es más difícil detectar esos cuerpos calientes, ya sean vehículos o individuos".

"Una aguja en el pajar"

El Pentágono admitió ayer haber atacado centros subterráneos talibanes, principalmente con bombas antibúnker ca-paces de penetrar roca o cemento antes de explotar, pero hay tantos túneles y grutas en Afganistán que la operación se convierte en "encontrar una aguja en un pajar", según expresión del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Un oficial estadunidense de alto rango citado el martes por el New York Times, dijo que el Pentágono tiene "ahora mejor información sobre la ubicación de esas grutas y de lo que hay en su interior, y algunas provienen de las fuerzas especiales en tierra y otras de desertores".

Por su parte, el contralmirante Thomas Zelibor, comandante de una unidad na-val que opera en el mar de Omán, declaró al Washington Post que sus cazabombarderos atacan las entradas de los túneles. "Es una red bastante amplia que atacamos lo más sistemáticamente posible", dijo. "En cuando a saber si logramos bloquear las entradas, no lo sé". (AFP)